sábado, 1 de diciembre de 2018

Nicolas Roeg, un director algo alienígena

Operador de cámara con Roger Corman, François Truffaut, Richard Lester o David Lean, se pasó a la dirección en los años 1970. Conocido, sobre todo, por el gran público por su película El hombre que vino de las estrellas (The Man Who Fell to Earth, 1976), protagonizada por David Bowie, el cineasta británico Nicolas Roeg, un estilo visual y narrativo idiosincrásico, caracterizado por el uso de la edición inconexa y desorientadora, murió en Londres el viernes 23 de noviembre, a los 90 años.
David Bowie y Nicolas Roeg en el rodaje de El hombre que vino de las estrellas (1976)
Debemos imaginar el impacto que sintió siendo a un relativamente joven, cuando estrenada Contratiempo (Bad Timing, a Sensual Obsesion), en junio de 1980, fue recibida con una general indiferencia. Todo aparece en ella, recogido en una sola historia, desordenado como en un rompecabezas: Freud, sexo, el telón de acero -lo sabemos, algo desagradable-, la necrofilia. Algunos han tenido a Rita Hayworth en Gilda el programa de iniciación en mujeres fatales; otros han tenido a Theresa Russell, la seductora convertida en víctima en una historia superviolenta de amor posesivo. Harvey Keitel está increíble en el papel de policía obsesionado, Art Garfunkel, la tercera estrella del pop dirigida por Roeg después de Jagger y Bowie, desconcertante y desconcertado. 
Theresa Russell y Art Garfunkel en Contratiempo (Bad Timing, a Sensual Obsesion, 1980)
En su autobiografía, The World is Ever Changing, que no es exactamente el gran libro que pudo haber sido, Nicolas Roeg cuenta las reacciones a la película, por parte de los productores -"una película enferma hecha por un enfermo para enfermos"- o de la crítica - "el tipo de película que es mejor ver solo, por lo que no queremos ver sobre el placer...". Lo que marca la imaginación de un adolescente, de todos modos.
Nicolas Roeg había encontrado trabajo cruzando la calle. Fue el día después de la guerra, había un estudio cinematográfico en Londres en frente de su casa. Escalando peldaño a peldaño, mensajero, asistente, finalmente operador de cámara y después director de fotografía. Fue el responsable de la imagen de algunas importantes películas: La máscara de la muerte roja (The Masque of the Red Death, 1964), de Roger Corman, que acaba de rodar en Inglaterra, básicamente la primera película de su autor que manifiesta alguna intención estética; Fahrenheit 451 (1966), por la que Roeg admiró a Truffaut en su habilidad para hacer que la toma durase más tiempo del previsto, produciendo un beneficio inesperado; Doctor Zhivago (1965), de la que fue despedido por David Lean, después de que éste le preguntara: "Usted me encuentra pasado de moda ¿no es cierto?" Y Roeg contestara: "Si, sin duda".
Su última película como fotógrafo es casi su primera como director -sin ofender a Richar Lester-: en Petulia (1968), encontramos el tipo de narración fragmentada, de montaje cronológicamente difuso, que Roeg al que se aficionará y mejorará, una vez terminada la puesta en escena. No hay que subestimar el papel de la época, propicia a los experimentos narrativos, pero, mucho más tarde, Christopher Nolan revelará que el no habría realizado Memento sin las películas de Roeg. Entre ellas, la más conocida es sin duda El hombre que vino de las estrellas, sobre todo, porque su protagonista es el celebérrimo David Bowie. Duncan Jones, hijo de la estrella del glam y también director de cine, le hizo un hermoso homenaje en Twitter, con el apoyo de antiguas fotos. 
Su primera película como director fue Performance (1968), junto a Donald Camell, quien también fue el guionista. La película se centra en un aspirante a gánster de Londres —James Fox— que se muda con una solitaria estrella de rock —Mick Jagger— para evadir a sus superiores. La película se completó en 1968, pero fue retenida por su distribuidor Warner Bros., al creer que no era estrenable. Finalmente estrenada con una calificación X, una clasificación de películas reservada para las películas más explícitas y destinadas para que las vean solo los adultos, en 1970 y, a pesar de su mala recepción inicial, los críticos la consideran en la actualidad una película de culto.
Mick Jagger, Cecil Beaton y James Fox en Performance (1970)
Pero Walkabout (1971), con un guión del dramaturgo Edward Bond, es muy sorprendente. Dos jóvenes hermanos se encuentran abandonados después del suicidio de su padre. Intentando sobrevivir en el desierto hostil, se encuentran con un joven aborigen en pleno "Walkabout", que es  el viaje iniciático que los aborígenes australianos deben emprender al alcanzar la edad adulta; deberán sobrevivir en las selvas y desiertos de Australia sin ayuda alguna. Por extrañas e irrelevantes circunstancias, dos hermanos de familia acomodada iniciarán involuntariamente esta fantástica aventura. A través de esta película, Roeg nos hace adueñarnos de esa experiencia y conmovernos con las aventuras de la pareja.
Jenny Agutter, David Gulpilil y Luc Roeg en Walkabout (1971)
Y no volverá a dirigir hasta tres años después, una película que sigue maravillando hoy. Basada en una novela de Daphné du Maurier, Amenaza en la sombra (Don't Look Now, 1973), cuenta la historia de una pareja que perdió a su hija en Venecia, y la ciudad de los Duces se convirtió en un laberinto físico y mental donde, al parecer, los muertos podrían resucitar... Roeg desarrolló y enriqueció el texto de la novelista inglesa, quien hizo saber que le gustaba la película. Especialmente tenía el arte de filmar Venecia como un veneciano, callejones oscuros y canales negros: el agua estancada es la del luto.
Donald Sutherland y Julie Christie en Amenaza en la sombra (1973)
Además de su dimensión terrorífica (antecedente de Argento), La película se ha quedado para la posteridad por una escena de amor realista entre Donald Sutherland y Julie Christie; ya en ese momento surgió la pregunta eterna: ¿el sexo era simulado o no? Aquí, sin embargo, la crudeza es especialmente, como en otros casos, una garantía de autenticidad. El guión estaba lleno de peleas entre los dos personajes, y Roeg sintió la necesidad de una escena que mostrara que, a pesar de las disputas, esta pareja seguía siendo una pareja. En la película terminada, surge otra dimensión: el espectador piensa que es la primera vez que estos dos hacen el amor después de su duelo y su abrazo gana en poder emocional. Solo un verdadero cineasta tiene la intuición de tal escena durante una filmación ... Nicolas Roeg fue uno de ellos.
Theresa Russell y Nicolas Roeg en Aria (1987)

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