jueves, 25 de agosto de 2022

De "A pleno sol" a "Dune", diez películas donde el sudor se pega a la piel de los héroes (II)

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Marlon Brando en Apocalipsis Now: el sudor de la guerra

Vietnam. Explosiones. Estas son dos palabras que son suficientes para hacer que tus axilas goteen. Apocalipsis Now (1979), Francis Ford Coppola, cuya trama, muchos la conocen: durante la guerra, un capitán se encarga de eliminar a un coronel que se ha vuelto loco. Entre el calor agobiante de la jungla y el lanzamiento de bombas de napalm, el espectador solo puede asfixiarse: en esta película profundamente pegajosa, todo se enciende, Marlon Brando, obeso, y el espectador con él. Es también este Marlon que, veintiocho años antes, dejó ver sus pectorales protuberantes bajo una camiseta empapada de sudor erótico en Un tranvía llamado deseo (A Streetcar Named Desire, 1951). Otro ambiente, otro sudor.

Sting en Dune: el sudor de la sauna

Tras el estreno de Dune (2021), muchos la compararon con la película de Lynch, criticando a éste: sería menos rítmico, menos comprensible, menos espectacular que su remake... Quizá, pero vemos, en la versión de David Lynch de 1984, al cantante Sting como na-baron Feyd-Rautha Harkonnen saliendo resplandeciente y de nuevo caliente de ¿una sauna? Tanto carisma y poder, te deja sin palabras. Porque claro, desde su primera aparición, la transpiración destaca su poderío, su musculatura, su aspecto andrógino y su perversidad. Y el espectador de repente sufre de sudoración excesiva.

Arnold Schwarzenegger en Desafío total: el sudor que traiciona

Desde Fahrenheit 451 (1966) hasta Brazil (1985), muchas distopías aprovechan el calor, como elemento de un futuro angustioso, que se ha vuelto incierto para el Hombre. En Desafío total (Total Recall, 1990), de Paul Verhoeven, donde Douglas Quaid sueña, en el año 2048, con ir a Marte y donde ya no sabemos distinguir a los hombres soñados de las personas reales, el ambiente es (todavía) húmedo. Y el sudor juega un papel importante. Cuando el Dr. Edgemar intenta engañar al héroe y hacerle creer que está soñando para neutralizarlo mejor, este último ve a tiempo una gota de sudor corriendo por la mejilla del hombre nervioso, por lo tanto, muy real. Sudar, no lo soñamos; lo sufrimos.

Daniel Day-Lewis en Pozos de ambición: el sudor del trabajo

Hasta los bastardos mojaban sus camisas. En Pozos de ambición (There Will Be Blood, 2007), de Paul Thomas Anderson, el fuego, el trabajo, el sol abrasador, el desierto. El sudor es turbio, áspero y negro en la obra maestra de Anderson, y Daniel Day-Lewis viste ese sudor maravillosamente, con grandeza y soberbia, incluso. Es la historia de un hombre que va a un pequeño pueblo de California a hacer fortuna y que se enfrenta al cura de la iglesia local. Lo que comienza como el sudor del trabajo pronto se mezcla con aceite, mugre y sangre. Una mezcla apetitosa. Como un ligero impulso de tomar una ducha.

Juli Jakab en Atardecer: sudadera elegante

La única heroína femenina en esta lista que aparece en Atardecer (Napszállta, 2018), de Lázlós Nemes, para hacernos ver que no solo los machos alfa sudan. Budapest, verano de 1913. La canícula lo aplasta todo, el calor es pesado, la luz cegadora. Sin embargo, Írisz Leiter decide ir en busca de su hermano, cuya existencia acaba de descubrir, al azar, por las calles de la ciudad austrohúngara. Bajo las plumas de los tocados, el fieltro de los sombreros, el encaje de los vestidos encorsetados, las gotas de sudor perlados. Los abanicos revolotean, las telas delicadas se adhieren a los cuerpos, se destiñen y se rasgan, y los elegantes pañuelos bordados limpian las cejas húmedas. Los primeros planos sobre la piel sudorosa acompañan tanto el sueño despierto de la Belle Époque como la pesadilla de la revolución. ¿Sudor, vergüenza? Aquí, es refinado, casi magnificado.

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