sábado, 8 de febrero de 2020

Federico Fellini, primer centenario de su nacimiento (VII)

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Casi inmediatamente después de que Fellini realizará Ensayo de una orquesta se embarca en su siguiente proyecto La ciudad de las mujeres (La cittá delle donne, 1980). En ella parece entreverse la voluntad de su autor de que sea algo así como un resumen inconexo de toda su producción anterior, como una mezcla deslavazada de elementos que continuamente evocan películas anteriores, a lo cual favorece su libre estructura fílmica. La ciudad de las mujeres está, pues, enraizada con Amarcord, La strada y Ocho y medio, aunque en este sentido su narración resulta en ocasiones  más artificial que emotiva.
Marcello Mastroianni en La ciudad de las mujeres (1980)
La trama central de la historia se construye, no obstante, alrededor de las continuas obsesiones de Fellini sobre la significación de la mujer y sus incidencias sexuales. A partir de ahí, el relato es un viaje fantasmagórico, casi en términos de pesadilla, a través de la múltiple personalidad de las mujeres -en realidad una sola mujer, la de Fellini- como si de un muestrario expuesto al público se tratara. Todo ello revestido de una exuberancia imaginativa que intenta encubrir la realidad tras un velo de fórmulas delirantes.  
Bernice Stegers en La ciudad de las mujeres (1980)
En 1983 rueda Y la nave va (E la nave va), una película satírica. Situada en plena I Guerra Mundial, En julio de 1914 un barco de lujo zarpa desde Italia con los restos mortales de la famosa cantante de ópera, Tetua. El barco está lleno de sus amigos, famosos cantantes de ópera, más todo tipo de gente exótica. La vida a bordo es dulce los dos primeros días de viaje, pero al tercero, el capitán debe salvar a unos refugiados serbios que se han perdido en el mar, huyendo de los primeros rugidos de la I Guerra Mundial. Un crucero definitivamente felliniano, tanto por su flagrante surrealismo como por su deliciosa comedia del absurdo. Aunque quizás algo desigual, aún está lleno de impactantes imágenes y de esos rostros indelebles que tanto abundaban en el cine de su director, además de ofrecer una secuencia inicial absolutamente hipnótica. La película ganó 5 Cintas de Plata (dirección, fotografía, escenografía, vestuario y efectos especiales), 5 David de Donatello (película, guion, fotografía, escenografía y el David Luchino Visconti a Fellini en homenaje a su carrera) y el Premio Sant Jordi al mejor film extranjero. En el Festival de Cine de Venecia recibió una ovación de 15 minutos, y Alberto Moravia expresó cómo Fellini había logrado captar «brillantemente la sociedad del final de la Belle époque, vacía de humanidad y excesivamente artificial».
Y la nave va (1983)
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