viernes, 17 de abril de 2020

Barry Lindon por Stanley Kubrick (I)

Una de las películas más bellas de Stanley Kubrick, o las tribulaciones picarescas y trágicas de un joven irlandés en el reino de Jorge III y en la Europa de las guerras internacionales. Volver a verla de nuevo, es tener la oportunidad de evocar los entresijos de cada escena de esta extraordinaria película, subestimada cuando se estrenó.
Cuando Stanley Kubrick decide dirigir Barry Lyndon (1975), su única película de época, previamente firmó tres obras futuristas sucesivas: ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964), 2001: Una odisea del espacio (2001: The Space Odyssey, 1968) y La naranja mecánica (A Clockwork Orange1971). Luego abandonó la violencia del futuro cercano y lejano por el esplendor fúnebre de la era georgiana y el relato picaresco del ascenso y la caída de un advenedizo irlandés en la aristocracia inglesa.
Stanley Kubrick en Barry Lyndon (1975)
En realidad, el cineasta, nativo del Bronx, se proyecta mirando hacia el pasado. Fascinado por Napoleón, trabajó incansablemente en una obra importante ("la mejor película de todos los tiempos", prometió audazmente) sobre el destino extraordinario del emperador-general. Fiel a su reputación de perfeccionista obsesivo, Kubrick ha leído cientos de libros sobre Napoleón, acumulado miles de documentos en su tiempo, enviado exploradores a Elba, Waterloo y Austerlitz que le han reportado innumerables fotos de las posibles localizaciones.
Ryan O'Neal y Pat Roach en Barry Lyndon (1975)
En un principio, Jack Nicholson y Audrey Hepburn fueron los candidatos considerados para interpretar los papeles principales y Kubrick incluso convenció al ejército rumano para que le prestará  sus tropas para sus grandes escenas bélicas. Pero, bastaría la debacle de la taquilla de Sergei Bondarchuk con Waterloo en 1970 para que Metro-Goldwin-Mayer, que iba a producir el colosal proyecto de Kubrick, huyera como un ejército derrotado. Frustrado, el cineasta se consolará adaptando la novela de Anthony Burgess, La naranja mecánica. Para cuando llegará el momento, liberaría la energía almacenada durante la preparación de su película biográfica sobre Napoleón para encarnar su trágica visión del siglo XVIII.
(cont.)

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