sábado, 21 de septiembre de 2019

¿Por qué Juana de Arco es tan popular en el cine?

Seberg, Bonnaire, Bergman… la virgen con mil caras nunca deja de volver a las pantallas. Bruno Dumont se apodera hoy del icono, , como muchos otros antes que él. ¿Pero por qué Juana fascina tanto a los cineastas?
Lise Leplat Prudhomme en Jeanne (2019) de Bruno Dumont
¿Por qué tantas Juana de Arco? Desde Méliès -Juana de Arco (Jeanne d'Arc, 1900) hasta Bruno Dumont con Jeanne (2019), la Doncella de Orleans fascina a los cineastas. Dreyer, Preminger, Bresson, Rivette, Besson: la pastorcilla iluminada del siglo XV regresa regularmente a la guerra en la pantalla, llevando las fantasías de cada época, cada artista que la resucita, solo por el placer de devolverla nuevamente a la hoguera.
Maria Falconetti en La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d'Arc, 1928) de Carl Theodor Dreyer  
Jean Seberg, Maria Falconetti, Sandrine Bonnaire, Ingrid Bergman la interpretado dos veces)...: todas han sido ella. A fuerza de ver desfilar a las intérpretes, ídolos con cara tan virginal como la portada de una tesis del tercer ciclo ("¿Misticismo y acufénos?"), Terminamos un poco aburridos. Obras maestras o desastres, todos estas Juanas (dejamos caer el "de Arco": desde hace tiempo, es como si hubiéramos mantenido a todas las ovejas juntas en Domremy) tienen en común algo más que la figura histórica en sí. Algo más que un discurso político o religioso muy variable: desde los comunistas hasta la extrema derecha, hasta todo tipo de patriotismo, todos se han disputado la cota de malla.
Jean Seberg en Santa Juana (Saint Joan,1957), de Otto Preminger
"Juana, a secas", mujer-niña, ni verdaderamente lo uno, ni verdaderamente lo otro, arde en un imaginario exclusivamente masculino. Juntas de principio a fin, tan diferentes como son, todas estas películas constituyen un gesto del sacrificio, y no cualquiera. La de una niña transformada en soldado, armada durante un tiempo con los atributos y poderes del hombre, antes de ser reducida a cenizas por haberse atrevido con esta transgresión. Esa y ninguna otra Juana de Arco es un ícono antisexual, una mujer negada, cuya virginidad cautiva a los cineastas. Un cuerpo a la vez rebelde y obediente, a Dios, a una moral de otra época, a una imagen puritana, que no resiste el ardor imperioso de su mirada. ¿Por qué tanta Juana? Porque, de todas las mujeres que pueblan la historia, es la única que se puede desflorar cada vez.

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