viernes, 26 de mayo de 2023

Clásicos de cine: El mayor espectáculo del mundo

El mayor espectáculo del mundo (The Greatest Show on Earth, 1952), de Cecil B. DeMille

El mayor espectáculo del mundo  recrea un tiempo en el que en las pequeñas ciudades, el circo era todo un gran acontecimiento, solía ser el divertimento familiar por antonomasia,  una vez o dos al año en el que la gran caravana ambulante llena de vida y color llegaba a tu ciudad. Generalmente en verano o Navidad, era un fin de semana de representaciones, apto para todos los públicos. Te asustabas con las fieras, te reías con los payasos y te asombrabas con la precisión de los malabaristas, pero quedaba por llegar el más difícil todavía, el trapecio, donde el público guardaba un silencio respetuoso con un redoble de tambores que anunciaba el doble o triple salto mortal. Cecil B. DeMille rinde homenaje a esas personas que llevaban el circo en las venas y dedicaron su vida a hacernos felices y disfrutar de lo que llegó a ser El mayor espectáculo del mundo.
Cuenta entre sus intérpretes grandes actores y actrices: James Stewart, Charlton .Heston, Cornel Wilde, Gloria. Grahame, Betty Hutton, Dorothy Lamour, entre otros. Un mundo nómada, aventurero, caótico, abigarrado, pintoresco, lleno de drama y pasión, desbordante de actividad y entusiasmo, envuelto en apariencias engañosas, que el cineasta supo reflejar con un vigor que no cabía esperar de sus setenta años. No había en el mundo ninguna institución comparable a un circo, era como un ejército, una familia, una ciudad que se desplazaba sin cesar. Era un gigante ágil, que se montaba y desmontaba cada semana, el propio cineasta se enroló en uno de ellos en 1949, para vivir y palpar esa filosofía de vida.
Charlton Heston y James Stewart en El mayor espectáculo del mundo (1952)
Película emblemática sobre el mundo del circo, a pesar de no ser la mejor obra de DeMille, uno de los pioneros del cine de Hollywood, es una cinta nada despreciable. La construcción dramática del film, se apoya en la idea de un espectáculo – un espectáculo que representa casi una vida aparte – que debe transformarse a diario de función en función. Sobre esta base, el cineasta y sus guionistas elaboraron una historia de motivaciones y ramificaciones amorosas que articula no el enfrentamiento de dos mundos sino el de dos conceptos del circo, dos posturas distintas frente a él: la representada por Brad (Charlton Heston) director de la compañía, del que se asegura que “lleva el circo en las venas” sin necesidad de actuar y la representada por los demás, encabezados por los trapecistas Holly (Betty Hutton) y Sebastián (Cornel Wilde) y por el payaso Botones (James Stewart); mientras para Brad la vida es la organización del circo, unos – Holly y Sebastián – sublimarán las suyas mediante la rivalidad en el trapecio y botones toma el trabajo como refugio de un pasado oscuro, escondido tras su maquillaje.
DeMille narra en tono épico, los entresijos del mundo del circo, un microcosmos donde habitan personas, sentimientos, dudas, triunfos y fracasos, pero siempre trabajando en equipo y todo aderezado con la fantasía de luz, color y emoción que siempre ha tenido el circo, con un buen pulso narrativo que nos mantiene expectantes ante el devenir de sus problemas y circunstancias de esa gran familia. Un gran espectáculo, evocador de un arte que desgraciadamente se ha ido extinguiendo, pues la tradición del circo era de estirpe casi familiar, pasando de padres a hijos. Esta sociedad de la información y la tecnología, ha perdido su ingenuidad y su nobleza, arrinconando la ilusión y la sorpresa, despreciando la magia y la emoción, por otros tipos de ocio, menos fraternales, cibernéticos, a veces mezquinos y violentos. Nuestros padres nos llevaron al circo cuando éramos niños, pero nosotros ya no podremos hacerlo, el circo prácticamente ha desaparecido y con él parte de nuestra infancia.
Fue premiada con 2 Oscar (mejor película y mejor guión) y cinco nominaciones, así como de 3 Globos de Oro, incluyendo mejor película - drama. 

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