jueves, 27 de agosto de 2020

Cine: El nacimiento del star-system (VII)

(cont.)
Cuando Estados Unidos entró en guerra, los dirigentes políticos de la nación demostraron ser conscientes de la popularidad  de las estrellas, y las utilizaron para convocar grandes multitudes en las calles de las ciudades de todo el país, de manera que se pudiese vender el mayor número posible de Bonos de Guerra. 
James K. Hackett en The Prisoner of Zenda (1913)
Pero, según fueron ascendiendo los honorarios de las estrellas, las distribuidoras no tuvieron más remedio que cobrarles a los exhibidores aunque eso sirvió también para elevar el nivel de calidad de las películas que se hacían.  
Billie Burke en Gloria's Romance (1916)
Viendo que su poder disminuía y temiendo el derrumbamiento de toda su estructura, los productores buscaron formas de reducir los honorarios de las estrellas y someterlas a su control. Una de ellas consistió en la introducción de los contratos a largo plazo. Otra en la idea de Samuel Goldwyn de ofrecer al público alternativas como la creación de su propia compañía para producir películas basadas en textos de autores famosos. Y, cuando la compañía de una gran estrella caía en bancarrota, como ocurrió con la de Clara Kimball Young, la causa última no radicaba en la mayor o menor calidad de sus producciones, sino en la negativa de las grandes empresas a exhibirlas en sus circuitos. 
Como reacción a esos ominosos planes, cuatro de los nombres más importantes de la industria del cine, Mary Pickford, Douglas Fairbanks, Charles Chaplin y D. W. Griffith, decidieron unirse  en 1919 para crear su propia compañía, la United Artists. Cuando la noticia se filtró antes de tiempo, uno de los grandes productores, comentó sardónicamente: "Así es que los locos se ha hecho cargo del manicomio". Pero, de hecho, la fundación de la United Artists demostró que el poder de las estrellas había llegado al máximo. Tenían el mundo a sus pies y, cuando Mary Pickford y Douglas Fairbanks contrajeron matrimonio el 28 de marzo de 1920, se les considero como el rey y la reina sin corona de la industria del cine. 
Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Charlie Chaplin y D. W. Griffith, en 1919

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