miércoles, 5 de agosto de 2020

Las mejores películas de culto de la historia del cine (IV)

Ménilmontant (1926), de Dimitri Kirsanoff

Una ventana, una cortina rasgada, primeros planos de un hombre, de una mujer y del asesino de ambos. Un hacha suspendida y gotas de sangre en la tierra. Todo esto en apenas segundos, narrado con un montaje dinámico. Ménilmontant, un melodrama de apenas 38 minutos, relata la historia sin intertítulos, acudiendo a la gestualidad de sus intérpretes y a una composición vanguardista que utiliza recursos del surrealismo en las imágenes evocadoras de una infancia feliz; del impresionismo, en las ramas que se agitan sobre el agua del río; del expresionismo, cuando esas mismas ramas desnudas aparecen amenazadoras luego del asesinato de los padres; del formalismo, en la edición de las imágenes que utiliza un ritmo ágil y posee una narrativa sugerente, a través de sobreimpresiones metafóricas. También anticipa características del naturalismo poético en los interiores del mísero hotel o en la plaza, donde la joven madre hambrienta recibe las migajas de un anciano que apura su magro almuerzo; y del neorrealismo, en la elección de una historia melodramática, inserta en una realidad social que golpea a los más débiles.La película toma su nombre del barrio homónimo de Paris. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario