sábado, 26 de diciembre de 2020

Las mejores películas de culto de la historia del cine (LXXVI)

Los cuatrocientos golpes (Los 400 golpes) (Les Quatre Cents Coups (Les 400 Coups), 1959), de François Truffaut

Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando en su ánimo. Deseando dejar atrás todos sus problemas, sueña con conocer el mar y traza con René un plan para escaparse.Primer largometraje del director François Truffaut, uno de los símbolos insignia de la 'Nouvelle Vague', movimiento a partir del cual se abrió una brecha en el entonces estancado cine galo. Considerado un clásico del cine francés, el film representó, de la misma manera, el primer trabajo de la serie dedicada a su personaje, Antoine Doinel (mezcla de las personalidades del director y del propio actor que lo interpreta, Jean-Pierre Léaud ), que Truffaut iría desarrollando durante décadas a través de títulos como "Besos robados", "Domicilio conyugal" y "L'amour en fuite". 
La cinta obtuvo el Premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes y fue candidata al Oscar al mejor guión. El título se refiere a una expresión francesa (faire les quatre cents coups) cuya traducción podría ser "hacer las mil y una", refiriéndose a todas las trasgresiones del personaje en la película, aunque también juega con el significado estricto de la expresión, es decir, con la enorme cantidad de golpes que la vida propina al protagonista. La película semi-autobiográfica refleja los acontecimientos de la vida de Truffaut y sus amigos. En el estilo, expresa la influencia de las películas francesas que marcaron a Truffaut, con referencias a otras obras, sobre todo una escena tomada al por mayor de Zéro de conduite, de Jean Vigo. Truffaut dedicó la película al hombre que se convirtió en su padre espiritual, André Bazin, que murió justo cuando la película estaba a punto de comenzar a rodarse. Además de ser un estudio de personajes, la película es una exposición de las injusticias del tratamiento de delincuentes juveniles en Francia en ese momento

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