El 30 de
noviembre de 1932 se estrenó El signo de la cruz (The Sign
Of The Cross, 1932), dirigida por Cecil B. De Mille y protagonizada por
Fredric March, Elissa Landi, Claudette Colbert, Charles Laughton, Ian Keith. Estudios:
Famous Players (producción), Paramount (Distribción).
Sinopsis
argumental: Roma, 66 D.C. Los primeros cristianos buscan
liberarse de la persecución a la que los somete el psicótico emperador Nerón
(Charles Laughton), luego de haber ordenado incendiar la capital del Imperio.
Tito (Arthur Hohl) llega a Roma para predicar el evangelio y dibuja parte del
signo de la cruz en la arena. El romano Flavio (Harry Beresford) le responde
dibujando la otra mitad. Acto seguido, ambos son arrestados por los
legionarios. Marco Superbo (Fredric March), prefecto de Roma, toma el caso y, a
petición de la virtuosa Marcia (Elissa Landi), expide el perdón. La cortesana
Dacia (Vivian Tobin) va con el chisme a la emperatriz Popea (Claudette
Colbert), enamorada secretamente de Marco. Por su parte, Tigellino (Ian Keith),
intentando caer en gracia al Emperador y de paso, probar la deslealtad del
prefecto, persigue y mata a los dos sospechosos que Marco acababa de amnistiar.
También captura al joven Esteban (Tommy Conlon), a quien tortura para que
confiese el punto de reunión secreto de los cristianos. Planteados de esta
manera los ejes de presión entre los personajes, aún habrá lugar para una
prueba de fuego entre Marco y Marcia, con la famosa escena de la orgía en que
el Prefecto trata de doblegar la virtud de la joven cristiana y ésta se
mantiene incólume a las eróticas danzas de una sugerente cortesana (Joyzelle).
Nominaciones y premios: Nominada al Oscar: Mejor fotografía.
Comentario: Una de las más brillantes y polémicas películas históricas del épico Cecil B. DeMille. Como versión de The Sign of the Cross (Londres, 1895), obra teatral religiosa de Wilson Barrett perfectamente adaptable al estilo y estética del viejo Cecil B. De Mille, tiene más de un punto en común con la posterior Quo Vadis? (1951). DeMille ya había dirigido una primera versión sobre el tema en 1914. Para este remake gastó 650.000 dólares, rodándola en tan solo ocho semanas. Constituyó un enorme éxito de taquilla. Filmada antes de la implantación del famoso código de censura Hays, se reestrenó en 1944 añadiéndole un prólogo en que se tocaba el vigente tema de la II Guerra Mundial.
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