sábado, 16 de noviembre de 2013

Biografía de cine: Florián Rey (I)

Florián Rey. Fotografía publicada en la revista
Crónica, n.º 116, Madrid, 31 de enero de 1932
Cuando en el transcurso de los años 1935 y 1936, el cine español vive su efímero período de gloria, Florián Rey se convierte, sin duda alguna, en el máximo exponente de cuantos realizadores buscaban afanosamente el éxito. Nadie como él conocía el sentido de lo comercial, ni nadie como él supo  impactar tan hondamente en el público. Eran también para Florián Rey sus años de esplendor, la época durante la cual su nombre reinaba en las  carteleras de todos los cines.
Su película La aldea maldita (1930), se considera como la obra maestra del cine español de la etapa muda y algunas de sus obras populares de la etapa republicana, como Nobleza baturra (1935) o Morena Clara (1936), protagonizadas por Imperio Argentina, cosecharon un gran éxito, que le llevaron a competir incluso con la industria cinematográfica estadounidense y abrieron la posibilidad de desarrollar una industria de cine genuinamente española, aunque fue abortada con el estallido de la Guerra Civil.
Florián Rey, de nombre real Antonio Martínezdel Castillo, nace el 25 de enero de 1894 en La Almunia de Doña Godina, Zaragoza. Fue un director de cine español, uno de los máximos representantes del cine mudo y de la industria cinematográfica española de la Segunda República.
Comienza estudios de Derecho en 1909, que abandona pronto. Al año siguiente trabaja en la redacción del diario zaragozano La Crónica de Aragón y viaja a Madrid, ingresando como redactor en la Revista Financiera. Tras cumplir el servicio militar, regresa a Zaragoza en 1918 y empieza a trabajar en el Diario de Avisos, al tiempo que enviaba crónicas al diario madrileño La Correspondencia de España, donde comienza a utilizar el seudónimo de "Florián Rey". Todo lo cual no auguraba ni mucho menos su futura dedicación al cine, ni, por supuesto, permitía creer que años más tarde se convertiría en un realizador de primera fila. La casualidad, no obstante, le pone en contacto con Jacinto Benavente, quien a su vez, le recomienda a José Buchs para que lo contrate como galán joven en La inaccesible (1920), su primera película como actor. Y al año siguiente es contratado por Gregorio Martínez Sierra para el elenco del Teatro Eslava,  junto a la afamada Catalina Barcena, en la comedia de Carlos Arniches, La maña de la mañica; y más tarde cuando, sucesivamente, se incorpora a las compañías del Teatro de la Princesa y de Carmen Ruiz Moragos.
El buen resultado que, como actor, ofrece Florián Rey en aquélla su primera película, le da la oportunidad de seguir colaborando con Buchs, siempre en calidad de protagonista.Así, vuelve a mostrar sus dotes interpretativas en títulos como La señorita inútil, Víctima del odio, La verbena de la Paloma (las tres de 1921), y Alma rifeña (1922).
En 1923 actúa en la película Maruxa, obteniendo un importante éxito que consolida su profesión como actor. También participa en La casa de la Troya, 1924, de Alejandro Pérez Lugín y Manuel Noriega, basada en la novela del primero. La “Casa de la Troya” es una pensión de estudiantes juerguistas y gamberros. Allí llega un nuevo inquilino que se emamora de Carmiña, una joven gallega. Pero ella se niega a casarse con él hasta que acabe sus estudios.
Comienza a dirigir en 1924, adaptando para el cine la zarzuela La revoltosa, que consigue un gran éxito popular (motivando de ese modo su posterior contratación por parte de Atlántida Films, la productora para la que había trabajado con José Buchs). Primera película de Florián Rey como realizador, y primer film de Goya Films, compañía creada por él junto a Juan de Orduña y Juan Figueras. Se trata de la adaptación de la célebre zarzuela, cuyos derechos se pudieron conseguir a precio razonable por el parentesco de Orduña con los herederos de los autores, José López Silva y Carlos Fernández Shaw en la letra, y Ruperto Chapí en la música. La trama sigue los altibajos en los amores de dos jóvenes de muy fuerte carácter, y los celos provocados para dominar al otro. Se trata de un debut más que notable, con escenas bien resueltas, y planos curiosos como el del ojo de una cerradura. El film contiene interesantes imágenes costumbristas del Madrid de la época. El estudioso Agustín Sánchez Vidal hizo notar con acierto el ritmo de los planos, que se diría sigue la métrica de ocho sílabas de la zarzuela, y que tenía que ayudar al acompañamiento musical de la cinta.
Bajo el sello de Atlántida comienza Florián Rey a dirigir sus primeras comedias de tono popular y costumbrista:
La chavala (1924), con libreto original de José López Silva y Carlos Fernández Shaw, y música de Chapí. Con la gracia típica del género, la acción se desarrolla en un caluroso verano, en una popular plaza cualquiera de Madrid, entre personajes típicos como el carpintero y su empleado, o la señora que tiene un puesto de venta de gallinas. No se conservan copias de este film de Florián Rey, aunque como otros perdidos del cineasta, uno puede hacerse una idea de su gracejo con ayuda de la colección La novela semanal cinematográfica, que profusamente ilustrada resumía la trama de estos filmes.
Los chicos de la escuela (1925), versión de la obra del mismo nombre, de Carlos Arniches, ambientada en una escuela rural, donde a la enseñanza de los chicos por parte del maestro, se suman la rivalidad con un cacique, y los lances amorosos. Destaca el realismo de la puesta en escena de Florián Rey, quien aseguraba que en este cuadro del mundo rural se atrevió "a deslizar tímidamente algunos detalles realistas", y que cayó en la cuenta de que "el cine es un teatro mucho más realista que el teatro mismo".
Ese mismo año realiza El Lazarillo de Tormes (1925), adaptación del clásico de la literatura española El Lazarillo de Tormes. Narra la cruda vida de un antihéroe que deberá subsistir al castigo de sus amos, un ciego, un sacristán, un fraile..., empleando su astucia y burla para poder comer y beber algo más de lo que le dan. 
En 1926, una nueva adaptación de una zarzuela, en esta ocasión, Gigantes y cabezudos, protagonizada por  Carmen Viance, José Nieto, Marina Torres, Guillermo Muñoz, Francisco Martí, José Giméno.
También comienza a destacar en el género melodramático y folletinesco con El cura de aldea (1926),  adaptación de la novela de Pérez Escrich, que también pasó por el teatro. Su autor afirmaba que su propósito era "consignar verdades, atacar el vicio, enaltecer la virtud y defender la moralidad", apoyándonse en "las ideas de ese gran libro, el Evangelio". La trama se enmarca en las guerras carlistas, entre 1837 y 1848, y la cosa discurre en un pueblecito de Salamanca. La estructura narrativa se articula sobre el flash-back que propicia una mujer moribunda, que ha pedido los últimos sacramentos, y que rememora su vida pasada. Además de gran dramón, el film es todo un canto a la abnegación de los sacerdotes en el medio rural. En el resultado apunta ya maneras Florián Rey, que tres años después entregaría La aldea maldita.
De este modo, se llega al año 1927, cuando acaece en su vida dos hechos determinantes tanto para su devenir profesional como humano: primero, descubre para el cine a su nuevo iluminador, José María Beltrán; y segundo su encuentro con Imperio Argentina en el Teatro Romea de Madrid. Buscaba Rey la protagonista joven de la película que Perseo Film iba a producir para él, y la encontró en ella, después de dejarse enamorar por su cautivadora imagen, que protagonizará, bajo su dirección, La Hermana San Sulpicio (1927), que ambos repetirían, en el cine sonoro, en 1934. Primera de las dos versiones de Florián Rey de la novela de Armando Palacio Valdés. En ella un médico que acude a un balneario conoce a la hermana San Sulpicio, que junto con otras monjas acompañan a su superiora a tomar las aguas. Muy alegre y aficionada a la música, el médico se enamora de ella, más cuando sabe que no parece tener excesiva vocación y ha sido obligada a recluirse en el convento por la familia. Película ligera, fue el primer trabajo de Imperio Argentina con Florián Rey. Parece que Palacio Valdés accedió a ceder los derechos de su obra –no había permitido al mismísimo Gregorio Martínez Sierra acometer una adaptación teatral– al saber que Imperio iba a interpretar el papel principal. La película tuvo un gran impacto popular y es una de los más significativas de todo el período mudo del cine español.
El pilluelo de Madrid (1927) es su siguiente película. Dos niños, hermanos gemelos, son acogidos en el madrileño Asilo de la Paloma, en la Dehesa de la Villa. Aunque físicamente parecidos, uno es bueno y aplicado, al otro le tira más la vida golfa. En una ocasión una buena mujer, condesa, visita el lugar con idea de adoptar. Y se lleva al hermano bueno, que no tiene tiempo de advertir al otro de lo que ha ocurrido; lo que le lleva a pensar que le ha abandonado, motivo por el cual se desliza decididamente por una vida poco ejemplar. Aunque no se conservan copias de este temprano film de Florián Rey, todo apunta a que se trata de un folletín que cruza la picaresca de un "Lazarillo de Tormes" con las tramas imaginadas por Charles Dickens.
En 1929 dirige: 
Agustina de Aragón. Producida por un grupo de aragoneses que contrataron a Florián Rey para que llevase a la pantalla la gesta de la Heroína de la Puerta del Portillo. De escaso presupuesto, se suprimieron las grandes escenas. Se rodaron dos negativos, para dos galanes diferentes: José María Alonso Pesquera y Manuel San Germán. Supuso la consagración de Marina Torres tras una larga serie de películas donde no tuvo tanto eco. 
Los claveles de la VirgenHistoria de enredadas cuitas amorosas, que quiso repetir el éxito de La hermana San Sulpicio contando de nuevo con Imperio Argentina. Con un tono relativamente pícaro, donde contrasta el amor por un extranjero y el que despierta un español, el título alude a una ofrenda floral a la Virgen de las Angustias, con que acaba resolviéndose felizmente todo.
Fútbol, amor y toros,  con Ricardo Núñez, Blanquita Suárez, Modesto Ribas, Carlos Rufart y el cantaor "Guerrita". Un torero jubilado se lamenta de la decadencia de las costumbres. Muy distinto a él es un potentado, aficionado al fútbol, cuyo hijo es guardameta del Triana F.C. Este film, desaparecido en la actualidad, y que no triunfó en taquilla, contrapone las costumbres de la fiesta nacional y el deporte rey.
En 1930 realiza la que está considerada la obra maestra del cine español de este período, La aldea maldita. Al coincidir con la llegada del sonoro, en Francia se le dio sonido y se rodaron de nuevo algunas escenas habladas, aunque esta versión ha desaparecido. La versión existente es la muda, restaurada recientemente por la Filmoteca Española, con acompañamiento al piano de Javier Pérez Azpeitia. La historia puede dividirse en dos tiempos: en el primero, se nos presenta una aldea castellana castigada por las malas cosechas continuadas constituyendo un fresco sobre la España rural y real miserable; el segundo es un drama familiar, próximo quizás a lo calderoniano, con honor y amor contrapuestos. En 1942 dirigió una nueva versión homónima de esta película.Con Carmen Viance y Pedro Larrañaga en sus principales papeles, la película pone de manifiesto el buen hacer de Rey en un relato que rompe con toda su producción anterior, y se aproxima sin concesiones a una narración realista y, en ocasiones, melodramática. La intencionada originalidad de la película unida a un nuevo estilo en la dirección, innovador y directo, le valieron a Florián Rey un unánime aplauso de aceptación y reconocimiento. Quizá, el realizador aragonés no volvería a conseguir en el futuro una obra de tan alto nivel creativo.
Tras esta cinta, la producción española debe adaptarse al cine sonoro, y en este periodo Florián Rey marcha a familiarizarse con este sistema, al ser contratado como director de doblajes en español a Les Studios Paramount de Joinville-le-Pont. Durante este tiempo rueda en colaboración con E.W. Emo y Louis Mercaton, respectivamente, y todas protagonizada por Imperio Argentina:
Lo mejor es reír (1931). Cuando su novia le deja abandonado para casarse con un rico, un joven músico decide irse de viaje para tratar de olvidarle. Versión española de Rive Gauche, la comedia dirigida por Alexander Korda, puesto que en los primeros tiempos del sonoro se rodaban simultáneamente los mismos planos en diferentes idiomas, con otro equipo técnico y otros actores. Colaboró en la adaptación de los diálogos el célebre dramaturgo Pedro Muñoz Seca.
Su noche de bodas (1931). Una estrella del cine de vacaciones acaba haciendo amistad con un extraño compositor de canciones. Versión española de Her Wedding Night, de Frank Tuttle. Era habitual que durante los primeros tiempos del sonoro se rodaran adaptaciones simultáneas a diversos idiomas, con otros actores. La protagonizada por Imperio Argentina fue uno de sus primeros grandes éxitos.
El cliente seductor (1932), codirigida con Blumenthal, un cortometraje en el que intervenía Maurice Chevalier. Maurice Chevalier pasea por la calle y conoce a una bella mujerm que resulta ser la actriz Imperio Argentina.
Melodía de arrabal (1933), realizada junto a Louis Gasnier, con Carlos Gardel, en el que interpreta a un malandrín que vive en cafetines de arrabal haciendo trampas en el juego y con la vocación escondida (berretín, en lenguaje lunfardo) de cantor de tangos. Un día conoce a Alina (Imperio Argentina), una profesora de canto que lo oye cantar y le aconseja dedicarse profesionalmente, prometiéndole su ayuda y alguna recomendación. La historia se complica cuando el protagonista mata a un conocido del hampa que amenaza con delatar su mal vivir a Alina.
En 1933, regresa a España. Su primer film plenamente sonoro es Sierra de Ronda, historia sobre bandoleros andaluces cargada de dramatismo. La financiación se logró gracias al actor protagonista, marqués de Portago, que aportó 160.000 pesetas a cambio de tener el papel principal. Algo que no ayudó al film, pues aunque apuesto y deportista, Antonio Portago no había sido bendecido con el don de la interpretación. Especie de western a la española, el film se sitúa en la época de los bandoleros andaluces, y tiene como marco inmejorable la sierra del título.
En esta etapa de la Segunda República, Florián Rey madura la idea de crear un cine nacional comercial, basado en temas y formas populares. Con estos presupuestos realizó su trilogía de:
La hermana San Sulpicio (1934). Desde su Viana del Bollo natal llega al Balneario de Marmolejo el doctor Ceferino Sanjurjo, dispuesto a beneficiarse de las saludables aguas del establecimiento. Allí, entre otros residentes, se encuentra la Madre Superiora del convento sevillano del Corazón de Maria, a quien acompañan dos hermanas jóvenes de la congregación. Desde el primer momento, el doctor Sanjurjo queda fascinado por una de las monjitas, la hermana San Sulpicio, quien a su belleza poco común une una chispeante alegría y una voz excepcional.
Nobleza baturra (1935). Aragón, a principios del siglo XX. María del Pilar, una honesta muchacha, es acusada por un pretendiente despechado de mantener relaciones sin haber contraído matrimonio. La calumnia se extiende por lo que el buen nombre de la joven se ve mancillado. María del Pilar se ha prometido en secreto con un sirviente de su padre. Florián Rey dirigió este clásico del cine español que supuso uno de los grandes éxitos en taquilla de la época de la II República. Adapta la obra teatral de Joaquín Dicenta. Supuso una de las interpretaciones más recordadas de Imperio Argentina. Juan de Orduña dirigió una nueva versión en 1965.
Morena Clara (1936).Tras ser sospechosos del robo de un jamón, los hermanos Trini y Regalito, gitanos, son llevados ante la audiencia de Sevilla. Allí­ serán acusados por un severo fiscal que, sin embargo, no podrá evitar enamorarse de la guapa joven.
Las tres películas fueron protagonizadas por Imperio Argentina, exploraban la lucha de la mujer en un mundo tradicional basado en la religión y la vida rural, actitud ante la mujer muy acorde con los avances del periodo republicano. La visión conciliadora entre las diferentes españas que convivían en estos agitados tiempos de este cine de Florián Rey, suponía un granito de arena en la forja de una sociedad moderna para España, aunque, desgraciadamente, la historia desmentiría este propósito con el advenimiento de la Guerra Civil Española.
Con anterioridad a esta trilogía había rodado El novio de mamá (1934), con Imperio Argentina y Miguel Ligero. Primera producción española auspiciada por ECESA, Estudios Cinema Español S.A. Imperio Argentina da vida a una mujer despechada por el plante de su novio, que decide hacerse monja. Pero el hombre que amaba, y que creía que la había engañado, acabará raptándola. Aunque el tono de la historia es de comedia amable, con canciones para lucimiento de la protagonista, algunos criticaron a Florián Rey por lo que les parecía un tratamiento frívolo de la vida conventual.
El éxito de este cine en los años 30, que pudo competir con el llegado de Hollywood, basándose en temas populares, la destreza técnica y el gracejo de Imperio Argentina solo ha podido ser conseguido en menor medida en nuestros días por Pedro Almodóvar, como señala Agustín Sánchez Vidal. El director inaugura un periodo dorado con un cine de raíces costumbristas, apoyado en el folclore y los mitos populares, en números musicales arraigados en nuestra tradición y en una narrativa fílmica eficaz e inteligente.
En 1935 se afilió junto a Imperio Argentina a Falange Española.
La Guerra Civil truncó este fulgurante ascenso. Florián, de ideología conservadora, aunque no franquista, e Imperio Argentina, ya casados, se trasladaron a Berlín, donde fueron acogidos por el propio Adolf Hitler, donde reinicia su trabajo bajo el apoyo financiero de la Hispano-Films-Produktion. Realizaron en Alemania dos películas:
Carmen la de Triana (1938), revisión del mito de Carmen. La acción se desarrolla en Andalucía durante los años de la ocupación francesa. Carmen, la cantante más famosa del país, es una mujer inconstante que reparte su amor entre tres hombres. Uno de ellos se llama Antonio, antiguo capitán del ejército regular que ahora es jefe de una partida de guerrilleros que asalta a las patrullas francesas. El segundo hombre que comparte el amor de Carmen es José, un sargento de las tropas francesas. Su tercer amor es un famoso torero de Ronda.
La canción de Aixa (1938), inicio del final de la relación entre Florián e Imperio. Dramón basado en la novela de Manuel de Góngora, impregnado de exotismo árabe. Para algunos Florián Rey traslada los tópicos maños de Nobleza baturra al mundo de la morisma. Imperio Argentina, que había tenido una fructífera relación con el cineasta, profesional y personal, admitió que se estaba distanciando de él, y que de ello se resintió esta película. Ésta cuenta la amistad entre dos primos, y sus cuitas amorosas, de modo bastante previsible. Lo más destacable es la escena del baile de los velos.
Vuelto a España tras la guerra, rodó La Dolores (1940), protagonizada por Concha Piquer. Un intento de restaurar aquel cine costumbrista y popular en la España franquista. Dolores, una joven muy hermosa, trabaja en el mesón de Daroca y es pretendida por el barbero de la localidad, Melchor, y a su vez por el señor Patricio, el más rico labrador de la comarca. Un día aparece en el mesón el joven Lázaro, un estudiante de latines que se enamora de la muchacha y es correspondido. Despechado, Melchor inventa la famosa canción de la Dolores, por todos conocida, manchando el honor de la muchacha. 
En 1941 dirige ¡Polizón a bordo!. Antonciño, un joven gallego de humilde condición, se queda compuesto y sin novia cuando su querida Rosiña es puesta por sus padres a disposición del heredero de su señor, un juerguista nato llamado Javier. De modo que el joven se embarca como polizón en un barco, rumbo a las Américas, donde amasará una fortuna. Tanto debe a su condición de ex polizón, que todo negocio que emprende lleva, como si de su apellido se tratara, el apelativo "Polizón". Parece que parte de la trama está inspirada en las andanzas del productor del film, Cesáreo González, que hizo fortuna en Cuba y México tras emigrar a estos países. Florián Rey siempre estuvo muy agradecido a González por su confianza y colaboración profesional, sobre todo en los años 50, cuando nadie parecía confiar en él.
Al año siguiente realiza La aldea maldita (1942). En una mísera aldea castellana malviven el labrador Juan Castilla, su esposa Acacia, el hijo del matrimonio y el abuelo Martín, invidente. Un enfrentamiento entre Juan y Lucas, el cacique y usurero local, provoca que el labrador sea encarcelado. Magdalena, convence a Acacia para que abandone una aldea empobrecida sobre la que parece pesar una maldición. Tres años después, Juan encuentra a su esposa con otro hombre en el reservado de una taberna y la obliga a volver al hogar y mantener las apariencias hasta que fallezca el enfermo abuelo Martín... Segunda versión de la misma historia, dirigida por el propio realizador en 1930 y considerada como la mejor obra muda del cine español, La aldea maldita.
(cont.)

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