viernes, 18 de septiembre de 2020

Yuki, una maravillosa animación japonesa entre Kurosawa y Miyazaki

Realizada en 1981 por Tadashi Imai, un fresco feudal fantástico, en el que una diosa apoya una revuelta campesina. Grandioso. Recomendado a partir de los 8 años.

Bastante desconocido, Tadashi Imai (1912-1991) ha dirigido alrededor de cuarenta películas de acción real, tales como Jun'ai monogatari (1957), Oso de Plata al mejor director en el 8º Festival Internacional de Cine de Berlin, o Bushidô zankoku monogatari, Oso de Oro en Berlín en 1963; y un sólo largometraje animado, Yuki. A medio camino entre Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954), de Akira Kurosawa, y La princesa Mononoke (Mononoke-hime, 19979, de Hayao Miyazaki, la historia transcurre en Japón durante la época feudal. El cineasta, marxista y humanista, describe de manera concisa los engranajes de esta sociedad desigual, asumiendo la causa de los más débiles.

La historia:  En el cielo, los abuelos de Yuki deciden que, habiendo cumplido trece años, debe ir a la Tierra a una aldea que está destrozada por bandidos e intervenir para salvar a su gente. Sin embargo, si no tiene éxito en un año, se volverá tan insustancial como el viento. En el pueblo, Yuki se hace amigo de un grupo de huérfanos cuyos padres han sido asesinados por los bandidos y que ahora subsisten mendigando. Yuki los sorprende domando al caballo salvaje Blizzard. Ella es fundamental para lograr que los huérfanos y los granjeros se enfrenten primero a los bandidos y luego a Goemon, el codicioso señor que domina la región. Pero Yuki debe enfrentarse a su mayor desafío cuando el Dios Demonio disgustado que vive en el volcán emerge para destruir a los que viven debajo.

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