Biografías de cine: William Powell (II)

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Otras de sus películas destacadas son:

- Doble boda (Double Wedding, 1937), de Richard Thorpe, con Myrna Loy. Producción de Joseph L. Mankiewicz para Metro Goldwyn Mayer, que adapta la obra teatral 'Great Love' escrita por Ferenc Molnár (1878-1952), un conocido autor húngaro provisto de desbordante imaginación y cuyas comedias en escena fueron muy apreciadas en Hollywood hasta el punto de provocar un buen número de versiones cinematográficas como El bazar de las sorpresas (1940), El cisne (1956), Escándalo en la corte (1960) y Uno, dos, tres (1961). Doble boda mantiene las constantes de su obra mezclando romance y humor inteligente y sofisticado, al contar la historia de un autor que acepta escribir una obra para una actriz con la finalidad de involucrarse sentimentalmente con la hermana de ésta.

Myrna Loy y William Powell en Doble boda (19379

- El último adiós a la señora Cheyney (The Last of Mrs. Cheyney, 1937), dirigida por Richard Boleslawski, Dorothy Arzner, George Fitzmaurice y y protagonizada por Joan Crawford, William Powell, Robert Montgomery y Frank Morgan, que adapta la obra de teatro The Last of Mrs. Cheyney de 1925 escrita por Frederick Lonsdale. La película cuenta la historia de una elegante ladrona de joyas en Inglaterra, que se enamora de una de sus víctimas. Esta cinta es una adaptación de una película previa, The Last of Mrs Cheyney de 1929, con el mismo título que la obra de teatro, protagonizada por Norma Shearer y Basil Rathbone. Además, se adaptó posteriormente en un remake titulado La enigmática señora Loverly (The Law and the Lady, 1951), protagonizado por Greer Garson y Michael Wilding.

- La baronesa y el mayordomo (The Baroness and the Butler, 1938), de Walter Lang. La película se basa en una obra teatral de Leslie Bush-Fekete, que fue filmada en auténticas localizaciones húngaras. Una de las primeras películas americanas de la sofisticada estrella francesa Annabella (1909-1996), que había debutado en el magnificado Napoleón (1927), de Abel Gance, prosiguiendo después una exitosa carrera en el cine de su país, para pasar a mediados de los años 1930 al cine americano. En Hollywood no pasaría de ser una secundaria de exótica belleza, adquiriendo la fama que le faltaba al casarse con Tyrone Power. Tras intervenir en dos películas españolas como Don Juan (1950), de José Luis Sáenz de Heredia (1950) y Quema el suelo (1952), de Luis Marquina (1952), acabaría retirándose de la profesión. Película que provocó más de un disgusto a los productores ya que, debido a la frágil situación que atravesaba Europa, fue prohibida en algunos países. Y es que, sin proponérselo, Hollywood no hacía más que mostrar tópicos y cuchufletas de un país como Hungría, donde se desarrolla la acción. Allí, la hija del Primer Ministro se enamora de su mayordomo que, para más problemas, es un líder opositor a la política del gobierno.

William Powell siguió trabajando durante los años 1940 y 1950. De esta época destacaremos: 

- Te quiero otra vez (Te quiero otra vez, 1940), de W.S. Van Dyke, con Myrna Loy de nuevo. Larry Wilson (William Powell), un hombre de negocios, se recupera de un episodio de amnesia y descubre que en realidad es un estafador; pero, además, vuelve a enamorarse de su esposa (Myrna Loy), de la que estaba a punto de divorciarse. 

Myrna Loy y William Powell en Te quiero otra vez (1940)

- Mi marido está loco (Love Crazy, 19419, de Jack Conway. La película volvía a reunir a la pareja William Powell y Myrna Loy, célebre por su serie de detectives y que también había participado en otras comedias. Ambos demuestran la excelente química que proporcionaban en pantalla, resolviendo las situaciones más disparatadas con cierta naturalidad y complicidad. Cierto es que, en ocasiones, la película parece un mero escaparate para lucimiento de las dos estrellas, a pesar de su elaborado guión en el que participaron nada menos que tres escritores (William Ludwig, Charles Lederer y David Hertz). La comicidad de su trama consiste en todos los trucos empleados por Powell cuando su mujer (Myrna Loy) emprende acciones de divorcio. Es entonces cuando su título español adquiere todo su sentido.

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