lunes, 28 de enero de 2019

L'heure de la sortie, o la fascinación de la juventud por la muerte

Unos escolares privilegiados de una escuela secundaria acosan fríamente al sustituto de su profesor que se ha suicidado. Una ficción enmarcada por una cierta pulsión de muerte contemporánea.
La figura de la maestra abucheada, incluso violentada por unos estudiantes insoportables, reaparece regularmente en las pantallas, sea cual sea el tono, desde François Bégaudeau en La clase (Entre les murs, 2008) a Isabelle Adjani en La journée de la jupe (2008) o Isabelle Huppert en Madame Hyde (2017). Pero lo que intriga desde el principio, frente a L'heure de la sortie (2018), es la corrección aparente extrema de los escolares que tratan humillar a al profesor sustituto (Laurent Lafitte), después del suicidio del titular. Y también la hipótesis de su superioridad psicológica, intelectual y social sobre él. Forman la clase brillante de tercer grado, poco numerosa, de un establecimiento privado elegante. Y son particularmente buenos en el acoso moral, con respuestas lacónicas y preguntas insidiosas. Lo peor está por venir.
Es el segundo largometraje de Sébastien Marnier cuyo Irréprochable (2016) (con Marina Foïs), padecía de una cierta reiteración, película desagradable sobre una joven desagradable. L'Heure de la sortie es más problemático y más abierto. Se establece un equilibrio entre las fuerzas involucradas. Porque el profesor no solo se desestabiliza, sino que también se asusta, por la pequeña banda de adolescentes no convencionales. También se convierte en un espectador fascinado. Los sigue, en su tiempo libre, lejos del colegio, con intenciones oscuras. Espía sus actividades, al principio indescifrables, entre la secta informal y los juegos mórbidos. Este personaje soltero de cuarenta años, a quien nadie tranquiliza en casa por la noche, confirma la singularidad de juego de Laurent Lafitte sin ostentación: ¡ya era terriblemente opaco en el Paul Sanchez est revenu! (2018), de Patricia Mazuy. Y la homosexualidad del maestro, explícita, nunca se convierte en el tema de la historia, y mucho menos su clave: una rareza para saludar.

Con cierto parecido a El pueblo de los malditos 

Los alumnos parecen salidos de El pueblo de los malditos (Village of the Damned, 1960), el clásico de terror dirigido por Wolf Rilla: muy avanzado para su época. Basándose en la novela de Christophe Dufossé) que adapta, Sébastien Marnier sin embargo, da un fuerte aire sociológico a su obra. Son los hijos de un mundo que ya no cree en el progreso sino solo en la inminencia de desastres ecológicos, sanitarios y terroristas. Acumulan y organizan las imágenes de esta pesadilla (guerras, matanzas, vertederos) que ven como su único futuro. El impulso de muerte entre los jóvenes se convierte en el tema principal de la película y mantiene el suspense. Sobre todo porque el profesor acosado tiende a comportarse como si todavía tuviera alguna relación en este oscuro mundo adolescente, más allá de sus impulsos protectores. En el desenlace, inusual en el cine francés, planea la magnífica sombra de Take shelter (2011), de Jeff Nichols, relativamente reciente referencia de ficción paranoica. O extralucida.

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