miércoles, 30 de enero de 2019

Las seis claves para comprender el mundo encantado de Hayao Miyazaki (II)

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El dominio de los dioses

En el universo de Hayao Miyazaki, los dioses y las bestias se confunden a menudo. ¿Como calificar, por ejemplo, el extraño Gatobús (Nekobasu), o la enorme y elegante criatura silvestre, Dai-Totoro, de Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro, 1988)? Al igual que el ciervo rutilante o los lobos o jabalies gigantes que puebla el bosque de La princesa Mononoke (Mononoke Hime, 1997), se trata de kamisentidades que son adoradas en el sintoísmo - y la filmografía del maestro japonés-.
Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro, 1988)
Lo espiritual impregna todo, hasta el fondo de los océanos donde vive Ponyo en el acantilado (Gake no ue no Ponyo, 2008), la divina niña-pez. Sin olvidar el extraño "otro mundo" del Viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, 2001), con esas termas donde se reúnen toda una galería de criaturas inquietantes y fascinantes, como ese dios cubierto de barro y mugre, esas ranas en quimono y otros milagros con pelos, escamas y plumas, que permiten todas las fantasías gráficas, todas las aventuras visuales...
Ponyo en el acantilado (Gake no ue no Ponyo, 2008)
A veces están en el umbral de la adolescencia, idealistas e intrépidos -Nausicaä del Valle del Viento (Kaze no Tani no Naushika, 1984), Nicky, la aprendiz de bruja (Majo no takkyūbin, 1989) y muchos otros-, o incluso muy pequeños y rebosantes de energía, y tan mágicos como los mismos dioses. En Mi vecino Totoro, la alegría de la pequeña Mei, de 4 años, es casi igual a la del gigantesco peluche que encanta al bosque vecino. La misma fuerza vital para Ponyo, que extrae tanto sus poderes de sus orígenes sobrenaturales como de su entusiasmo juvenil.
Nicky, la aprendiz de bruja (Majo no takkyūbin, 1989)
Hayao Miyazaki ama a todos los niños y no cesa de convertirlos en héroes, porque su candor, su imaginación, los coloca en la frontera entre los mundos: lo humano y la naturaleza, lo profano y lo sagrado. Chihiro, a diferencia de sus padres, puede interactuar con los dioses. Sophie "repara" a su manera el fabuloso castillo ambulante... Todos dotados con el fervor y el optimismo de que el "maestro" a menudo se niega a sus mayores.
Nausicaä del Valle del Viento (Kaze no Tani no Naushika, 1984)
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