viernes, 25 de enero de 2019

Doubles Vies: un vodevil rodado como un oscuro thriller

¿Por qué los cineastas deberían continuar contando sus historias sin tener en cuenta los cambios tecnológicos (como el digital) que influyen en la forma en que se cuentan estas historias? ¿Por qué no una ficción basada en preguntas que empujan el mundo del arte, la cultura, el audiovisual? Doubles Vies se ubica en el sector editorial, pero podría ser, también, el del cine, la televisión o los medios de comunicación. Además, la película también evoca las series, a través de la actriz interpretada por Juliette Binoche, y la política, con el comprometida parlamentaria interpretado por Nora Hamzawi. La sociedad descrita, capturada por lo virtual, es porosa, "viral". La puesta en escena de Olivier Assayas, más fluida que nunca. Todo circula, y primero lo que debe permanecer en secreto.
Pensando de otra manera, el suscriptor Olivier Assayas: "¿Cómo representar la forma en que lo digital afecta nuestras vidas?"
Así que  nos encontramos ante un vodevil filmado como un oscuro thriller. Donde los deseos y sentimientos son inseparables de las ecuaciones profesionales de cada uno. Cuando, al principio, el editor (Guillaume Canet) almuerza con uno de sus autores (Vincent Macaigne), juega insidiosamente, detrás de la conversación traviesa, con el futuro del escritor (enredado en la autoficción, con cada vez menos éxito), el de la editorial (frente a la evolución de los lectores y los rompecabezas del libro electrónico), y el futuro de un asunto extramarital que conecta y opone a los dos hombres.

Actores chispeantes

En el contexto de la digitalización del mundo, y al hilo de los impresionante debates verbales en torno a él, se crean las alianzas, se rompen las alianzas. Hay gran agudeza en ciertos rasgos psicológicos y observaciones sociales. La joven graduada (Christa Théret) a cargo de los desarrollos digitales en la editorial parece motivada por el deseo de hacer tabla rasa, antes de traicionar un vínculo orgánico con la literatura y la poesía. La comprometida parlamentaria incita incesantemente a reprochar la política del espectáculo, mientras que ella se aferra sobriamente a hechos y hechos. La estrella de la serie policíaca, en  plena duda sobre el significado de su trabajo, se enoja porque vivimos todo, de ahora en adelante, "en una especie de la adicción".
Traiciones completas, adulterios estratégicos, colusiones secretas: parece, veinte años después, una continuación de Finales de agosto, principios de septiembre (Fin août, début septembre, 1998), también de Olivier Assayas, que ya se encuentra en el mundo de las publicaciones y poblado por idealistas treintañeros. Una secuela donde la vida se habría convertido en vinagre. Los actores brilla, sin miedo, a interpretar a personajes desagradables, Canet y Binoche a la cabeza. Un humor agudo estiliza la película sin iluminarla. Sin embargo, un epílogo en el sol reabsorbió de repente la espesa nube negra que pesaba sobre cada uno, revelando una ligera ironía, inesperada. ¿Fueron todas estas guerras, grandes o pequeñas, solo un hobby invernal y urbano? La burla de un mundo que finalmente experimenta más miedo que daño.

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