sábado, 5 de enero de 2019

Las 16 escenas más inolvidables de películas de 2018 (I)

¿Qué ha visto en 2018? Ocasionalmente, con motivo del cambio de año, les proponemos buscar entre los recuerdos para encontrar la película que más nos ha gustado, el actor o la actriz que nos ha entusiasmado. En esta entrada, les proponemos esta recopilación, ultrasubjetiva, de las escenas más inolvidables del 2018. 
1.- La escena de la bañera en Custodia compartida (Jusqu'à la garde, 2017). Después de más de una hora de presión insidiosa, constante e implacable, la guerra de una pareja por la custodia de Julian, de 11 años, se convierte en un thriller aterrador. Denis Ménochet, padre herido y frustrado se convierte en peligroso bloque de rabia y odio. Ante el ataque, madre e hijo se refugian en la bañera. Filmado en primer plano con la cámara en inmersión total, el espectador se queda con ellos, petrificado y despavorido.
2.-  En la playa, los dos niños del medio casi son arrastrados por la fuerte corriente en un momento en el que Sofía los deja al cuidado de Cleo, quien no sabe nadar, y Cleo se ve obligada a entrar al océano para salvarlos. Cuando Sofía y los niños afirman su amor por Cleo por una devoción tan desinteresada, ella se deshace de la culpa intensa, revelando que no había querido a su bebé... Es una escena de Roma (2018), de Alfonso Cuarón.
3.- En Amanda (2018), con mucho la película francesa más hermosa del año, hay un breve plan sobre los cuerpos sangrientos de las víctimas de un atentado en el Bois de Vincennes. Unos pocos segundos que hacen oscilar a la película desde la indiferencia hasta la intranquilidad. Mikhaël Hers podría haberlo hecho como en sus películas anteriores y utilizar una elipse. Él elige este momento para enfrentarse a lo inefable de frente, sin falsa modestia. Espléndida paradoja: la matanza terrorista se vuelve más real a través de la ficción.
4.- La escena que abre la película de Paolo Sorrentino, Silvio (y los otros) (Loro: International Cut, 2018): una oveja, escapado del rebaño, entra en el salón  desierto de la soberbia villa de Berlusconi en Cerdeña. Tiembla... ¿De frío? El aire acondicionado está al máximo... ¿De miedo? Los televisores colgados en las paredes transmiten imágenes de tertulias de los canales de Berlusconi. La oveja, al final, se derrumba, las cuatro patas descuartizadas sobre el parquet. Divertidamente  aterradora.
5.- El ensayo del prototipo de módulo lunar en First Man (El primer hombre) (First Man, 2018). Neil Armstrong (Ryan Gosling) sobre unos campos terrestres, a bordo de una especia de tractor volador, que se estrella y se incendia. Es una de las secuencias más llamativas de la película firmada por Damien Chazelle: un deslumbramiento, casi inútil a la intriga, en el límite de la alucinación ¿No es la conquista espacial, también, algo surrealista?  
6.- Ready Player One (2018) es un es un gigantesco popurrí de referencias a la cultura pop de la década 1970 y 19880. La mayoría solo dura unos pocos segundos, el tiempo de una imagen o una réplica, pero otros son verdaderos retos del guión. Para resolver uno de los enigmas del juego virtual en el corazón de la película, los héroes deben sumergirse en el universo de El resplandor (The Shining, 1980). Un momento genial de vértigo cinéfilo, cuando los decorados y los personajes de la obra maestra de Stanley Kubrick se transforman, a su vez, en avatares digitales...
7.- Perdón, aquí hemos escogidos dos. Al final de Lady Bird (2017), de Greta Gerwig, la madre de Saoirse Ronan "se apresura" para llegar al aeropuerto antes de que su hija, con la que se ha peleado, abandone la ciudad, la casa, la familia. ¿Llegará a tiempo? Estas discusiones que nos gustaría que no hubiesen ocurrido: todos hemos sido esta madre. En Burning (Beoning, 2018), de Lee Chang-Dong, cuando la bella Haemi se fue volando, el joven Jongsu vuelve a casa para alimentar al gato. El pequeño apartamento está vacío y todavía lleno de ella. Jongsu se acuesta en la cama, se masturba. El poder de la memoria: todos hemos sido Jongsu.
8.- La última conversación telefónica entre Andrew Garfield, héroe aburrido de Lo que esconde Silver Lake (Under the Silver Lake, 2018), de David Robert Mitchell) y la vecina desaparecida, que buscará después de algunas semanas. Ella le habla de desde la tumba-búnker, definitivamente sellado, de un nihilista multimillonario, en donde se supone va a celebrar una fiesta unos meses antes de un suicidio colectivo. Más allá del estupor y el terror que tal descubrimiento provoca en él, este aplazamiento devuelve a la desilusionada adolescente a su propia finitud.
(cont.)

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