martes, 27 de octubre de 2020

Por el estreno de Druk (Another Round)... (VII)

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37.- Tallo de hierro (Ironweed, 1987), de Héctor Babenco 

Durante la época de la Gran Depresión, Francis Phelan, un antiguo jugador de béisbol, abandona a su familia cuando accidentalmente mata a su hijo. Desde ese momento se convierte en un andrajoso borracho. En Albany busca a Helen, una antigua novia y compañera de borracheras, y los dos se ponen a vivir de la forma más miserable, en la calle, intentando ganar dinero como pueden para pagarse la bebida. Tallo de hierro resultó ser el primer intento serio por mostrar el mundo del alcoholismo desde la perspectiva de la pobreza y la desconexión social. Por primera vez, los protagonistas no son ciudadanos de clase media cuya adicción viene motivada por su incapacidad de afrontar las vicisitudes de la vida cotidiana: aquí nos encontramos con unos verdaderos marginados, con vagabundos cuya única razón de ser es la de encontrar unos dólares con los que hacer frente a su necesidad de beber. La película nos muestra cómo en las calles de las grandes ciudades existen esquizofrénicos, pobres, marginados y otras personas que parecen pertenecer a otro plano distinto, a otro mundo que se entremezcla con el nuestro pero que siempre está mediatizado por el alcohol. En la película vemos que cada persona que vive en la calle tiene su historia particular que la ha conducido hasta su propio infierno. Como el protagonista, Phelan, un antiguo deportista al que la culpa le ha llevado a vivir en la calle y dedicar su vida a combatir el frío y huir de la policía y de las palizas de los grupos de vigilantes de ferrocarriles. Con estos antecedentes nos encontramos ante una película incómoda, triste y desgarradora, por lo que se nos narra, pero que trata a los protagonistas con humanidad y ofrece cierta esperanza: los personajes, por más dificultades que les pone la calle, nunca pierden la capacidad de amar ni un particular concepto de solidaridad que les permite sobrevivir.Esos ciudadanos anónimos que pueblan las calles de las grandes ciudades y a los que miramos con una mezcla de pena, miedo y condescendencia son los protagonistas de una película que se centra en la parte más oscura de la civilización: la de todos aquellos cuyo futuro es simplemente el presente inmediato.

38.- Bird (1988), de Clint Eastwood

La fama del saxofonista de jazz Charlie "Bird" Parker crece rápidamente a partir de su llegada a Nueva York en 1940. Pero Parker comienza a abusar del alcohol y las drogas y su vida se convierte en un infierno. Con Bird, Clint Eastwood consiguió el reconocimiento crítico del que goza hoy en día, precisamente con la primera película en la que no aparecía como actor. Esta evocación del mundo del jazz de los años 1940 fue entendida por Eastwood como recuerdo de su época de adolescente, por lo que muchos la consideran su primera película personal, a la que seguirían títulos como Cazador blanco, corazón negro (1990), Sin perdón (1992) o Los puentes de Madison (1995), entre otras. Junto al éxito de público, Bird consiguió el Premio al Mejor Actor en el Festival de Cannes para Forest Whitaker, y el Oscar al mejor sonido.

39.- Los amantes del Pont-Neuf (Les amants du Pont-Neuf, 1991), de Leo Carax

Alrededor del parisino Pont Neuf se formula una historia de amor entre dos vagabundos. Él es Alex, un frustrado artista de circo. Ella, Michele, una pintora que va perdiendo el sentido de la realidad tras una relación emocional rota y una enfermedad degenerativa que la va dejando ciega. El sentido de la dependencia entre ambos se va estrechado y la relación que les une se torna un círculo vicioso y agobiante. Uno de los títulos emblemáticos de la corta filmografía de Leos Carax es este drama intimista que mezcla temas como el romance y la pobreza, que el propio cineasta escribió pensando en sus dos protagonistas: Juliette Binoche y Denis Lavant, con quienes ya había trabajado en su último trabajo, Mala sangre. Ambos tuvieron la dificultad de desarrollar dos personajes solitarios que construyen su propia realidad. El poderío de esta cinta logró que no pasara desapercibida en los festivales internacionales y logró nominaciones a los César (mejor actriz y decorados) y BAFTA (mejor cinta de habla no inglesa). Binoche también recogió algunos premios, como el Sant Jordi o el European Film Award por su actuación.

40.- Betty (1992), de Claude Chabrol

Una mujer en edad madura sufre una crisis al divorciarse de su marido. A través de una amiga, recuperará la ilusión de volver a amar. Claude Chabrol fue uno de los abanderados de la "Nouvelle Vague", que supuso una renovación para el cine europeo, junto a directores como François Truffaut, Eric Rohmer o Jean-Luc Goddard. Desde 1958 ha realizado medio centenar de películas, de las que pocas han sido estrenadas en cines comerciales españoles. Ese es el caso de Betty, una producción de 1992, que continúa plasmando los temas recurrentes de este director francés, como el de las relaciones personales. Sin embargo, en esta ocasión no se centra en el análisis de la mente de un homicida (como hace a menudo), sino que plantea una historia de adulterios y desamores, partiendo de un texto de Georges Simenon. Protagonizaron Stéphane Audran, esposa del cineasta, y Marie Trintignant, actriz trágica y prematuramente desaparecida a consecuencia de una brutal agresión de su compañero sentimental.

41.- L'inconnu dans la maison (1992), de Georges Lautner

Me. Jacques Emile Marie Loursat es un abogado muy brillante que se hundió en el alcoholismo tras el suicidio de su esposa. Su hija Isabelle, que lo responsabiliza de la muerte de su madre, no le habla desde hace 10 años. Una noche, cuando llega a casa borracho de un burdel, Loursat escucha un disparo dentro de su casa. Poco después, descubre a un joven agonizante en el segundo piso: Joël Cloarec. Muy rápidamente, las sospechas de la policía se dirigen a Antoine Manu, el amigo de Isabelle, quien se encuentra acusado y luego enviado de regreso a los tribunales. Loursat se compromete a defenderlo... Se trata de una adaptación libre de la novela Les inconnus dans la maison de Georges Simenon, que ya había tenido una primera versión cincuenta años antes con Henri Decoin. La película es la quinta y última colaboración entre el director y Jean-Paul Belmondo, después de Yo impongo mi ley a sangre y fuego (Flic ou Voyou, 1979), El rey del timo (Le Guignolo, 1980), El profesional (Le Professionnel, 1981) y Simpático y caradura (Joyeuses Pâques, 1984).

42.- Cuando un hombre ama a una mujer (1994), de Luis Mandoki

Alice y Michael Green son, a primera vista, el prototipo de matrimonio ideal estadounidense: ella es consejera de estudios en una escuela superior y él es piloto, tienen dos hijas y una bonita casa. Sin embargo, tras esta apacible imagen, Alice esconde un terrible secreto, es alcohólica: sin unas copas se siente incapaz de afrontar cualquier compromiso social. Cuando su marido se da cuenta del problema, intentará hacer frente a la situación convenciéndola de que ingrese en un centro de desintoxicación. Pero nada será fácil ya que todo depende de la voluntad de ella y ahí, precisamente, es donde radica la clave del problema. Dirigida en 1994 por el argentino Luis Mandoki, la cinta muestra una interesante perspectiva del problema del alcoholismo: cuando éste se da en el seno de una familia aparentemente feliz y normal. La cinta presenta una reflexión fílmica sobre las relaciones de pareja, defendiendo con valentía y convicción el poder de la comprensión y del sacrificio como soporte en las dificultades. El drama del matrimonio es narrado con sinceridad por un director que, lejos de juzgar, intenta ofrecer personajes humanos que no son capaces de hacer frente a sus problemas cotidianos y que sólo pueden salir a la superficie con la ayuda de los demás. La película le da mucha importancia al sufrimiento que una adicción como esa causa en la unidad familiar. En este sentido, resulta especialmente conmovedor el personaje de la hija mayor, Jess, una niña que debe soportar, a veces heroicamente, el desmoronamiento físico y psíquico de su madre, y los dramáticos esfuerzos de su padrastro por sacarla adelante. Con toda la intención del mundo, el director refleja en la niña el patetismo, el dolor y toda la perplejidad de los hijos ante las crisis familiares de este tipo. A la película en su momento la acusaron de blanda y tierna. Si bien es cierto que en algunos pasajes peca de condescendiente, no es menos cierto que su intención, reflejar cómo el  alcohol es capaz de destrozar una familia feliz, es cumplida con creces. A ello ayudan las soberbias interpretaciones de todos los actores, así como un ritmo pausado y preciso que facilita la comprensión integral del drama. Ésta es una de esas raras películas que nos permiten reflexionar y pensar durante y después de la proyección, algo que no se puede decir de todo el cine de hoy en día.
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