sábado, 23 de septiembre de 2017

Biografías de cine: Jacques Feyder (II)

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La reputación actual de Feyder sería quizás mayor de no haber insistido tanto en adaptar novelas a la gran pantalla. Gribiche, el niño que no tuvo infancia, también conocida como Gribiche: historia de un niño (Gribiche, 1925), basada en la novela de Frédéric Boutet; Carmen (1926), adaptación de la famosa novela de Prosper Mérimée; y Thérése Raquin (1928), basada en la novela de Émile Zola, se vieron rodeadas de un aura de respetabilidad a causa del prestigio literario de los textos originales, aunque Feyder supo insuflarles también un cierto aire de gracia y levedad. Gribiche, el niño que no tuvo infancia contaba la historia de un niño de la clase obrera adoptado por una mujer rica y alejado del ambiente que tanto conocía y amaba, y confirmó la capacidad de Feyder para dirigir a los niños. Esa capacidad se había revelado inicialmente en La otra madre (Visages d'enfants, 1925), rodada en una remota aldea suiza en 1923, con notable sensibilidad y rigor documental por parte de Feyder (y de Françoise Rosay, que le sustituyó dos semanas durante su ausencia). Carmen estaba interpretada por la caprichosa cantante y actriz española Raquel Meller como la protagonista. Feyder visitó Alemania para rodar allí Thérése Raquin, en los estudios Bavaria, situados cerca de Munich. 
En 1928 Feyder aceptó una oferta de contrato de la Metro-Goldwin-Mayer. Era la primera que se le formulaba a un director francés desde la I Guerra Mundial, y Feyder viajó a Culver City, acompañado por su esposa y lleno de esperanzas. Sin embargo, y como otros muchos visitantes célebres de Hollywood, se vió pronto aplastado por la implacable maquinaria de la MGM. Hubo rueda de prensa tras rueda de prensa. El matrimonio Feyder se vio cómoda y lujosamente instalado en Santa Mónica, pero no se les presentó proyecto alguno durante varios meses. Finalmente, Feyder tuvo ocasión de dirigir El beso (The Kiss, 1929), con Greta Garbo como una asesina, en su última película muda. Los dos emigrantes se lo pasaron muy bien trabajando juntos, y Feyder dirigió de nuevo a la Garbo en las versiones alemana y sueca de The Unholy Night (1930).
Emil Janings, F. W. Murnau y Ludwig Berger eran también amigos de los Feyder. Pero, en 1932, se terminó la luna de miel entre Feyder y Hollywood. Feyder no pudo seguir soportando la actitud de los altos directivos de la MGM y volvió a París a comienzos de 1933. 
Greta Garbo y Conrad Nagel en El beso
El signo de la muerte, también conocida en español como El gran juego (Le gran jeu, 1934) fue escrita por Feyder y Charles Spaak, que habría de convertirse en uno de los guionistas clave del cine francés. Una vez más, el atractivo del norte de África tuvo mayor importancia que los parcos diálogos. El truco narrativo de la película  de mostrar a un hombre hechizado por la visión de la mujer rubia a la que amaba, y verla luego materializada en forma ligeramente distinta, como una mujer castaña, fue utilizado posteriormente por Pierre Boileau y Thomas Narcejac para la novela que se convirtió en base de Vértigo (De entre los muertos) (Vertigo, 1958), de Hitchcock. 
Feyder, que daba importancia a las posibilidades de los efectos sonoros, tuvo la brillante idea de doblar a su actriz (Marie Bell) en el papel de castaña con una voz grave y ronca. Como ocurría en la mayoría de las películas de su marido, Françoise Rosay también aparecía en ést, en el papel de adivinadora del futuro del desierto. Tras el éxito de El signo de la muerte, su marido le ofreció un papel pensado a la medida en Pension Mimosas, la historia de una mujer que se enamora cada vez más de su hijo adoptivo, quien no tiene el menor escrúpulo en explotar la situación. 
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