viernes, 22 de junio de 2018

Para ver: Book Club

Book Club (The Book Club, 2018), dirigida por Bill Holderman, en su debut como director e interpretada por Diane Keaton, Jane Fonda, Candice Bergen, Mary Steenburgen, Andy Garcia, Craig T. Nelson, Don Johnson, Alicia Silverstone, Richard Dreyfuss, Ed Begley Jr., Wallace Shawn, Tommy Dewey, Katie Aselton, Christopher Allen, Lili Bordán.
Cuatro amigas sexagenarias se dan cuenta, después de haber leído Cincuenta sombras de Grey, de la pobreza de su vida sexual. Y deciden poner manos a la obra para remediarlo. Esta comedia estadounidense, falta de ritmo y por desgracia, cae en la vulgaridad. 
Los buenos libros, es cierto, que influyen en nuestras vidas. Pero, los malos, también, como se puede comprobar. La prueba: la lectura de Cincuenta sombras de Grey. Sharon, la jueza (Candice Bergen), opta por encuentros en Internet. Carol (Mary Steenburgen) intenta revivir los ardores de un marido que prefiere a su moto.  Vivian (Jane Fonda), deuña de un hôtel de lujo, la única a la que siempre le gustó coleccionar muchachos, siente pánico delante del verdadero amor de un amigo de la infancia. Diane (Diane Keaton) se encuentra con un piloto de líneas aéreas pero tiene miedo a enfrentarse a su dos hijas, inconsolables después de la reciente muerte de su padre.
Prudente, triste y conservadora
Cuatro actrices, de las cuales la más molesta es Diane Keaton, que se rié y murmura, alternativamente, todo el tiempo. La mejor es  Jane Fonda, primero porque es Jane Fonda, y al mismo tiempo, porque hereda el papel de la mujer antipática, cínica y de mal genio, que tan bien encarnaba, anteriormente, en Estados Unidos, Bette Davis en la pantalla, y Tallulah Bankhead, en el teatro.
Es una película de prudente moral, extremadamente triste, y vagamente conservadora: estas mujeres no encuentra evidentemente un Christian Grey tan atractivo como Jamie Dornan. Se ven obligadas, por lo tanto, y ser felices, con algunos bellos ancianos, que deberán darle a cualquier mujer sensible el gusto por una soledad inquebrantable...
En ocasiones, átona, sin ritmo, la comedia oscila entre escenas divertidas, que se alargan una eternidad, y unos diálogos, cuyo doble sentido, caen, rápidamente, en una espesa vulgaridad. 

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