domingo, 29 de diciembre de 2013

Efemérides del cine: El nacimiento del cinematógrafo

El 28 de diciembre de 1895, en París, los hermanos Louis y Auguste
Lumière ofrecen por primera vez una exhibición pública de su cinematógrafo.
Los descubrimientos de Edison sobre la cinematografía eran conocidos en toda Norteamérica y llegarán a Europa donde supondrán una valiosísima aportación a los estudios que allí se realizan. Sin embargo, las líneas de investigación que habrán de conducir al descubrimiento del cine, irán encaminadas a inventar una cámara más ligera que pueda ser desplazada con facilidad a los lugares de filmación, y un proyector que permita exhibir las películas en público y sobre una pantalla.
Cinemtográfo Lumière en modo filmación
"Aparato que sirve para la obtención y visión de pruebas cronofotográficas". Estas palabras sirven a los hermanos Louis y Auguste Lumière para definir el aparato que se disponen a patentar en 1895 y al que denominarán cinematógrafo. Los hermanos franceses Louis-Jean Lumière y Auguste-Louis-Nicolas Lumière patentaron el 13 de febrero de 1895 un aparato con el nombre de kinetoscopio de proyección, más tarde kinetoscopio cinematográfico, y finalmente cinematógrafo. 
La cámara es sencilla y muy práctica. El arrastre intermitente de la película se inspira en el mecanismo de una máquina de coser (mediante una grapa y las perforaciones laterales). Funciona mediante manivela, con película perforada de 35 mm, a una velocidad de 15 fotogramas por segundo, más tarde a 16. Es portátil y servía para captar las imágenes, positivarlas, efectuar trucajes elementales y proyectarlas. 
Los hermanos Lumière, en una sesión privada celebrada el 22 de marzo de 1895, presentan en Lyon Mont-Plasir su primera película: Salida de los obreros de las fábricas Lumière, rodado y proyectado con un aparato que sirve para la obtención y visión de pruebas cronofotográficas, según sus propias palabras. El
Cinemtográfo Lumière en modo proyeción
28 de diciembre de 1895 fecha oficial del nacimiento del cine-, los Lumière presentaron en el Salon Indien, del Grand Café, situado en el 14 del Boulevard des Capucines, en la orilla derecha del Sena, entre la Ópera y la Madeleine, de París, la primera sesión cinematográfica, al precio de un franco la entrada. El Salón había venido siendo usado como sala de billares hasta que fue clausurada por la policía, con otras de esa clase, pocas semanas antes y fue alquilado por los Lumière por 30 francos diarios.
Bajo el epígrafe LE CINEMATOGRAPHE, el cartel anunciador situado en el escaparate decía:
“Este aparato inventado por MM Auguste y Louis Lumière permite recoger, en series de pruebas instantáneas, todos los movimientos que, durante cierto tiempo, se suceden ante el objetivo, y reproducir a continuación esos movimientos proyectando, a tamaño natural, sus imágenes sobre una pantalla y ante una sala entera.”
Se pasaron 10 películas de 17 metros de entre las que se rodaron en las semanas anteriores y siguientes a aquel 28 de diciembre: La salida de los obreros de la fábrica Lumière, en Lyon; El bocal de los peces rojos; El regador regado (primera película narrativa, una breve comedia, realmente un chiste; y una de sus obras de mayor éxito); La comida; Riña de niños; Los fosos de las TulleríasLa llegada del tren (que provoca el pánico entre los espectadores sorprendidos por el tren que se les echa encima); El regimiento; Baño de mar; La pesca del camarón; El carpintero; El herrero; Partida de naipesDestrucción de las malas hierbas; La demolición de un muro; El mar; El desayuno del bebé; El lisiado; Salchichería mecánica; El desembarco de los congresistas; etc.
La salida de los obreros de la fábrica Lumièreen Lyon
Diversas personalidades relacionadas con el mundo de la cultura, la ciencia y el espectáculo son invitadas. Sin embargo, los asistentes a esta primera proyección pública y de pago, serán escasos.
Entre ellos se encuentra Georges Méliès, director del Teatro Robert Houdin, que ya, en aquella primera sesión, manifiesta un interés especial por el invento. La reacción del público también será favorable, hasta el punto de que en los días sucesivos, se formarán ante el Grand Café, colas interminables. El impacto que produce el cinematógrafo sobre los primeros espectadores tiene su justificación en la extrema veracidad de las imágenes en movimiento que reproducen la realidad con una fidelidad jamás vista hasta el momento. Un realismo que convertirá al cine, ya desde sus orígenes, en el más importante testimonio de la sociedad y las costumbres de la época. 
El regador regado
En 1895, los Lumière cuentan con un centenar de cintas y, en 1896, ponen en marcha la producción de aparatos y contratan operadores a los que instruyen tanto en la proyección como en la filmación de vistas. Estos pioneros recorrerán las provincias y el extranjero. Pronto todas las capitales europeas y estadounidenses conocerán el cinematógrafo Lumière. Allí donde van, estos operadores proyectan las películas y además, registran nuevas vistas con las que se amplía el catálogo de la Casa Lumière, consiguiendo de este modo imágenes procedentes de todo el mundo. Pero la política comercial de los hermanos Lumière no consiste en la venta de aparatos, sino en la creación de concesionarios a los que se provee de operador, cinematógrafo y películas a cambio de un porcentaje de los ingresos.
La llegada del tren a la estación
El éxito comercial del cinematógrafo Lumière agudiza el ingenio de los investigadores, y pronto aparecerán nuevos fabricantes que, a diferencia de los Lumière, no dudarán en vender sus aparatos a las empresas de espectáculos.
De esta manera, se inicia en estos años la competencia por los inventos y también por la producción de películas. En Francia aparecen Méliès y Pathé, en EE.UU. Edison y la compañía Biograph, en Londres William Paul... 
Sin embargo, los Lumière, que siempre han considerado su invento como una "curiosidad científica", desconfían de su rentabilidad y antes de 1900 abandonan su explotación. Su mente científica tampoco acepta la orientación teatral del espectáculo que el cine estaba tomando. 
Aunque visto desde ahora pudiera parecer otra cosa, los Lumière no vieron en el cine sino un instrumento científico de escaso valor comercial, por lo que orientaron su producción hacia sencillas cintas documentales. Pese a ello, y arrastrados por la propia fuerza del naciente cinema, ampliaron la duración de algunas de sus nuevas películas hasta tres minutos y ensancharon el campo de sus experiencias hasta el punto de enviar a sus operadores a todos los rincones del mundo.

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