viernes, 8 de julio de 2022

Mujeres de cine: Vivien Leigh (I)

El 8 de julio de 1977 fallece en Londres, Inglaterra, Vivian Mary Hartley, más conocida artísticamente Vivien Leigh, actriz de teatro y cine británica. Galardonada con dos premios Óscar a la mejor actriz, se la recuerda sobre todo por sus papeles como Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó (1939) y como Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo (1951), papel que ya había desempeñado en los teatros del West End de Londres en 1949.
Tras finalizar sus estudios de arte dramático, desempeñó pequeños papeles en cuatro películas en 1935 y progresó hasta su papel protagonista en Inglaterra en llamas (Fire Over England, 1937), dirigida por William K. Howard. Elogiada por su belleza, sintió que sus atributos físicos en ocasiones le impedían ser tomada en serio como actriz. A pesar de su fama en la gran pantalla, fue sobre todo una actriz de teatro; durante su carrera de 30 años, desempeñó papeles que fueron desde las comedias de Noël Coward y George Bernard Shaw hasta personajes clásicos de Shakespeare como Ofelia, Cleopatra, Julieta y Lady Macbeth. Ya en sus últimos años, desempeñó algunos papeles secundarios en unas pocas películas.
Vivien Leigh y Laurence Olivier en Inglaterra en llamas (1937)
Durante su matrimonio con Laurence Olivier, con el que estuvo casada en segundas nupcias entre 1940 y 1960, el público la identificaba a menudo junto a su marido, con el que coprotagonizó tres películas y numerosas producciones teatrales, a menudo dirigidas por el propio Olivier. Tenía reputación de ser difícil trabajar con ella y durante gran parte de su vida adulta padeció trastorno bipolar, además de episodios recurrentes de tuberculosis crónica, que le fue diagnosticada por primera vez a mediados de la década de 1940 y que finalmente fue la causa de su muerte a los 53 años de edad.​ A pesar de que su carrera tuvo períodos de inactividad, en 1999 el American Film Institute la clasificó como una de las mayores estrellas del cine clásico de Hollywood.
Por sugerencia de sus amigos desempeñó un pequeño papel como colegiala en la película Things Are Looking Up (1935), de Albert de Courville. en lo que fue su debut cinematográfico, aunque no figuró en los créditos. Contrató a un agente, John Gliddon, que consideró que Vivian Holman no era un nombre adecuado para una actriz, por lo que, después de rechazar sus numerosas sugerencias, ella decidió que su nombre artístico sería «Vivian Leigh». Gliddon se la recomendó al productor y director Alexander Korda como posible actriz de cine, pero Korda la rechazó al considerar que carecía de potencial.​ Actuó en la obra teatral The Mask of Virtue, dirigida por Sidney Carroll en 1935, y recibió excelentes críticas, lo que le supuso conseguir entrevistas y aparecer en artículos de prensa. Uno de esos artículos fue del Daily Express, en el que la entrevistadora observó que «un cambio como un rayo apareció en su rostro», que fue la primera mención pública de los bruscos cambios de humor que se habían vuelto característicos de ella.​ El futuro poeta laureado John Betjeman la describió como «la esencia de la juventud inglesa». Korda asistió a su actuación de la noche de estreno, admitió su error, y firmó con ella un contrato cinematográfico.21​ Continuó con la obra pero, cuando Korda la trasladó a un teatro más grande, Leigh fue incapaz de proyectar su voz adecuadamente o de mantener la atención de una audiencia tan grande, y la obra dejó de representarse poco después. En el cartel de la obra, Carroll había cambiado la ortografía de su nombre de pila a «Vivien».
Vivien Leigh en Things are looking up (1935) 
En 1960 Leigh volvió a dar muestras de su ambivalencia ante su primera experiencia de aclamación crítica y repentina fama, comentando que «algunos críticos consideraron conveniente ser tan tontos como para decir que yo era una gran actriz. Y pensé que eso era una tontería, algo malvado, porque me imponía esa obligación y esa responsabilidad, que no podía soportar. Y me llevó años aprender lo suficiente para estar a la altura de lo que decían en esas primeras críticas.​ Lo encuentro estúpido. Recuerdo muy bien al crítico y nunca le he perdonado».
(cont.)

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