domingo, 17 de julio de 2022

Mujeres de cine: Vivien Leigh (IV)

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Leigh había realizado una prueba de pantalla y esperaba coprotagonizar junto a su marido Rebeca (Rebecca, 1940), que iba a ser dirigida por Alfred Hitchcock con Olivier en el papel principal. Después de ver la prueba de pantalla de Leigh, David Selznick señaló que «no parece la adecuada para representar la sinceridad, edad o inocencia» del personaje, una opinión compartida por Hitchcock y el mentor de Leigh, George Cukor, además Selznick observó que no había demostrado ningún entusiasmo por el papel hasta que Olivier fue confirmado como protagonista, por lo que le dio el papel a Joan Fontaine, y también se negó a permitir que se uniera a Olivier en Más fuerte que el orgullo (Pride and Prejudice, 1940), por lo que Greer Garson desempeñó el papel que Leigh deseaba para ella misma. Olivier y Leigh iban a protagonizar El puente de Waterloo (Waterloo Bridge, 1940), dirigida por Mervyn LeRoy, pero Selznick substituyó a Olivier con Robert Taylor, por entonces en la cumbre de su éxito como una de las estrellas masculinas más populares de la Metro-Goldwyn-Mayer;​ sus recaudaciones en taquilla reflejaban su estatus en Hollywood y la película tuvo gran acogida entre la audiencia y la crítica.
Vivien Leigh y Robert Taylor en El puente de Waterloo (1940)
Los Olivier montaron una producción teatral de Romeo y Julieta para Broadway. La prensa de Nueva York dio a conocer la naturaleza adúltera de los inicios de la relación entre Olivier y Leigh y cuestionó su ética al no regresar al Reino Unido para colaborar con el esfuerzo bélico de su país. Las críticas de Romeo y Julieta fueron desfavorables. Brooks Atkinson, del The New York Times, escribió: «Aunque la señorita Leigh y el señor Olivier son unos atractivos jóvenes, prácticamente no actúan».​ Aunque la mayor parte de la culpa se atribuyó a la actuación y dirección de Olivier, Leigh también fue criticada, como en el caso del historiador y crítico Bernard Grebanier, famoso por sus estudios sobre la obra de Shakespeare.​ La pareja había invertido casi todos sus ahorros, unos 40 000 dólares, en el proyecto y el fracaso fue un desastre financiero para ambos.
            Vivien Leigh con Laurence Olivier en Lady Hamilton (1941)
El matrimonio protagonizó Lady Hamilton (That Hamilton Woman, 1941), dirigida por Alexander Korda, con Olivier como Horatio Nelson y Leigh como Emma Hamilton. Por entonces Estados Unidos todavía no se habían incorporado a la guerra en curso, y esta fue una de las películas que Hollywood realizó con el objetivo de despertar un sentimiento pro británico entre el público estadounidense.​ La película fue popular en Estados Unidos y un éxito excepcional en la Unión Soviética. Winston Churchill organizó una proyección durante una fiesta a la que asistió el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y al terminar se dirigió a los asistentes diciendo: «Caballeros, pensé que esta película les interesaría, pues muestra los grandes eventos similares a aquellos en los que están tomando parte». Los Olivier siguieron colaborando con Churchill, asistiendo a cenas y aquellas ocasiones para las que fueron requeridos durante el resto de su vida.
Vivien Leigh y Claude Raines en César y Cleopatra (1945)
Los Olivier regresaron a Gran Bretaña en marzo de 1943; Leigh recorrió el norte de África ese mismo año como parte de una revista para las fuerzas armadas desplazadas en la región. Según los informes, rechazó un contrato de un estudio cinematográfico por valor de 5000 dólares semanales de voluntaria como parte del esfuerzo bélico.​ Actuó para las tropas antes de caer enferma con una tos persistente y fiebre. En 1944 se le diagnosticó tuberculosis en el pulmón izquierdo y pasó varias semanas en el hospital. Leigh estaba rodando César y Cleopatra (Cesar and Cleopatra), dirigida por Gabriel Pascal, cuando descubrió que estaba embarazada, pero poco después sufrió un aborto espontáneo.​ Entró temporalmente en una profunda depresión que en su peor momento la llevó a caerse al suelo sollozando en un ataque de histeria.​ Este fue el primero de los muchos episodios de su trastorno bipolar. Olivier llegó a reconocer los síntomas de un episodio inminente: varios días de hiperactividad, seguidos de un período de depresión y un colapso nervioso, después de lo cual Leigh no recordaría el incidente, pero estaría sumamente avergonzada y arrepentida.
Vivien Leigh y Ralph Richardson en Anna Karénina (1948)
Con la aprobación de su médico, Leigh estuvo lo suficientemente bien como para volver a actuar en 1946, protagonizando la exitosa producción teatral de Thornton Wilder en Londres The Skin of Our Teeth; sin embargo sus películas de este período, César y Cleopatra (1945) y Anna Karénina (1948), no fueron grandes éxitos comerciales. Todas las películas del Reino Unido de este período se vieron afectadas negativamente por un boicot de Hollywood a las películas británicas.
En 1947 Olivier fue nombrado caballero y Leigh lo acompañó al palacio de Buckingham para la investidura, convirtiéndose en Lady Olivier. Tras su divorcio, según la costumbre que se otorgaba a la esposa divorciada de un caballero, se la conocía socialmente como Vivien, Lady Olivier.
En 1948 Olivier formaba parte de la junta directiva del Old Vic Theatre y emprendió junto a su esposa una gira de seis meses por Australia y Nueva Zelanda para recaudar fondos para el teatro. Olivier desempeñó el papel protagonista en la obra teatral Ricardo III y también actuó junto a Leigh en The School for Scandal y The Skin of Our Teeth. La gira fue un éxito excepcional y, aunque Leigh padecía de insomnio y le permitió a su suplente reemplazarla durante una semana mientras estaba enferma, generalmente soportó los requerimientos que se le imponían, como las peticiones de atender a los medios, pues Olivier apreciaba su habilidad para «cautivar a la prensa». Los miembros de la compañía recordaron más adelante varias peleas entre la pareja, y Olivier estaba cada vez más resentido por las demandas que recaían sobre él durante la gira. El altercado más dramático ocurrió en Christchurch, Nueva Zelanda, cuando no encontraron sus zapatos y Leigh se negó a salir al escenario sin ellos. Olivier, exhausto y exasperado, le gritó una obscenidad y le dio una bofetada en la cara, y Leigh le devolvió otra bofetada, consternada de que la golpeara públicamente; poco después se dirigió al escenario con unos zapatos prestados y, en cuestión de segundos, había «secado sus lágrimas y sonreído alegremente en escena».​ Al final de la gira, ambos estaban agotados y enfermos. Olivier le dijo a un periodista: «Puede que no lo sepas, pero estás hablando con un par de cadáveres andantes». Más tarde, observaría que «perdió a Vivien» en Australia.​
El éxito de la gira animó a los Olivier a hacer su primera aparición en el West End juntos, representando las mismas obras y una más, Antígona, incluida ante la insistencia de Leigh porque deseaba desempeñar un papel en una tragedia.
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