jueves, 7 de abril de 2022

Biografías de cine: Bette Davis (II)

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Después de más de 20 papeles en cine, el rol de la viciosa y desaliñada Mildred Rogers en la producción de RKO Radio Pictures, Cautivo del deseo (Of Human Bondage, 1934), una adaptación cinematográfica de la novela de W. Somerset Maugham, le dio a Davis su primera gran aclamación por parte de la crítica. Muchas actrices temían interpretar personajes antipáticos y varias habían rechazado el papel, pero Davis lo vio como una oportunidad para demostrar la gama de sus habilidades interpretativas. Su compañero de reparto, Leslie Howard, fue inicialmente despectivo con Davis pero a medida que avanzó el rodaje su actitud fue cambiando y posteriormente habló muy bien de ella.​ El director John Cromwell le dio una «relativa» libertad y comentó: «Dejé que Bette fuera su propia guía. Confié en sus instintos». Davis insistió en que fuera expuesta de manera realista en la escena de su muerte, aclarando que «las últimas escenas de tuberculosis, pobreza y abandono no son bonitas e intenté ofrecer una imagen convincente».
Cautivo del deseo (1934)
La película fue un éxito y la caracterización a cargo de Davis ganó los elogios de la crítica. La revista Life publicó que su actuación «fue probablemente la mejor jamás registrada en la pantalla por una actriz de EE. UU.». Davis pensó que la recepción que tuvo su caracterización animaría a Warner Bros. a darle papeles más importantes. Sin embargo, se sintió decepcionada cuando Jack Warner se negó a cederla a los estudios Columbia para aparecer en Sucedió una noche (film dirigido por Frank Capra) y, en su lugar, debió participar en el melodrama Una mujer de su casa (Housewife, 1934).​ Cuando no fue nominada para los premios de la Academia por Cautivo del deseo, el periódico The Hollywood Citizen News cuestionó el hecho y la también candidata Norma Shearer inició una campaña para que Davis fuera nominada. Eso llevó a que el presidente de la Academia, Howard Estabrook, pronunciara un discurso diciendo que bajo las circunstancias «cualquier votante... puede escribir en la votación su opción personal para los ganadores», lo que permitió por esa sola ocasión en la historia de la Academia la consideración de un candidato oficialmente no nominado para un premio.​ Claudette Colbert ganó el premio por Sucedió una noche pero el escándalo provocó que se llevara a cabo un cambio en los procedimientos de votación de la Academia al año siguiente. Las nominaciones pasaron a ser decididas por los miembros de la Academia de cada especialidad en lugar de por un pequeño comité​ y los resultados fueron controlados de forma independiente por la empresa auditora Price Waterhouse.
Peligrosa (1935)
En 1935, Davis apareció interpretando a una actriz perturbada en Peligrosa (Dangerous), dirigida por Alfred Green, y recibió muy buenas críticas. E. Arnot Robertson escribió en Picture Post: «Si Bette Davis hubiera vivido hace doscientos o trescientos años, creo que probablemente la habrían quemado por bruja. Me da la curiosa sensación de que está cargada de un poder que no puede encontrar una salida común».​ The New York Times escribió que estaba «convirtiéndose en una de nuestras actrices de cine más interesantes».​ Davis ganó el premio de la Academia a la Mejor Actriz por el papel pero comentó que era un reconocimiento tardío por Cautivo del deseo, calificando a su galardón como un «premio de consolación». Durante el resto de su existencia, sostuvo que fue ella quien le puso el nombre de «Oscar» a la estatuilla cuando dijo que la parte posterior del galardón se parecía al trasero de su marido, cuyo segundo nombre era Oscar.​ Su afirmación fue puesta en duda por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. La versión más fiable es la de Margaret Herrick, bibliotecaria de la Academia, que habría bautizado a la estatuilla como Oscar luego de apreciar un parecido con su tío del mismo nombre.​ En su siguiente película, El bosque petrificado (The Petrified Forest, 1936), Davis compartió cartel con Leslie Howard y Humphrey Bogart, quien recibió la mayor parte de los elogios de la crítica en su primer papel importante.
El bosque petrificado (1936)
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