jueves, 2 de julio de 2015

Clásicos de libro: La conjura de los necios

La conjura de los necios

John Kennedy Toole
Traducción de José Manuel Álvarez Flórez y Ángela Pérez Gómez
Editorial Anagrama
Barcelona
1992
368 págs.
Ignatius J. Reilly es un ser inadaptado y anacrónico que sueña con que el modo de vida medieval, así como su moral, reinen de nuevo en el mundo. Para ello, y con la intención de ser escuchado en un mundo en el que es, en realidad, un incomprendido, rellena de su puño y letra cientos de cuadernos en los que plasma su visión del mundo. Mientras llena estos cuadernos, los va desperdigando por su habitación, con la esperanza de ordenarlos algún día y así crear su ambiciosa obra maestra. Mientras, la diosa Fortuna, en contra de su voluntad, lo sume en ese mundo capitalista que él mismo tanto odia y se ve obligado a someterse a lo que él considera una forma de esclavitud: el trabajo. Resignado, se compara a sí mismo con Boecio (el cual aceptó sin queja su propia ejecución) y sale a buscar un empleo. Su actividad laboral y vital es el hilo que une y da sentido a toda la obra y lo que permite conocer a otros personajes, igual de estrambóticos y entrañables que Ignatius.
Más allá de las meras e hilarantes anécdotas que el protagonista va generando, la novela trasciende hasta convertirse, en su trasfondo, en un despiadado retrato del género humano y sus miserias, dotado de un realismo extremo. Plagada de piedad y comprensión, a la vez que de amargura y resignación, la obra esconde una dura crítica a la sociedad en la que vivimos: egoísta y, en tantísimas ocasiones, cruel. Tal y como dice Percy en el prólogo, a pesar de las carcajadas que le proporcionó la novela, no pudo dejar de sentir, al mismo tiempo, una cierta tristeza. Por un lado, debido al trasfondo dramático de la novela y, por el otro, por la tragedia del propio autor, que se suicidó con poco más de treinta años sin llegar a ver publicada su novela, su obra maestra, y que con su muerte le negó al mundo la posibilidad de seguir disfrutando de su pluma.
La conjura de los necios es una disparatada, ácida e inteligentísima novela. Pero no sólo eso, también es tremendamente divertida y amarga a la vez. La carcajada escapa por sí sola ante las situaciones desproporcionadas de esta gran tragicomedia. Ignatius J. Really es, probablemente, uno de los mejores personajes jamás creados y al que muchos no dudan en comparar con el Quijote. Más aún, es el antiprotagonista perfecto para una novela repleta de excelentes personajes, situados en la portuaria ciudad de Nueva Orleans, magistral Ignatius. Él es un incomprendido, una persona de treinta y pocos años que vive en la casa de su madre y que lucha por lograr un mundo mejor desde el interior de su habitación. Pero cruelmente se verá arrastrado a vagar por las calles de Nueva Orleans en busca de trabajo, obligado a adentrarse en la sociedad, con la que mantiene una relación de repulsión mutua, para poder sufragar los gastos causados por su madre en un accidente de coche mientras conducía ebria.
El autor, John K. Toole, consigue una crítica clase media. Logra mantener el interés del lector (incluso mayor en una segunda lectura que en la primera) con un abanico de personajes a cuál más desagradable. No deja títere con cabeza y, a través de la tortuosa y enrevesada personalidad de Ignatius, da un repaso a la época que le tocó vivir en un tono de burla que contrasta con la triste visión de las vidas de los personajes retratados. No encontramos únicamente una loca y angustiosa historia de crítica social, sino que el argumento engancha desde el comienzo. Momento en el que, como dice su protagonista, Fortuna hace girar su rueda hacia abajo y nunca sabemos cual es la desagradable sorpresa que nos depara el destino. A partir de aquí, unas situaciones enganchan con otras, al igual que lo van haciendo los personajes, y se va formando una enorme bola de nieve que terminará estallando al final de la novela.
Tras terminar La conjura de los necios en 1962 (en inglés, A confederacy of dunces), a sus 32 años, el autor intentó infructuosamente que la publicasen . Ello derivó en una profunda depresión que le condujo al suicidio. Gracias a la tenacidad e insistencia de su madre (por fin se publicó en 1980),  hoy podemos disfrutar de esta deliciosa obra galardonada con el Premio Pulitzer. También podemos encontrar publicada La Biblia de neón, novela escrita cuando el autor tenía 16 años.
El 9 de julio de 2015 en la Casa del Lector (Madrid), se celebrará el Ignatius Day. Una celebración de La conjura de los necios.

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