domingo, 27 de octubre de 2019

Historia del cine español: El cine en la Transición (II)

Pascual Duarte (1976). Dirección: Ricardo Franco. Interpretación: José Luis Gómez, Paca Ojea, Héctor Alterio, Diana Pérez de Guzmán, Eduardo Calvo, Joaquín Hinojosa, Maribel Ferrero, Eduardo Bea, Francisco Casares, Eugenio Navarro, Carlos Oller. Guion: Ricardo Franco, Emilio Martínez Lázaro, Elías Querejeta (Novela: Camilo José Cela). Música: Luis de Pablo. Fotografía: Luis Cuadrado. Productora: Elías Querejeta P.C. Drama. Duración: 105 minutos. Festival de Cannes: Mejor Actor (José Luis Gómez). Pascual Duarte es un campesino español, cazador furtivo, recluta a la fuerza en la guerra de África, pobre, huraño, poseído por la mala suerte que se manifiesta a través de sus largos silencios y sus miradas que se pierden en el vacío. Al igual que miles, tal vez millones de españoles de la época triste y brutal que durante las primeras décadas del siglo XX se alza como muestra poderosa e irrebatible de las tremendas diferencias sociales y culturales que asolan y conforman la identidad colectiva del país, Duarte vive rodeado de una violencia estructural que poco a poco se adueña de hasta sus actos más mínimos. Mientras tanto, esa misma sociedad que le fuerza al ostracismo, a la soledad y a la autodestrucción no tarda en juzgarle, convirtiéndole en una víctima más que sólo aguarda un destino trágico. Pascual Duarte, es un clásico de los trabajos de su productor Elías Querejeta. Fue dirigida por Ricardo Franco, hubo de soportar el calvario de una censura moribunda nada dispuesta a permitir el estreno de una película en la que se trasluce toda la miseria y el horror de una serie de situaciones cotidianas que precisamente el franquismo se había encargado de perpetuar. Basada en la novela de Camilo José Cela La familia de Pascual Duarte, simboliza la quintaesencia del antihéroe español con toda su carga de destino insoportable, y la exposición de un país sumido en la negrura del caciquismo. Toda la trayectoria vital de su protagonista se convierte en un símbolo de los pobres moralmente maniatados a los que un ligero e irreflexivo asomo de rebeldía conduce a la muerte a manos de una justicia que, desde luego, no lo es.

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