sábado, 11 de febrero de 2023

Fallece Carlos Saura, un día antes de recibir el Goya de Honor por toda su carrera (I)

El 10 de febrero de 2023 falleció en Collado Mediano (Madrid), el cineasta español Carlos Saura, a los 91 años de edad. H
abía nacido en Huesca, el 4 de enero de 1932,​ fue un reconocido cineasta, fotógrafo y escritor español.
Recién finalizado el bachillerato, comenzó a aficionarse a la fotografía. Abandonó sus estudios de ingeniería industrial para ingresar en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, donde obtuvo el diploma de Dirección cinematográfica.
Tras realizar el cortometraje La tarde del domingo (1957), realizó el documental Cuenca (1958), premiado en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, al que siguió su primer largometraje, Los golfos (1960). Julián, Ramón, Juan, el Chato, Paco y Manolo son seis jóvenes que sobreviven como pueden en los arrabales de Madrid. Juan quiere ser torero, y sus amigos cometen pequeños atracos para poder pagar su debut. Se trata de una obra que se aleja del estilo moralizador del cine neorealista de su época. Rodado completamente en escenarios naturales, y con una visión amarga de la sociedad, fue el debut de un director que actuaría como bisagra entre dos generaciones de cineastas. La cinta sufrió la censura de la época, que la recortó y la declaró de nulo interés. Pese a todo, y viendo complicada su comercialización, consiguió abrirse camino hasta el festival de cine de Cannes. Allí participaría por la Palma de oro, siendo la única vez en que se proyectaría íntegramente.
Los golfos (1960)
A continuación dirigió Llanto por un bandido (1964), su primera película en color y fue coproducida con Francia e Italia, con Lea Massari y Lino Ventura. Gracias a su amistad con Saura, el director de cine, Luis Buñuel, apareció en un pequeño papel como El Verdugo. Se trata de una recreación sobre la figura histórica de José María "El Tempranillo", bandolero español del siglo XIX que, como muchos otros de la época, combate a las fuerzas realistas del absolutista Fernando VII, dando su apoyo a los liberales, atraca diligencias y desafía al propio monarca, ganándose un lugar en la leyenda del bandolerismo. Saura contó para el papel principal con un valor seguro: Francisco Rabal.
Francisco Rabal en Llanto por un bandido (1964)
En La caza (1965), con un asunto de gran dureza donde hizo un análisis de las heridas provocadas por la guerra civil en la terrible historia de una partida de caza entre personajes que representaban distintas posturas vitales. La escenografía en exteriores, en un paisaje árido y la fotografía muy contrastada de Luis Cuadrado, hicieron de esta obra una referencia para el cine posterior y obtuvo grandes éxitos internacionales, consiguiendo el premio a la mejor dirección en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Buenas interpretaciones de los desaparecidos Ismael Merlo, José María Prada y Alfredo Mayo, en una cinta que seguramente fue el mejor trabajo de sus carreras.
Emilio Gutiérrez Caba y José María Prada en La caza (1966)
Tras estos primeros trabajos, se consolidó en 1967 su colaboración con el productor Elías Querejeta, con el que había producido a medias La caza, con la película Peppermint frappé, dando inicio al periodo más destacado de su carrera. Peppermint frappé es de nuevo una indagación psicológica sobre los efectos de la represión franquista tras la guerra civil, las inhibiciones eróticas y otras carencias de su generación. El desenlace es tan violento como La caza, pero aparece ahora situado en el espacio de la memoria o los instintos más primarios de los personajes. Temas y formas, puliendo este estilo abstracto, desarrollado en colaboración con Querejeta, que pretendió radiografiar los males de la sociedad española burlando la censura, continuaron en Stress, es tres, tres (1968), La madriguera (1969), El jardín de las delicias (1970) y Ana y los lobos (1973).
José Luis López Vázquez en El jardín de las delicias (1970)
Ana y los lobos ofrece el mundo cerrado de una casona de una familia española aristocrática. Rafaela Aparicio, la matriarca de este mundo cerrado, retomará este personaje en Mamá cumple cien años (1979), una continuación de Ana y los lobos. A la casa solariega llega una institutriz extranjera para educar a las niñas de Juan, el varón de la casa. Las pulsiones sexuales frustradas de los tres hombres de la familia aparecen tras la llegada de esta bella joven cuyos modos más libres y su sinceridad provocan en el subconsciente de los varones deseos irreprimibles. Ana destapa la inquietud del ambiente cerrado y conservador de esta familia, revelando así los rasgos que tanto definen a la sociedad de su tiempo.
Fernando Fernán Gomez y Geraldine Chaplin en Ana y los lobos (1973)
La película que marca su consolidación internacional fue La prima Angélica (1974), que recibió el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes; en ella, el pasado (1936) y el presente (1973) se funden y esto se muestra mediante la confusión del tiempo histórico que se produce en los planos de la película, incluso dentro de una misma secuencia. Así se delata el tema de la presencia de las heridas del pasado en el presente, clásico asunto del psicoanálisis. La fusión del tiempo tiene también otras consecuencias frustrantes, como el contraste entre el amor infantil de Luis y Angélica, que ha sido acaso su único amor, y la relación adulta de un Luis con una Angélica ya casada en una situación que hace imposible la recuperación de aquella relación afectiva. No es este la primera película que explora el recuerdo y la intromisión del pasado en el presente, que estaba ya bien dibujado en obras anteriores, como El jardín de las delicias (1970). 
La prima Angélica (1974)
María Clara Fernández de Loaysa, en su papel de Angélica niña, establece una relación con la figura de José Luis López Vázquez, cuyo personaje seguía la estela del que interpretó en El jardín de las delicias, donde aparecía en una silla de ruedas, simbolizando con ello la parálisis psíquica de aquella generación. En esta caso representa la frustración amorosa por su prima, en el doble papel de niño y adulto, representado por el mismo actor.
Cría cuervos (1976), también premio del Jurado en el Festival de Cannes, vuelve a explotar el tema de la memoria, oponiendo en feroz contraste la mirada de la niña Ana Torrent a los personajes autoritarios. Ana recuerda todo lo ocurrido desde la muerte de su padre, veinte años antes. Su hija, de nueve años, cree tener poder sobre la vida y la muerte de quienes viven con ella. Hay otro poder que Ana cree poseer: el de invocar la presencia de su madre. Con ella, muerta hace años, revive una relación llena de ternura y, a veces, de dominio.
Geraldine Chaplin Ana Torrente en Cría cuervos (1975)
(cont.)

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