jueves, 12 de abril de 2018

Con Ready Player One, de Steven Spielberg nace el gran juego...

En 2045, los humanos burlan el sombrío mundo real que les rodea, sumergiéndose en un videojuego, a través de una popular utopía virtual a escala global. Es Spielberg quien está a cargo, y se entrega a sí mismo en este éxito de taquilla lleno de referencias a la cultura pop. ¡Steven, juega de nuevo!
Se pueden reconocer a dos Steven Spielberg. El primero es heredero del clasicismo hollywoodiense con su domino del relato, sus guiones donde predominan los valores humanistas, sus puestas en escena eficaces y elegantes como en la reciente Los archivos del Pentágono (The Post, 2017), ­vibrante homenaje a la libertad de prensa.  El segundo es el artesano de un cine de palomitas y alta tecnología, destinado a seducir al niño que todo llevamos dentro. Misión cumplida, sin dudas, con el eufórico Ready Player One, que demuestra que el "abuelo Spielby", con 71 años, todavía tiene muchas lecciones de creatividad y modernidad que dar a las generaciones más jóvenes.
Bienvenido en 2045, a  Columbus, Ohio (estado natal del director). Para no pensar en la siniestra vida que llevan la mayoría de los hombres y la mujeres del pasan la mayoría de su tiempo con una máscara de realidad virtual sobre la cara, el único medio de poder entrar en Oasis, un videojuego en línea muy adictivo. Su creador, el excéntrico James Hal­liday, fallecido uno años antes, decidió legar toda su fortuna al jugador que descubra "el huevo de Pascua", escondido en el interior del juego. Wade, un adolescente idealista, parte a la caz del tesoro, al igual que todos los empleados de IOI, una multinacional de multimedia  que sueña con conseguir el control Oasis y, por ende, el del verdadero mundo real...

Siempre más loco, cada vez más espectacular 

La película fluye hacia adelante y hacia atrás entre una realidad oscura del futuroy los universos virtuales, a veces maravillosos, a veces apocalípticos, de Oasis. Entre los actores y sus avatares digitales. "Los únicos límites de Oasis son los de tu imaginación", dijo su creador. Spielberg y sus decoradores no han pedido a ninguno de ellos que creen escenarios, persecuciones, combates cada vez más locos, siempre más espectaculares. Con un poco de ánimo extra: uno de los encantos de la película es combinar la ciencia-ficción con la evocación de la cultura pop, deliciosamente nostálgica.
Desde las canciones de Van Halen (en concreto, Jump) o del duo Tears for Fears a la extraña vestimenta presentes en la película Las aventuras de Buckaroo Banzai a través de la octava dimensión (The Adventures of Buckaroo Banzai Across the 8th Dimension, 1984), pasando por los primeros videojuegos de Atari, Ready Player One es un pastel enorme -y muy sabroso- para quien era un adolescente en los años 1980. La mayoría de sus (innumerables) referencias duran solo unos segundos, el tiempo de una imagen o una réplica, pero otras son apuestas reales del guión. Para resolver uno de los enigmas del juego, Wade y sus amigos deben sumergirse en el mundo de El resplandor (The Shining, 1980). Gran momento de vértigo cinéfilo, cuando los decorados y los personajes de la obra maestra de Stanley Kubrick se transforman a su vez en avatares digitales...
Aunque es, teóricamente, una película futurista, sin embargo, no está completamente desconectada del mundo de hoy. La siniestra compañía IOI es el equivalente a las actuales Google y Facebook, buque insignia del capitalismo ultraliberal, que detrás de la "fría" fachada corporativa sueña con obtener un monopolio absoluto, casi totalitario del mercado. El éxito de taquilla se debe en parte a que esconde una sorpresa inesperada con el personaje de Halliday, el creador de Oasis, mitad Steve Jobs (por su invenciones visionarias), mitad Willy Wonka (el excéntrico propietario de Charlie y la fábrica de chocolate). Un adulto, que no deja de ser un adolescente solitario, encuentra refugio en la fantasía de los videojuegos y el cine y se ha convertido en una de las personalidades más admiradas, pero también más influyente de la industria del entretenimiento. Nos gustaría pensar que hay un autoretrato del propio Steven Spielberg, especialmente cuándo este joven eterno, entrado ya en la senectud, milita para un retorno al puro placer de jugar y compartir... 

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