domingo, 1 de abril de 2018

Madame Hyde, una fábula recurrente sustentada por Isabelle Hupert

Serge Bozon narra la historia de Madame Géquil, una excéntrica profesora que es despreciada tanto por sus compañeros de trabajo como por sus alumnos. Una noche de tormenta, un rayo la alcanza y pierde el conocimento; cuando recobra el sentido, Madame Géquil se siente completamente cambiada... Pero, ¿podrá controlar a la poderosa y amenazadora Madame Hyde que habita en su interior? 
Después de la policía (Tip Top, 2013), ahora le toca a la escuela. Pero con Serge Bozon, nada de realismo, es necesario alejarse. Hacia lo loco, lo caprichoso. Aquí está la Sra. Géquil (sic), profesora de ciencias físicas en una clase de tecnología en los suburbios. Incapaz de enseñar sin la menor autoridad, es objeto de burla para sus estudiantes y de lástima para sus colegas. Esta mala pedagoga es, a pesar de todo, un corazón puro, sensible al destino de un alumno, Malik, un discapacitado (de paso vacilante con ayuda de un andador), lo que no le impide ser insolente y antipático. Pero ahora, un día, después de un experimento en el que recibe una descarga eléctrica, la Sra. Géquil se transforma...
Como ocurría en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, escrita por Robert Louis Stevenson, a la que todo el mundo conoce en líneas generales. Aunque aquí el cineasta la modifica en dos aspectos fundamentales: la heroína es una mujer, que se metamorfosea de manera positiva, al menos en un primer momento. La fábula fantástica es muy divertida en su forma de recoger muchos de los arquetipos que se dan en la escuela para satirizarlos mejor. De los dos delegadas de clase, especie de hermanas siamesas anormalmente inteligentes, a las ovejas negras que cantan un extraño y extranjero tipo de rap, cada personaje es caricaturizado. En particular, el director de la escuela (Romain Duris, impagable), pelo en el costado y atuendos azules o verde pato: una caricatura del manager y un histrion loco.
Lo más sorprendente es el deslizamiento de la película hacia el aprendizaje. Serge Bozon casi nos hace amar el principio de Arquímedes y los axiomas de Euclides. Su transmisión de conocimiento al borde de los sueños es fluida, elegante ... También adquiere una melancolía difusa, y es algo nuevo en su cine, hasta ahora nada conceptual. Criatura pequeña, ruidosa y febril, surfista luminiscente o maestra en agonía, que imparte heroicamente su curso, Isabelle Huppert es increíble a través de sus avatares. Ella participa activamente en el éxito de esta ficción geométrica, rica por momentos, mágica como principio.

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