lunes, 4 de diciembre de 2017

Biografías de cine: Aleksandr Dovzhenko (I)

Dovzhenko era un hombre del sur, nacido en Ucrania, que se consagró a las necesidades del Estado soviético, pero que siguió siendo un artista demasiado original e independiente como para merecer el favor permanente de la era estalinista de la historia del país. 
Inmediatamente después de la Revolución, el cine soviético produjo tres grandes maestros indiscutible: Serguéi M. Eisenstein, el teórico; Vsévolod Pudovkin, el humanista; y Aleksandr Dovzhenko, el poeta, el antecesor artístico del cineasta ruso contemporáneo Andrei Tarkovsky (1932-1986). 
Sin embargo, Dovzhenko estuvo a punto de perder el tren del naciente cine soviético y fue el último en surgir de los tres grandes talentos de las década de 1920. La razón era simplemente que este hijo de Ucrania soñaba con convertirse en pintor. Aleksandr Petróvich Dovzhenko nació en Sósnytsia en la provincia de Chernigov (Imperio ruso), a finales del verano, concretamente  el 10 de septiembre de 1894, Dovzhenko provenía de una familia sencilla y bucólica, a pesar de lo cual aprendió a leer y a escribir, estudió con interés y llegó a la universidad, donde se graduó en economía y tecnología. Trabajó en la embajada soviética en Varsovia (Polonia) y en el consulado soviético en Berlín, pero según sus propias palabras: "Antes de empezar a trabajar en el cine en 1926, yo era pintor. Sin embargo, en aquella época los periódicos y revistas izquierdistas publicaban artículos sobre la inutilidad de la pintura y su previsible desaparición como forma de expresión artística". 

Pintor de acciones

En junio de 1926, tras una noche de insomnio, abandonó su apartamento en Kharkhov y marchó a un estudio de cine en Odessa. Se olvidó de la pintura,  Dovzhenko habría de convertirse en un pintor de la luz y el movimiento. "Permanecí allí de pie, en una playa del Mar Negro, como si estuviera totalmente desnudo, empezando la vida desde el principio, a los 32 años de edad".
Empezó como guionista y co-director en Vasya Reformator (1926), trabajando desde el primer momento con Danylo Demutsky, quien habría de ser su mejor director de fotografía. Al año siguiente rodó Valija diplomática (Sumka dipkuryera, 1927), una historia de espionaje que se le encomendó a Dovzhenko probablemente debido a su experiencia como diplomático en el extranjero. 
Valija diplomática (1928)
Pero fue Zvenigora (1928) la película que hizo que sus colegas empezarán a fijarse en él. Zvenigora tomaba como base toda una serie de leyendas, saltando desde los tiempos de los vikingos a un teatro parisino del presente. La película gira en torno a un bandido y aventurero llamado Pavlo, que busca el tesoro enterrado de Zvenigora, impulsado por los cuentos de su abuelo. Dovzhenko afirmó: "Al público en general no le gustó, pues resultaba difícil de entender. Sin embargo, yo estaba orgulloso de la película, y recuerdo que incluso me jactaba de que era más como un profesor de matemáticas superiores que un simple hombre del espectáculo." 
Zvenigora (1928)
(cont.)

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