domingo, 2 de junio de 2013

Biografías de cine: Gregory Peck (I)

Gregory Peck

La integridad, dignidad y sinceridad de Gregory Peck han sido las bases de su éxito en el cine, especialmente durante la década de los 50, en la que la amenaza de un holocausto nuclear proporcionó a Hollywood nuevos temas para sus películas.
Gregory Peck nació en La Jolla, California, en 1916, el 5 de abril,
y tras acabar sus estudios en el instituto, se matriculó en la Universidad de San Diego con la idea de complacer a su padre haciéndose cirujano.  La abandonó, sin embargo, al poco tiempo, dándose cuenta de que la medicina no estaba hecha para él. Aproximadamente un año después ingresó en la Universidad de Berkely, donde descubrió su interés por el arte dramático. Peck se inició en el mundo del espectáculo durante la Feria Mundial de Nueva York, en la que actuó por primera vez como actor. Su lanzamiento se produjo, sin embargo, mientras estaba trabajando en dicha ciudad como guía del Radio City con una beca de la Neighborhood Playhouse School of the Theater, que se dedicaba a promover actores y actrices jóvenes.
Gregory Peck comenzó a abrirse camino en giras teatrales veraniegas. Luego, en 1941, realizó una prueba cinematográfica para David O. Selznick, quien le comentó a uno de sus cazatalentos que no sabía qué hacer con Peck, y que creía que la mayoría de los estudios tendrían un problema  parecido, pues era tan poco fotogénico como Abraham Lincoln y parecía carecer de personalidad. Mientras tanto, la conquista de Broadway no resultaba tan fácil como él creía, por lo que Peck firmó un contrato con la productora fundada por el guionista Casey Robinson, consciente de sus limitaciones y deseoso de aprender bien su oficio: “En mi primera película, Days of Glory (1944), Jacques Tourneur me enseñó algo que yo no sabía: que, al tener el micrófono tan cerca, no necesitaba impostar ni proyectar la voz como en el teatro”. Days of Glory, en la que Peck interpretaba al jefe de un grupo guerrillero ruso, no tuvo demasiado éxito comercial, pero en las mentes de los espectadores quedó grabada la imagen de un actor alto y desgarbado, con los rasgos afilados que tanto-agradan a los directores de fotografía. Resultaba todavía un poco torpe y desmañado, pero era indudablemente un actor.
El hidalgo de los mares (Captain Horatio Hornblower, 1951)
 fue una película originalmente pensada para Errol Flynn
Incluso en su primera película brillaba ya esa cualidad que diferencia a los artistas de los simples intérpretes. Durante el período de Peck como actor de teatro lo había representado la agencia Leland Hayward. Debido al interés que mostraban por él varios estudios de Hollywood, dicha agencia firmó contratos con cuatro compañías por un período de seis años, comprometiéndole a realizar un total de doce películas. Esto le permitió cambiar continuamente de imagen, sin verse encasillado ni tener que seguir el largo proceso de fabricación de una estrella propio de los actores contratados. En rápida sucesión, Peck fue sacerdote, galán de Ingrid Bergman y Greer Garson, un "malo" despreciable pero irresistible; un padre estricto pero cariñoso; cazador en África; abogado enamorado de su defendida; periodista interesado por el tema del antisemitismo; pistolero; comandante de una escuadrilla de bombarderos en tiempos de guerra.
Se convirtió en un actor de los más considerados, que lograba encarnar como ningún otro al héroe típico de Hemingway, orgulloso pero sin vanidad, fuerte pero no brutal y apasionado pero no sentimental.
Esta serie de triunfos hizo que David O. Selznick modificase su opinión sobre él. En 1951 dijo: “Gregory Peck es el actor de moda, como permitía adivinar lo que ocurrió en las previews de Recuerda (1945). No conseguimos que el público se quedase callado desde el momento en que apareció su nombre en la pantalla hasta que, mediante siseos, logramos que las señoras presentes dejasen de suspirar, de decir “oh” y “ah” y de lanzar murmullos de admiración.”
Sus papeles serios, como el del periodista que se hacía pasar por judío en La barrera invisible (Gentleman's Agreement, 1947), que se muestra escéptico acerca de su misión de investigar el antisemitismo existente en Estados Unidos por considerar que sus manifestaciones eran  demasiado sutiles como para ser comprendidas por los no judíos, contribuyeron a reforzar su imagen de dignidad e inteligencia, a lo que también ayudaron los que interpretó bajo las órdenes del veterano Henry King: el del comandante de Almas en la hoguera (Twelve O'clock High, 1949) y el de El pistolero (The Punflghter, 1950), un hombre perseguido por su pasado.
Peck en La barrera invisible (1947)
A partir de 1950, Peck trabajó siempre como actor free-lance, manteniendo una vida privada discreta y sin escándalos. Sin embargo, cuando habla sobre su carrera, demuestra una cierta inseguridad, sobre todo cuando lo hace acerca de alguno de sus fracasos, afirmando que no se considera un actor “soso”, sino sólo sobrio, que proyecta siempre sus emociones en las películas en las que interviene. Sin embargo, no siempre ha acertado en la elección de guiones.
Por ejemplo, en David y Betsabé (1951), el David interpretado por Peck se convertía en un ser humano creíble, con los vicios y virtudes propios de los seres humanos, pero el retrato de Peck superaba con mucho un guión esquemático y torpe.
De modo similar, Decisión a medianoche (Night People, 1954), centrada en un intercambio de prisioneros políticos en Berlín, resulta poco convincente debido a su histérico anticomunismo y al exceso de simplificaciones.
Gregory Peck fue un actor muy metódico, que toma numerosas notas sobre los guiones y se plantea cuestiones relacionadas con la forma de identificarse con sus personajes. A partir de su tercera o cuarta película, se acostumbró a participar en las discusiones con el director, el productor y el cámara y a formular sugerencias que pudiesen ser útiles. Algunas veces eran aceptadas, y muy pronto pudo elegir el director, la actriz y el guión de sus películas.
Peck interpretó con sensibilidad al padre del niño que       
protege a un ciervo en El despertar (The Yearling, 1946)



Sheilah Graham había sido la amante y compañera de Scott Fitgerald durante los últimos y  depresivos años de la vida del escritor, y se sintió horrorizada ante el retrato hecho por la Fox de su relación amorosa en Días sin vida (Beloved Infidel, 1959). Citó un elevado número de casos en los que la enorme insistencia de Peck en participar en la producción reflejaba no su interés por la película en sí, sino por ser en todo momento la gran estrella. Durante el rodaje de Días sin vida, la Graham se encontraba presente en el momento en que su personaje (encarnado por Deborah Kerr) descubre que Scott había empezado a beber otra vez. Gregory Peck cambió todo el sentido de la escena diciendo: “No, yo no lo veo así. Me limitaré a decir algo agradable y a sonreír.”
Una de sus más logradas interpretaciones y quizás la más recordada fue la del intrincado capitán Ahab en Moby Dick, dirigida por John Huston en 1956.
Peck coprodujo Horizontes de grandeza (The big country, 1958), dirigida por William Wyler. Como ocurría en la mayoría de estos casos, la aportación de Gregory Peck a la producción no era demasiado elevada, sino más bien honorífica... Wyler no aceptaba interferencias de nadie. En un determinado momento hubo que rodar un primer plano, y Peck lo quería hacer de una forma y Wyler de otra. Tras una prolongada discusión, Peck se puso en pie y dijo: “Yo soy el productor.” “Una mierda”, replicó Wyler. No volvieron a hablarse en años.
Gregrory Peck y William Wyler delante del reparto de grandes
estrellas de Horizontes de grandeza. De izquierda a derecha:
Alfonso Bedoya, Charles Bickford, Jean Simmons, Charlton Heston,
Carroll Baker, Burt Ivés y Chuck Connors
Peck era un hombre serio y reflexivo, que trabaja políticamente para el Partido Demócrata y participa en campañas de recaudación de fondos para diversos fines benéficos. Como anterior presidente de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas su logro más espectacular en el terreno de los derechos civiles se produjo cuando Martin Luther King fue asesinado cinco días antes de la ceremonia de entrega de los Oscar de 1968. Todos los asistentes de color se retiraron; y, al día siguiente, Peck decidió posponer la ceremonia hasta después del funeral, algo que no había ocurrido jamás en toda la historia de los Oscar. Para ello, convenció previamente a la NBC, a los patrocinadores y a todos los interesados, haciendo gala de su dignidad y sinceridad, que son también los factores clave de dos de sus mejores interpretaciones: La hora final (On the beach, 1960) y Matar a un ruiseñor (To kill a mockingbird, 1962).
Ava Gardner y Gegory Peck en 
La hora final (On the Beach, 1961)
En la primera, en la que interpretaba al comandante de un submarino nuclear que sobrevive a la guerra atómica, Peck realizaba una brillante actuación. Tras confirmar que su mujer e hijos han muerto, el comandante dirige la nave  hacia Australia, ya que el hemisferio sur está de momento libre de radiaciones nucleares, se enamora de una atractiva mujer, encarnada por Ava Gardner, pero, aunque se sienten a gusto el uno con el otro, finalmente decide volver a los Estados Unidos para que sus hombres puedan morir en su propia patria.
En Matar a un ruiseñor, por la que obtuvo el Oscar, interpretaba a Atticus Finch, abogado de una pequeña ciudad que defiende a un negro, valeroso y  decidido  en su actuación profesional, pero lleno de ternura y amor hacia los niños. La acción de la película está vista a través de los ojos de una niña, que nos da un retrato nostálgico y humano de un padre consagrado a la causa de la verdad y la justicia.
Peck, como Atticus Finch, protege a su
cliente encarcelado en Matar a un ruiseñor
A finales de los 60 y comienzos de los 70, Peck fue espaciando cada vez más sus apariciones en cine, centrándose en la producción de la controvertida El juicio de los nueve de Catonsville (The Trial of the Catonsville Nine, 1972), que abordaba el tema de la guerra de Vietnam, y de la insulsa The Dove (1974).
“Personalmente no me hubiese gustado seguir haciendo tres o cuatro películas al año; pero, además, ya no me ofrecen tantas como cuando tenía, por ejemplo, treinta y cinco años. Eso es algo perfectamente natural y yo sabía que había de llegar. No lo lamento en absoluto.
Joseph Bottoms y Deborah Raffin en The Dove (1974)
Sin embargo, la carrera de Peck como actor continuó durante todo este tiempo, conociendo una notable resurrección con su interpretación del embajador americano en Gran Bretaña en La profecía (The Omen, 1976), papel que ningún otro actor hubiese podido hacer tan creíble.
Lee Remick, Gregory Peck y Harvey Stephens en La profecía 
A continuación encarnó a un doctor nazi en Los niños del Brasil (The Boys from Brazil, 1978), al lado de Laurence Olivier.
Peck en Los niños del Brazil
Cuando se le pregunta sobre su gran versatilidad y sobre los personajes tan distintos a los que ha encarnado, Peck responde que la mayoría de ellos no tienen nada que ver con su propia personalidad, citando como ejemplo Duelo al sol (Duel in the Sun, 1946), en la que interpretaba a un canalla, al hijo mimado de un hombre inmensamente rico.
Jenifer Jones y Gregory Peck en Duelo al sol
Por lo general hacía papeles de héroes asediados por las dificultades impuestas por circunstancias más allá de su control o por personas malvadas. Sin embargo, Peck resulta más convincente cuando interpreta a personajes no demasiado agradables que cuando hace papeles como el del periodista de Vacaciones en Roma (Román holiday, 1953), enamorado de una princesa de incógnito, o el del hombre de negocios de El hombre del traje gris (The Man in the Gray Flannel Suit, 1956), cuya moraleja es la de que el poder y la riqueza no tienen nada de deseables.
Mantuvo un prolongado estatus como estrella de Hollywood de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, iniciando su declive artístico en los setenta. Sin embargo, es uno de los pocos mitos clásicos de Hollywood que se había mantenido en activo hasta finales del siglo XX.
Mantuvo una entrañable amistad con la actriz Audrey Hepburn (junto con quien colaboró en tareas humanitarias) y cultivó una imagen de hombre recto e íntegro en su vida pública. En 1942 contrajo matrimonio con Greta Rice, de la que terminó divorciándose en 1955 para contraer segundas nupcias con la periodista francesa Veronique Passani.
Falleció el 12 de junio de 2003 y fue sepultado en el mausoleo de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles; en Los Angeles de California (U.S.A.). Su panegirico fue leido por Brock Peters.En sus últimos años estuvo muy vinculado a la vida cultural de Los Ángeles, al frente de uno de los programas de la biblioteca de esta ciudad para promocionar la lectura. Peck estuvo al frente de numerosas obras de caridad y movimientos políticos. Presidió la Sociedad Americana del Cáncer, el Instituto Americano del Cine y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.
(Cont.)

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