El 7 de agosto de 1948 se estrenó la película estadounidense El hombre de Colorado (The Man from Colorado), dirigida por Henry Levin. Protagonizada por Glenn Ford, William Holden, Ellen Drew, Ray Collins, Edgar Buchanan, Jerome Courtland, James Millican, Jim Bannon, William Phillips. Productora y distribuidora: Columbia Pictures.
Sinopsis argumental: En 1865, una vez terminada la guerra de Secesión, Owen Devereaux (Glenn Ford) un sádico coronel del ejército de la Unión, regresa a su tierra, en Colorado. Allí es recibido como un héroe, junto a su colega y amigo el capitán Del Stewart (William Holden). El coronel Deveraux ha dejado tras de sí un reguero de violencia y de muertes innecesarias. El capitán Stewart teme que el conflicto lo haya trastornado. Caroline Emmet (Ellen Drew), la mujer de la que ambos están enamorados, accede a casarse con Deveraux.
Comentario: La película, realizada en los primeros años de la Posguerra, se ve influida por ésta y su panorama de problemas de inserción laboral y social de los veteranos desmovilizados. La guerra había dejado en muchos de ellos heridas psicológicas derivadas del estrés bélico. Estos temas son recogidos en la cinta y tratados en el marco de la inmediata posguerra del conflicto civil americano (1861-65). Considerado uno de los primeros westerns psicológicos, construye un arco dramático intenso, con elementos de perversidad insana tomados del cine negro del momento. La violencia de Owen da paso a hechos cada vez más graves y sanguinarios. Sus tendencias homicidas le enfrentan a antiguos soldados, aldeanos y allegados. La tensión se eleva de nivel a raíz del expolio de tierras de que son víctimas los veteranos de la guerra por legalismos jurídicos manifiestamente injustos. Es memorable la escena dantesca del incendio del poblado, entre cuyas llamas se mueve Owen como el mismo diablo, sediento de poder y de maldad.
La música, de G. Dunning ofrece melodías sencillas, adaptadas al sentido de la acción, que culminan en un tema orquestal (El incendio), de viento y percusión, dramático y sobrecogedor. La fotografía, de W. Snyder, crea ambientes opresivos y claustrofóbicos, que complementa con imágenes expresionsitas del rostro del protagonista. Los planos del incendio, excelentes, quedan grabados en la memoria. El guión acumula trazos dramáticos que expone con corrección, pero sin la profundidad deseable. Sitúa la acción en un escenario (Colorado) verosímil. La dirección ofrece un relato brioso, fluido y sobrio, con elementos brilantes. Levin y Ford coincidirían en otros cuatro películas.
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