domingo, 23 de julio de 2023

Matrix, una trilogía que revolucionó la ciencia ficción

Las hermanas Wachowski pusieron patas arriba el concepto de blockbuster de ciencia ficción con la trilogía original de 'Matrix'.

Matrix (The Matrix, 1999)

Final de milenio. Neo es un profesional de la informática, que dedica todo su tiempo libre a los ordenadores. Un día le llega una extraña comunicación: tiene la oportunidad de conocer a Morpheus, un mítico personaje para cualquier cibernauta que se precie, y que le puede introducir en un mundo inesperado y cuya existencia jamás se le ocurrió imaginar. Pero basta que Morpheus intente el contacto para que Neo empiece a sufrir una persecución implacable.
Nada es lo que parece. He aquí una premisa que ha inspirado con frecuencia la narración fílmica. Los hermanos Lilit y Lana Wachowski (Lazos ardientes) la agarran fuerte para convertirla en marco de una inspirada trama de ciencia ficción. No es la única película que maneja esta idea (piénsese en títulos como Abre los ojos, eXistenZ y, más lejano en el tiempo, Desafío total); pero Matrix sabe atornillarla aún más. Matrix es, sin duda, una nueva piedra miliar de la ciencia ficción. Se trata de una película que ha hecho historia, como ocurrio en su día con esos films inolvidables que responden a los nombres de 2001, una odisea del espacio, La guerra de las galaxias, Alien el octavo pasajero, Encuentros en la tercera fase y Blade Runner
Gran parte del éxito mundial de esta fascinante y entretenidísima película se basa en su original guion, asombrosa idea y producto de la era tecnológica en la que vivimos. Si a ello le unimos su revolucionaria estética -con espectaculares y trepidantes escenas de acción nunca vistas en el género-, tendremos el porqué de la consagración de esta cinta fantástica como el mayor film de culto de final de siglo. Puede que en unos años quede obsoleta, pero para entonces ya nada nos hará olvidar el día que descubrimos qué es Matrix... y a aquella Trinity (Carrie-Anne Moss), auténtico hielo -que de frío quema-, la más hipnótica heroína de estos tiempos cibernéticos.

Matrix Reloaded (The Matrix Reloaded, 2003)

La espera de la segunda parte de Matrix se hizo larga, desde el primer impacto sufrido allá por 1999. Pero, ¡feliz tardanza!, ya que las avispadas hermanas Wachowski ofrecen aquí una traca de vueltas y revueltas en la historia, acción a raudales, nuevos y sugerentes personajes, tecno-filosofía ecléctica de alta confusión y clones de ese maniquí con gafas que decía que los seres humanos éramos “una enfermedad, un cáncer de este planeta, una plaga, y nosotros somos la cura” (al tipo debió de gustarle su frase porque ahora se reproduce más que las pecas en verano). No va a ser tan fácil atrapar a Neo, un Elegido que todavía mantiene dudas acerca de su destino, pero que ha perfeccionado tanto sus poderes que ahora se siente como pato en el agua repartiendo estopa a los elegantes agentes (pregunta filosófica: ¿por qué los malos van siempre hechos un pincel?­­). Pero hablemos de la historia. Sión, la única ciudad libre del planeta, situada a muchos kilómetros de la superficie, está amenazada. Las máquinas la han detectado y 250.000 “calamares” se acercan a ella a velocidad vertiginosa. Ante esa perspectiva, Morpheo, convertido ya en una especie de gurú espiritual, acallará a las masas prometiéndoles la victoria: ¿Y si la profecía fuera cierta y mañana terminara la guerra? Para ello, como siempre, habrá que contar con Neo, quien tendrá que llegar hasta el “El arquitecto”, el individuo que ha creado y controla Matrix. La película es a todas luces espectacular. Reúne secuencias de acción tan excesivas y apabullantes que dejan a su antecesora en paños menores, y entre ellas los quince minutos de persecución en la autopista y la superpelea de Neo enfrentándose a 100 agentes Smith son algo nunca visto. Hay además ideas asombrosas, como el pasillo creado en matrix, el cual, además de un golpetazo en la retina del espectador, supone un hallazgo extraordinario para explicar en imágenes la realidad virtual. Por el contrario, es posible que los más críticos no queden del todo conformes con una ciudad de Sión, que había levantado demasiadas expectativas y quizá no alcance el nivel esperado, y es que una extraña orgía a cámara lenta le birla indudablemente parte de su aureola épica y la asemeja demasiado a una discoteca delirante.

Matrix Revolutions (The Matrix Revolutions, 2003)

Matrix película iniciadora de la saga compuesta de tres películas, hizo historia en el campo de los efectos especiales, y supo plantear un buen puñado de cuestiones interesantes, que le hacen ocupar un puesto relevante en el cine de ciencia ficción: el mundo de apariencias en que podemos vivir; la rebelión de las máquinas; la necesidad de ser salvados; el Elegido, mesías de reminiscencias judeocristianas. Cuesta creer a los hermanos Wachowski cuando afirman que siempre tuvieron la idea de una trilogía. Porque las otras dos películas nacen con una profunda herida: desde el punto de vista argumental, no aportan nada nuevo. Son, eso sí, películas entretenidas, bien rodadas, con espectaculares escenas de acción: en la que nos ocupa, destacan la invasión de los centinelas, con engendros mecánicos de rara perfección, y el combate final bajo la lluvia, entre Neo y el agente Smith, de proporciones épicas. ¿Qué cuenta la entrega final? Los peligros de aniquilación siguen acechando a Sion, la ciudad de los rebeldes, última esperanza para la humanidad. El virus informático del agente Smith continúa pululando, multiplicado por mil, y apareciendo en los lugares más insospechados. El hamletiano Neo duda, sin saber qué hacer, y el Oráculo no acaba de aclarar las cosas. La enamorada Trinity cuida, por supuesto, de su amado. Y así discurren las cosas, con alguna novedad, como la existencia de una especie de limbo entre la realidad y Matrix; el concepto recuperado de sacrificio, decisivo en el cumplimiento de la misión del Elegido; la bidireccionalidad entre lo real y lo virtual, los deseos de existir de verdad, que pueden tener los personajes que se mueven en el segundo entorno; la alianza con las máquinas para luchar contra software corruptor. Un batiburrillo de conceptos, más o menos ingenioso como rompecabezas, aunque sin la perfecta coherencia del film original. Todos nos hemos acostumbrado a las apariciones del agente Smith, con su traje negro y sus gafas oscuras, inasequible al desaliento en su persecución de Neo (para él, siempre, el señor Anderson), hasta el punto de multiplicarse por cien para sacudirle más a gusto. Detrás del carismático personaje está, por supuesto, un actor poco conocido, a pesar de que tuvo un papel destacado en Priscilla, reina del desierto (1994). A Hugo Weaving, nacido en Nigeria en 1960, criado en Inglaterra y afincado en Australia, le hemos visto en la trilogía de El señor de los anillos dando vida al elfo Elrond, amo y señor de Rivendel. Si el tirón de las dos trilogías en que ha participado ayudará a su carrera, sólo el tiempo lo dirá. De momento, no parece tener proyectos apasionantes en su agenda: tiene anunciado el rodaje de Peaches, que dirige el poco conocido Craig Monahan, que ya le dirigió en The Interview (1998).

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