martes, 20 de septiembre de 2022

Mujeres de cine: Greta Garbo (II)

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La Garbo llega a Los Angeles a finales del otoño de 1925 acompañada por Mauritz Stiller, su descubridor, director y mentor. Se rumoreaba que su contratación formaba parte de un "paquete", que, para conseguir a Stiller, que era quien realmente le interesaba, Mayer tuvo que contratar también a su protegida. Pero las biografías de Mayer indican que la contrató con independencia de cualquier otra negociación, sobre la base del contrato estándar de siete años de duración, con un salario inicial de 400 dólares por semana durante el primer año, que subió a 600 dólares semanales durante el segundo.
Tras haberla "descubierto", Hollywood no parecía saber en un primer momento que hacer con ella. No se mostraba en absoluto dispuesta a lanzarse a actividades que constituían el procedimiento normal para lanzar a una "starlet": fotos publicitarias con focas amaestradas, leones mansos y conocidos deportistas que pasasen por los estudios, entrevistas de prensa, fiestas y otros actos sociales, y de hecho, cuando su inglés le permitió comprende lo que se pretendía de ella, se negó firmemente a "actuar".
Pero aunque la MGM estaba todavía intentando averiguar lo qué podía hacer con la Garbo, su publico la aguardaba ya. Ese público que había reverenciado a las románticas heroínas del cine mudo esperaba algo nuevo. Después de todo, la década de los años 1920 fue la década de la prohibición, del pelo a lo "garçon" y de la nueva moralidad. La I Guerra Mundial había contribuido a modificar las actitudes de la gente. Los hombres que habían luchado en Europa volvieron a a sus casas con ideas nuevas. Todavía querían ver sus fantasías reflejadas en la pantalla, pero éstas habían cambiado, y las antiguas estrellas no las satisfacían plenamente.
Ricardo Cortez y Greta Garbo en El torrente (1926)
La MGM le dio finalmente a Greta Garbo el papel de una campesina española en El torrente (Entre naranjos) (Torrent, 1926), un melodrama romántico basado en la novela de Vicente Blasco Ibáñez e interpretado por Ricardo Cortéz. El anuncio de que la película iba a ser dirigida por Monta Bell fue un duro golpe tanto para la Garbo como para Stiller. William Daniels fue el director de fotografía de El torrente. Este fue el comienzo de una larga relación, pues posteriormente rodaría 19 películas más con ellas. En la obra "Hollywood Cameramen", de Charles Highman, recordaba lo siguiente:
"Mis recuerdos de mi primer encuentro con ella son imborrables... El estudio me pidió que me presentase un domingo por la mañana para hacer unas pruebas a una chica sueca que acababa de llegar... Y allí estaba, en medio de personas extrañas que se expresaban en un idioma que desconocía, todo lo cual debió ser una terrible experiencia para ella... Probamos muchos tipos de iluminación para encontrar la que mejor resaltase sus rasgos más bellos, especialmente los ojos... Y la Garbo tenía unos ojos espléndidos..." "fui yo quien insistió en que rodase en "platós" cerrados al público. Nada de visitantes o curiosos, sólo el director y el equipo, nada de ejecutivos tampoco. Estaba intentando ayudarla, sobre todo, porque tardó bastante tiempo en hablar inglés y porque era enormemente tímida".
El éxito de El torrente demostró que ni el público ni los críticos tenían la menor duda acerca de las cualidades de la Garbo. La revista Motion Pictures afirmó: "En su debut, en el cine obtiene un triunfo total. No es tanto una actriz como una mujer dotada de una gran personalidad y de grandes dosis de magnetismo."
Su capacidad de expresar emociones y estados de ánimo debió resultar evidente y en esa primera película, pues el New York Herald Tribune señalaba: "Parece tratarse de una actriz excelente y atractiva, con una sorprendente propensión a parecerse a Carol Dempster, Norma Talmadge, Zasu Pitts y Gloria Swamson... Pero eso no quiere decir que carezca de un estilo y una personalidad propios..."
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