martes, 27 de septiembre de 2022

Mujeres de cine: Greta Garbo (IV)

(cont.)
Mientras que un director mundialmente famoso y sofisticado como Stiller retrocedía frente a las demandas de los estudios, una tímida Garbo, que por aquel entonces tenía sólo veintiún años, les hacía frente negándose a interpretar otra vampiresa en El demonio y la carne (Flesh and the Devil, 1926). Recibió incontables cartas y telegramas ordenándole que se presentase a las pruebas de vestuario, primero del director de publicidad y luego del encargado  de producción de los estudios, Irving Thalberg. Finalmente, tuvo que intervenir el propio Louis B. Mayer, quien le mandó una carta, medio amenazante y medio implorante, instándola a que se presentara a trabajar y explicándole los difícil que era encontrar papeles adecuados para ella. Es interesante observar que en ninguna de esas misivas se decía que el incumplimiento de las órdenes debía interpretarse como una cancelación de su contrato con el estudio. Mayer estaba dispuesto a retenerle el sueldo, pero no a correr el riesgo de perderla.  
Greta Garbo y John Gilbert obtuvieron un notable éxito con El demonio y la carne (1926), especialmente cuando empezaron a divulgarse los rumores de que estaban también enamorados en la vida real
La Garbo cedió finalmente, pero ésta habría de ser la única batalla con el estudio en la que saliese perdedora. En el futuro supo esperara a que pasasen tormentas como ésa, o amenazar con marcharse utilizando su famosa frase: "Creo que me voy a ir a mi casa".
Greta Garbo en El demonio y la carne (1926)
En este caso, la Garbo tuvo suerte al aceptar su papel en El demonio y la carne, ya que la película fue crucial para hacer de ella una estrella de primera categoría. Fue hábilmente dirigida por Clarence Brown, quien habría de convertirse en su director favorito y girar sus pasos en seis películas más, En una entrevista concedida a la revista Focus on Film, Brown recordaba: "Hice seis películas con la Garbo. Nadie fue capaz de hacer más de dos. Yo tenía una manera de tratarla que no la hacía sentirse incómoda. La Garbo es una mujer sensible y, en aquella época, los directores acostumbraban a gritar como energúmenos desde detrás de la cámara. Yo nunca le di instrucciones delante de ninguna otra persona." 
 (cont.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario