viernes, 24 de noviembre de 2017

El cine soviético en la era silente (III)

(cont.)
Estaba claro que el cine soviético necesitaba una inyección masiva de fondos, pero estaba igualmente claro que el gobierno tenía que concentrar sus limitados recursos en las tareas más inmediatas, más necesarias para su supervivencia política. No obstante, se dio un paso positivo; en 1919 se fundó la primera Escuela Estatal de Cine para formar nuevos cuadros (grupos de trabajadores del Partido) que pudiesen trabajar en el cine cuando las circunstancias fueran mejores. 
Uplotnenie (1918), de Anatoli Dolinov,  Aleksandr Panteleyev y Donat Pashkovsky
La implantación de la nueva política económica en 1921, con su vuelta limitada a la empresa privada, proporcionó un alivio temporal. El objetivo que se perseguía era financiar la recuperación y desarrollo de la industria cinematográfica partiendo de sus propios recursos. Los espectadores debían acudir a los cines para ver películas que le interesaba, y el dinero que pagasen a cambio de ello se emplearía para producir la clase de películas que las autoridades deseaban que se vieran. El entretenimiento debía pagar la propaganda. 
Anatoli Vasilíevich Lunacharsky que, como Comisario Popular de Educación, tenía la responsabilidad global del cine, fue el arquitecto de esta política de pragmatismo. Prefería que los espectadores acudiesen voluntariamente al cine, y que la propaganda se concentrase en los noticiarios. El mismo fue autor de varios guiones para "dramas psicológicos de salón", algunos de los cuales sirvieron de lucimiento de su esposa, la actriz Natalya Rozenel. 
Salamandra (1928), dirigida por Grigoriy Roshal
Pero el público soviético quería ver películas extranjeras y, sobre todo, películas de Hollywood, Charlie Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd y, especialmente, Mary Pickford y Douglas Fairbanks fueron los intérpretes más populares en la Unión Soviética de la década de 1920. Cuando la Pickford y Fairbanks visitaron la Unión Soviética en 1926, fueron recibidos con entusiasmo por multitud de fans; con motivo de su visita se rodó un largometraje Potseluy Meri Pikford (El beso de Mary Picford, 1927), basado en una idea del propio Lunacharsky; y sus comentarios sobre El acorazado Potemkin (Bronenosets Potemkin, 1925), de Sergei M. Eisenstein, como "la mejor película jamás rodada", fueron utilizadas para relanzarla después de su desastroso estreno.  
El beso de Mary Pickford (19279) de Sergei Komarov
Hacia 1928 las autoridades soviéticas se consideraron capaces de centrara su atención en las tareas políticas del cine soviético, y fue precisamente en ese año cuando las recaudaciones de taquilla de las películas soviéticas superaron pro primera vez a las de las importadas. El nuevo régimen estaba ya consolidado, aunque la imaginación de Stalin no le permitía siempre reconocerlo, y la tarea de industrialización rápida que constituía la esencia del Primer Plan Quinquenal (1928-1932) significaba que no se podía seguir dejando al cine a sus propios recursos. La "revolución industrial" debía ir acompañada de una "revolución cultural" en la que el papel fundamental del cine debía ser el de "elevar el nivel cultural de las masas".
El proceso de los tres millones (Protsess o tryokh millionakh, 1926),
 de Yakov Protazanov
(cont.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario