sábado, 16 de octubre de 2021

El cine de Cristi Puiu (V)

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Hay documentados dos cortometrajes dirigidos por Puiu en su época de estudiante. Uno es Before Breakfast (1995), que fue seleccionado para el Festival de Locarno de ese año, y el otro es 25.12. Bucharest, North Railway Station (Romanian: Gara București Nord, 1996), por el que recibió un diploma de reconocimiento en la Escuela Superior de Artes Visuales de Ginebra. Hoy por desgracia ilocalizables, se puede suponer no obstante que el director ensayó en ambas piezas algunas de las características temáticas y formales que se encuentran en su ópera prima, Bienes y dinero (Marfa si banii, 2001). Puiu dirigió la película sin apenas ayuda del gobierno rumano, ya que por entonces era un autor desconocido que acababa de regresar de Suiza. No le fue mejor con sus compatriotas tras el estreno de la película , dado que la historia retrata un país empobrecido y azotado por las mafias, el mercado negro y la especulación. Planea en las imágenes esa sensación de caos y deriva habituales en el cine producido en los países de Europa del Este después de la caída de los regímenes comunistas.
Bienes y dinero (Marfa si banii, 2001)
La nominación en Cannes a mejor ópera prima cambió para siempre la suerte de la película y la de Puiu, abriendo además la puerta a la nueva ola de cine rumano que se consolidó años más tarde gracias a los éxitos de La muerte del señor Lazarescu (Moartea domnului Lazarescu, 2005), de Cristi Puiu;  12:08 al este de Bucarest (A fost sau n-a fost?, 2006), de Corneliu Porumboiu; Cómo celebré el fin del mundo (Cum mi-am petrecut sfarsitul lumii, 2006), de Catalin Mitulescu); El papel será azul (Hartia va fi albastra, 2006), de Radu Muntean; 4 meses, tres semanas, dos días (4 luni, 3 saptamini si 2 zile, 2007), de Cristian Mungiu y California Dreamin', (2007), de de Cristian Nemescu. El debut de Puiu alumbró por tanto la estancia a oscuras donde se guardaban los deseos y frustraciones de una generación de cineastas que había soportado primero la dictadura de Ceaucescu y luego la depresión económica y social que trajo consigo la entrada descontrolada del capitalismo en Rumanía. De todo ello se hace eco directa o indirectamente Bienes y dinero, relato breve y conciso que acompaña a tres jóvenes (dos chicos y una chica) durante un viaje a Bucarest con el propósito de entregar una bolsa llena de supuestos medicamentos. Ovidiu (Alexandru Papadopol) sueña con abrir su propio negocio, y está convencido de que este sencillo encargo le procurará fácilmente el dinero que necesita para ello.
Bienes y dinero (Marfa si banii, 2001)
El viaje es una excusa –siempre lo es en ficción– para retratar una nación deprimida, anclada en un tiempo inconcreto, en la que conviven los vestigios del comunismo con la falsa ilusión de prosperidad que promete el dinero rápido. Puiu, cineasta que se olvida pronto de los argumentos, se centra en mostrar en cada escena esa tensión, construida modélicamente a partir del contraste entre el paisaje físico y material –todo es feo y viejo– y la ambición inconsciente del trío protagonista. En ese abismo que separa la realidad de la fantasía se mueve como un personaje más la cámara en mano del director, que aquí muestra por primera y última vez en su cine una versión más libre y salvaje de su estilo naturalista. También, y es importante destacarlo, un buen conocimiento de las claves del thriller gansteril lumpen y la aventura de iniciación. Puiu podría haber sido un sólido director de género, no cabe duda, pero su singularidad le condujo felizmente a imbricar la ortodoxia en un lenguaje experimental.
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