viernes, 31 de enero de 2020

Federico Fellini, primer centenario de su nacimiento (II)

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Las dos siguientes películas de Fellini, Almas sin conciencia (Il bidone, 1955) y Las noches de Cabiria (Le notti di Cabiria, 1957), consiguieron mantener el interés de la crítica y el público por su trabajo. Almas sin conciencia contrapone un mundo materialista y de impulsos elementales a otro lleno de belleza y de espiritualidad, simbolizado una vez más por las mujeres. Su protagonista es un pequeño maleante Broderick Crawford), cuyo despertar espiritual se produce cuando se da cuenta de que le ha fallado a su hija. Su última fechoría contra una familia campesina, tiene éxito, pero no consigue convencer a sus compañeros de delincuencia de que fracasó; entonces estos le atacan y le dejan morir, tras haber encontrado en su zapato el dinero robado que habría permitido a su hija seguir estudiando. 
Broderick Crawford en Almas sin conciencia  (1955)
Las noches de Cabiria estaba interpretada por Giulietta Massina en el papel de Cabiria Ceccarelli, una prostituta de la zona de Ostia, en Roma. Aunque sus amantes la engañan y le roban, su sencillez e inocencia básica le proporcionan la fuerza moral necesaria para seguir adelante. El nombre del personaje está tomado de la película italiana de 1914 Cabiria, mientras que el personaje mismo está tomado de una breve escena de la película de Fellini El jeque blanco (Lo Sceicco Bianco, 1952).
Giulietta Massina en Las noches de Cabiria (1957)
No obstante, Fellini volvió a sorprender a la crítica y a los espectadores de todo el mundo con La dolce vita (1960). Gita en torno a un periodista (Marcello Mastroianni) que vive en una Roma moderna caracterizada por la decadencia, la ociosidad y el cinismo. Su retrato de personajes alienados de si mismos y de los demás y sin un propósito o meta en la vida favorece la comparación con las películas de Michelangelo Antonioni. Sin embargo, la similitud entre la obra de ambos acaba aquí: ya que mientras Antonio fue depurando cada vez más sus películas y despojándolas de todo lo que no era esencial, las barrocas y ricas imágenes de La dolce vita representan el primer intento por parte de Fellini de sumergirse en las profundas aguas de su desbordante imaginación visual.
Marcello Mastroianni, Evelyn Stewart y Nico en La dolce vita (1960)
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