martes, 28 de enero de 2020

Federico Fellini, primer centenario de su nacimiento (I)

Con una habilidad sin rival, Fellini ha mostrado en la pantalla sus obsesiones, miedos y fantasías. En sus películas se suceden imborrables imágenes llenas de belleza, degradación, sensualidad y corrupción, desafiando las acusaciones críticas de autocomplacencia y decadencia. 
Federico Fellini nació el 20 de enero de 1920 en la ciudad de Rimini en la costa del Adriático. Trabajó en Florencia y Roma como dibujante antes de ser guionista y autor de "gags", aportando su talento aproximadamente a 50 películas, hasta que los alemanes prohibieron en 1943 que en Italia se siguiesen produciendo películas. Después de la liberación, Fellini abrió y gestionó toda una serie de tiendas de artículos de broma. Su primera colaboración con el cine se produjo en 1945, cuando Roberto Rosellini le pidió que le ayudase a escribir el guión de Roma, ciudad abierta (Roma, cittá aperta).
La primera película de Fellini como director, en colaboración con Alberto Lattuada, fue Luces de variedades (Luci del varietá, 1950), que señaló el inicio de su colaboración con los guionistas Tullio Pinelli y Ennio Flaiciano. 
Giulietta Masina, Peppino De Filippo e Gina Mascetti en Luces de variedades
Con Los inútiles (I vitelloni, 1953), empezó a mostrar sus primeros signos de las preocupaciones autobiográficas que predominaron en todas sus películas, al menos hasta Giulietta de los espíritus (Giulietta degli spiriti, 1965). 

No obstante su gran primer éxito internacional lo obtuvo con sus cuarta película, La strada (1954), que también mereció la atención de la crítica seria. Estaba interpretada por su esposa, Giulietta Massina, en el papel de Gelsomina, una sencilla muchacha convertida por Zampanó (Anthony Quinn), un forzudo ambulante, en su ayudante. Zampanó es un hombre brutal dotado únicamente de instintos animales y sin capacidad aparente para experimentar sentimientos humanos, sobre todo el amor de Gelsomina hacia Zampanó, su renuncia y muerte, seguida por el reconocimiento gradual por parte de él de la pérdida sufrida y de la necesidad de ella. 
Richard Basehart y Giulietta Masina en La strada (1954)
Esta película es crucial en la carrera de Fellini y muestra la necesidad de que el hombre no se deje guiar exclusivamente por sus impulsos y a la mujer como su redentora en potencia. Además el papel de Gelsomina contribuyó a cristalizar la imagen de Giulietta Massina en las películas de su marido como una mujer pura, llena de sensibilidad y de vulnerabilidad. 
(cont.)

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