Crónica de la vida de un joven cuyo transcurso se ve interrumpido por la enfermedad, la hermosa película de Pauline Loquès, seleccionada para la Semana de la Crítica del reciente Festival de Cine de Cannes, se estrenará en cines el 17 de septiembre.
Nino, un joven parisino, se entera de que tiene cáncer. "¿Se ha hecho alguna prueba médica recientemente? ¿Le han recetado pruebas adicionales por el dolor de garganta persistente?", le pregunta el joven médico al incrédulo joven.
En Nino, el primer largometraje de la directora francesa Pauline Loquès (ya conocida por su cortometraje de 2018, La Vie de jeune fille), el actor quebequense Théodore Pellerin resulta devastador. Incapaz de revelar a su entorno la enfermedad que padece y la ansiedad que lo carcome, deambula por París, como Cléo en la película de Agnès Varda (Cleo de 5 a 7, 1962), o Anders en Oslo en la película de Joachim Trier (Oslo, 31 de agosto, 2011).
Este héroe moderno, rodeado de un amigo cariñoso (el irremplazable William Lebghil), una madre tan cariñosa como intrusiva (Jeanne Balibar, quien, mientras intenta darle la mala noticia, le pregunta: "¿Vas a hacer la transición?"), y una mejor amiga que es un pilar de fortaleza (la brillante Estelle Meyer), se siente, sin embargo, muy solo. Su inesperado encuentro con una antigua amiga del instituto (Salomé Dewaels), ahora madre soltera, le brinda un apoyo y una esperanza inesperados. La película impresiona por la gracia y la precisión de su narrativa, cuyo curso se ve alterado para siempre por la irrupción de la enfermedad.
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