Comentamos la obra completa del director italiano, premiado en Cannes en 1954. Retrato de un hombre de convicciones, que denunció la gangrena del fascismo en muchas de sus películas.
Nacido en Roma el 3 de abril de 1922, Carlo Lizzani fue periodista, guionista, actor, director, productor, director de festivales e historiador de cine. Contemporáneo de Pietro Germi, Elio Petri y Dino Risi, compartía con ellos la misma fe en una internacional comunista fundamentalmente humanista, surgida de los años oscuros del fascismo. Más político que algunos, menos jovial que otros, Lizzani explora, en sus películas, el trágico destino de Italia. Se suicidó el 5 de octubre de 2013, arrojándose por una ventana, como Mario Monicelli tres años antes. Francesco Rosi le rendirá un emotivo homenaje: "un hombre de gran elegancia, de profunda bondad y un auténtico intelectual".
Nacido en Roma el 3 de abril de 1922, Carlo Lizzani fue periodista, guionista, actor, director, productor, director de festivales e historiador de cine. Contemporáneo de Pietro Germi, Elio Petri y Dino Risi, compartía con ellos la misma fe en una internacional comunista fundamentalmente humanista, surgida de los años oscuros del fascismo. Más político que algunos, menos jovial que otros, Lizzani explora, en sus películas, el trágico destino de Italia. Se suicidó el 5 de octubre de 2013, arrojándose por una ventana, como Mario Monicelli tres años antes. Francesco Rosi le rendirá un emotivo homenaje: "un hombre de gran elegancia, de profunda bondad y un auténtico intelectual".
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Antonella Lualdi en Crónica de los pobres amantes (1954). |
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Gina Lollobrigida en ¡Atención, ¡bandidos! (1951) |
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Pietro Brambilla, Giuliano Cesareo, Daniele Asti y Pietro Giannuso en San Babila ore 20 un delitto inutile (1976) |
Entre sus obras maestras destacamos: la citada Crónica de los pobres amantes (1954), empatada con San Babila ore 20 un delitto inutile (1976). Con dos estilos muy diferentes (cercano al neorrealismo la primera, y al estilo giallo de los años 1970 la segunda), estas películas denuncian el modo insidioso en que el totalitarismo va corrompiendo a la sociedad. Inexorablemente, la calle de Crónica... y la plaza San Babila... se transforman en campamentos atrincherados donde se desatará la violencia.
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