sábado, 10 de mayo de 2025

Carlo Lizzani: el trágico destino de Italia visto por un cineasta profundamente humanista

Comentamos la obra completa del director italiano, premiado en Cannes en 1954. Retrato de un hombre de convicciones, que denunció la gangrena del fascismo en muchas de sus películas.
Nacido en Roma el 3 de abril de 1922, Carlo Lizzani fue periodista, guionista, actor, director, productor, director de festivales e historiador de cine. Contemporáneo de Pietro Germi, Elio Petri y Dino Risi, compartía con ellos la misma fe en una internacional comunista fundamentalmente humanista, surgida de los años oscuros del fascismo. Más político que algunos, menos jovial que otros, Lizzani explora, en sus películas, el trágico destino de Italia. Se suicidó el 5 de octubre de 2013, arrojándose por una ventana, como Mario Monicelli tres años antes. Francesco Rosi le rendirá un emotivo homenaje: "un hombre de gran elegancia, de profunda bondad y un auténtico intelectual".
Antonella Lualdi en Crónica de los pobres amantes (1954).
Tras haber ganado un premio en el Festival de Cine de Cannes en 1954 por su tercer largometraje, Lizzani todavía hoy es relativamente desconocido para muchos cinéfilos. Su obra es sin embargo única: procedente del documental, el cineasta concede gran importancia a los escenarios, a los lugares en los que filma sus historias. Aquí una calle diseccionada al estilo de Perec -Crónica de los pobres amantes (Cronache di poveri amanti, 1954)-, allí un hotel-tumba -Hotel Meina (2007)-, o incluso un miserable pueblo de Abruzzo en el que cristaliza la oposición de los campesinos a las autoridades fascistas -Fontamara (1977)-.
Gina Lollobrigida en ¡Atención, ¡bandidos! (1951)
Al igual que los jóvenes lobos de la Nouvelle Vague francesa, Lizzani, unos años antes que ellos, comenzó su carrera como crítico de cine. Luego se convirtió en guionista de las más grandes películas: Alemania año cero (Germania anno zero, 1948), de Roberto Rossellini o Arroz amargo (Riso amaro, 1949), de Giuseppe De Santis. Se unió al Partido Comunista muy tempranamente y realizó numerosas películas sobre la guerra. Desde su primer largometraje, Atención, ¡bandidos! (Achtung! Banditi!, 1951), donde concibió una oda a los partisanos antifascistas. Muy rápidamente, en 1954, produjo su primera obra maestra, Crónica de los pobres amantes (Cronache di poveri amanti), adaptación de una novela de Vasco Pratolini, que recibió el Premio Internacional en Cannes. De 1979 a 1982 fue director del Festival de Cine de Venecia y le devolvió el brillo perdido.
Pietro Brambilla, Giuliano Cesareo, Daniele Asti y Pietro Giannuso en San Babila ore 20 un delitto inutile (1976)
Entre sus obras maestras destacamos: la citada Crónica de los pobres amantes (1954), empatada con San Babila ore 20 un delitto inutile (1976). Con dos estilos muy diferentes (cercano al neorrealismo la primera, y al estilo giallo de los años 1970 la segunda), estas películas denuncian el modo insidioso en que el totalitarismo va corrompiendo a la sociedad. Inexorablemente, la calle de Crónica... y la plaza San Babila... se transforman en campamentos atrincherados donde se desatará la violencia.

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