miércoles, 18 de enero de 2023

La actriz italiana Gina Lollobrigida ha muerto

Inolvidable Esmeralda en Notre-Dame de Paris (1956), de Jean Delannoy, había iniciado su carrera en fotonovelas y concursos de belleza, luego tuvo sus primeros papeles importantes en Fanfan, el invencible (Fanfan la Tulipe, 1952), de Christian-Jaque, o Mujeres soñadas (Les Belles de nuit, 1952), de René Clair Murió el 16 de enero, a la edad de 95 años.
Fan Fan el invencible (1952)
En la Italia de la posguerra, ¿cómo podía una chica muy bonita hacer películas, evitando lo que entonces se llamaba, eufemismo moderado, “la promoción del sofá”? Las fotonovelas y los concursos de belleza son aparentemente menos peligrosos. Gina Lollobrigida (ese es su verdadero nombre, solo cambió su primer nombre, Luigia) practica ambos: incluso llega a subir al podio de Miss Roma (segunda) y Miss Italia (tercera), en 1947…
Inevitablemente, los productores italianos se interesan por ella, pero por personajes cuya inteligencia es inversamente proporcional al tamaño de su pecho. Curiosamente, es en Francia donde encuentra sus primeros grandes papeles: la cajera del café que la imaginación de Gérard Philipe transforma en una criatura del harén en Mujeres soñadas. Y, también con Gérard Philipe, su radiante amante en Fanfan, el invencible (1952). Seguramente, la visión de la pequeña obra maestra de Christian-Jaque dio a los italianos la idea de hacerle encarnar a la campesina risueña y rolliza –“la Bersagliera”– de Pan, amor y fantasía (Pane, amore e fantasia, 1953), de Luigi Comencini. Luego también protagonizaría una segunda parte Pan, amor y celos (Pane, amore e gelosia, 1954), de tambien dirigida por Luigi Comencini. Triunfos que combinan hábilmente el neorrealismo, en boga en ese momento, y la comedia italiana que prevalecerá durante más de veinte años. Cansada de un personaje que le dio fama pero que ya la aprisiona, Gina Lollobrigida rechaza el tercer episodio de la serie: Pan, amor y... (Pane, amore e..., 1955), de  Dino Risi: es sustituida por quien se convertirá en su eterna rival, Sophia Loren, impulsada a lo más alto por su marido, el productor Carlo Ponti.
Pan, amor y fantasía (1953)
Pero “la Lollo”, como se le llamaba familiarmente, no se deja engañar. En Hollywood especialmente, donde impone un erotismo sin psicoanálisis ni pecado. Se convierte allí, en particular, en una especie de Jules y Jim en el mundo del circo, con Burt Lancaster y Tony Curtis en Trapecio (Trapeze, 1956), de Carol Reed. Y un peplum que King Vidor ha querido transformar en una reflexión metafísica sobre el hombre de poder dividido entre la fe y el deseo –adivinen quién juega al deseo… Salomón y la reina de Saba (Solomon and the Queen of Sheba, 1959). Sin olvidar a Habitación para dos (Strange Bedfellow, 1965), de Melvin Frank, una comedia involuntariamente divertida, ya que vemos a la heroína (visiblemente más informada que los espectadores de la época ignorantes de la homosexualidad del actor) ¡mandar a su mejor amiga a dormir con Rock Hudson!
Salomón y la reina de Saba (1959)
Su mejor película americana sigue siendo, sin embargo, La burla del diablo (Beat the Devil, 1953), un absurdo y disparatado thriller de John Huston, en el que, con guión de Truman Capote, unos ladrones se agitan en torno a una hipotética mina de uranio. “Estos hombres son peligrosos”, le dice Gina a su esposo (Humphrey Bogart). Y como él le pide que se explique, ella tiene esta línea magnífica: "No me miraron las piernas"...
La burla del diablo (1953)
En la década de 1960 regresa a Francia, a la llamada de Jean Delannoy, a quien debe uno de sus mayores éxitos: Esmeralda, junto a Anthony Quinn, en Notre-Dame de Paris (1956). Y salva, con sus bromas,  Venus imperial (Venere imperiale, 1963) -interpreta a Pauline Borghèse, la hermana de Napoleón-, se hunde con Los sultanes (Les Sultans, 1966), inspirada en la novela de Christine de Rivoyre. Un crítico tiene esta fórmula lapidaria: “¿Por qué este plural? Hubiera sido mejor el singular: la película es insultante."
Venus imperial (1963)
Últimos papeles importantes, en Italia: Bellísimo noviembre (Un bellissimo novembre, 1969), donde introduce en los placeres del sexo a un adolescente que, nos deja oír Mauro Bolognini, se convertirá rápidamente en una burguesa como las demás. Y Las aventuras de Pinocho (Le avventure di Pinocchio, 1972), una miniserie para televisión dirigida por Luigi Comencini, donde, soberbia hada Turquesa, mantiene, durante el rodaje, tormentosas relaciones con su joven pareja, tan insolentes como insoportables... Cuando el cine la abandona, se lanza, con éxito, a la fotografía: se acumulan exposiciones y premios... El final de su vida, en cambio, estará marcado por un enfrentamiento entre su familia y su jardinero, un apuesto joven, de quien sospecha -erróneamente, según ella- su hijo y su último marido, de malversación y abuso de debilidad.

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