jueves, 28 de julio de 2022

Delphine Seyrig y el teatro, una historia de amor sin fronteras (III)

Supo pasar sin complejos de la dramaturgia de bulevar a la de vanguardia, siempre siguiendo su instinto. Una vocación por los tableros que le impondrá como una estrella sofisticada, y a veces denigrada, en Nueva York, Londres o París.
Elegir a los 17 años el teatro en lugar de aprobar el bachillerato es señal de un propósito inevitable. En 1949, Delphine Seyrig decidió en el acto: sería actriz. La decisión preocupa a su padre, pero ¿podrá oponerse al llamado de la vocación? Henri Seyrig le escribe a su hija: “Apuesto por ti. Bonita intuición, porque, una vez lanzada, la joven correrá en cabeza hasta el punto de ser apodada la francesa Greta Garbo.
Musa del feminismo posterior a los sesenta y ocho, Delphine Seyrig decidió su carrera. Delphine Seyrig e Iona Wieder, cámara en mano en una manifestación en 1976 
Formada en la EPJD, escuela con un ambicioso título (Educación a través del teatro), conoció allí a futuros compañeros de escena, entre ellos Michael Lonsdale, fascinado por la gracia de este principiante. Sigue las lecciones de Tania Balachova, una respetada pedagoga rusa. Y sueña con entrar en el Théâtre national populaire de Chaillot desde que vio, en el verano de 1949, a Gérard Philipe y Jean Vilar en la Cour d'honneur de Avignon. Durante años, intenta unirse a la prestigiosa compañía. Hasta una última audiencia al término de la cual es sancionada con lapidario: “No te escuchamos. Un veredicto tanto más absurdo cuanto que la actriz deberá parte de su leyenda a las famosas modulaciones de su voz. Esa voz sensual y melodiosa que dijo Marguerite Duras"elevar a los cielos". Musa del feminismo posterior a los sesenta y ocho, Delphine Seyrig decidió su carrera. 

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