viernes, 19 de octubre de 2018

Cine para niños: Tres películas en tutu y zapatillas

Convertirse en célebre bailarín o bailarina no esta alcance de todo el mundo. Ocasionalmente, seleccionamos tres obras para niños y adolescentes entre 8 y 12 años, rescatando algunos tesoros de la historia del cine. En esta oportunidad, el programa se compone de un ballet en tres películas donde los tutús son los reyes. 
¿Sus hijos pueden que sean aún un poco pequeños para que los lleven a ver Girl, estrenada el 27 de septiembre de 2018, en la que el cineasta belga Lukas Dhont realiza el retrato de Lara, una brillante bailarina nacida en el cuerpo de un niño? Por otro lado, la vista previa entre bastidores de la Opéra-Garnier que Michel Ocelot ofrece a su joven heroína Dilili à París (sin estrenar en España) tiene el riesgo de que estén ansiosos por seguir explorando. Eso es bueno: esta semana, tres propuestas llenas de entrechats (paso de baile) para hacer que quieran ser los cisnes del ballet. 

1.- Las zapatillas rojas (The Red Shoes, 1948), de Michael Powell y Emeric Pressburger

La historia en dos palabras: Una joven bailarina de ballet se debate entre dos hombres, un compositor y un autoritario empresario. El argumento del ballet que da título a la película es la historia de un maligno vendedor de zapatos que le da un par de zapatillas rojas a una muchacha, quien no puede parar de bailar, sin importar los esfuerzos que haga. Su larga y fatigosa danza culmina con la muerte, pero no sin que antes el vendedor recupere los zapatos rojos para entregárselos a algún otro desdichado.
Algo destacable: Martin Scorse, al que su padre lo llevó a ver esta película cuando aún era un niño, dijo que por ello estaría enfadado toda su vida. Cuándo comprobamos en el cineasta que en el que se ha convertido ¿merece la pena intentarlo, no?
Lo que aprenderán: Toda historia de hadas tiene su lado oscuro, y esta adaptación de un cuento de Andersen, con un final trágico, no es una excepción. Pero Powell y Pressburger han sabido alejarse de la moralina dada por el relato original para elaborar una conclusión menos punitiva, más ambigua.
Lo que más les gustará: la escena del ballet, con una duración de unos veinte minutos, es una virtuosa puesta en escena - la historia de las zapatillas rojas, se refiere directamente a la de Victoria (Vicky) Page (interpretada por Moira Shearer) . El ritmo, la gracia, el increíble poder de la imaginación... Toda la magia de la danza se expresa en esta película, y es grandiosa. 

2.- Billy Elliot (Quiero bailar) (Billy Elliot, 2000), de Stephen Daldry

La historia en dos palabras: En 1984, durante una huelga de mineros en el condado de Durham, se suceden los enfrentamientos entre piquetes y policía. Entre los mineros más exaltados están Tony y su padre. Éste se ha empeñado en que Billy, su hijo pequeño, reciba clases de boxeo. Pero, aunque el chico tiene un buen juego de piernas, carece por completo de pegada. Un día, en el gimnasio, Billy observa la clase de ballet de la señora Wilkinson, una mujer de carácter severo que lo anima a participar. A partir de ese momento, Billy se dedicará apasionadamente a la danza.
Algo destacable: Mientras su padre cree que está dando puñetazos en un ring, Billy (Jamie Bell, en su primer papel) aprende discretamente lo básico del ballet con un grupo de chicas entrenadas por la brusca Sra. Wilkinson (Julie Walters). Y cuando el padre lo descubre, le prohíbe terminantemente seguir, pero la pasión de Billy por la danza es demasiado fuerte... Pero Billy, quien terminará integrando el Royal Ballet, es la prueba viviente de que desobedecer a sus padres, ¡a veces puede ser una buena idea! 
Lo que aprenderán: Si, Billy es un niño y prefiere los entrechats a los ganchos (de boxeo) ¿ Y qué? Si, Billy lleva zapatillas, lo que no significa obligatoriamente que sea gay.  Si, Billy proviene de un entorno más modesto que otros niños que se presentan a la audición para incorporarse a la mejor escuela de danza de Inglaterra, y sin embargo, de esa diferencia que nacerá su suerte. 
Lo que más les gustará: Las secuencias de baile, en las que nuestro joven héroe se mueve como un bello diablo, saltando y encadenando piruetas y los pasos de bourrées sobre todo lo que se encuentra en su camino: techos, paredes, cuartos de baños, rings de boxeo y las calles con pendientes de las ciudades obreras. Todo envuelto con la música de T-Rex o de Clash… ¡Incluso la escena de la audición rompe códigos!

3.- Ballerina (2016), de Eric Summer y Eric Warin (2016)

La historia en dos palabras: Felicia es una niña que, tras perder a sus padres, vive en un orfanato en su Bretaña natal. Su pasión es la danza y sueña con convertirse en una bailarina profesional. Para conseguirlo se escapa con la ayuda de su amigo Víctor y viaja hasta el París de 1879. Allí se hará pasar por otra persona para conseguir entrar como alumna de la Grand Opera House y así luchar por tener la vida que desea. 
Algo destacable: Nariz respingona, ojo almendrados, pecas y rostro de gatita: la rusa Felicia tiene todo de una heroína de Disney, una especie de eslabón perdido entre Anastasia y la Reina de las nieves... Pero la jovencita -y los padres se alegrarán por un poco de diversidad-, es fruto de la colaboración franco-canadiense. 
Lo que aprenderán: La pequeña provinciana descubre, maravillada, el París de finales del siglo XIX, la del barón Haussmann y las exposiciones universales. El primer que echa sobre la Ciudad de la Luz le permite no solamente descubrir la Torre Eiffel en construcción (no será terminada hasta 1889). sino también, en la colina de Chaillot, un edificio imponente (actualmente desaparecido) que conocían la mayoría de los parisinos: El Palacio del Trocadero, nada menos que la más grande sala de espectáculo del mundo desde su construcción en 1878. Su terrible acústica lo condujo a su destrucción en los años 1930. ¡Una anécdota para presumir ante los conocedores de la ciudad!
Lo que más les gustará: Audaz y astuta, juega a su favor la fábula de la olla de barro contra la olla de hierro, y despliega una gran obstinación para elevarse a la altura de sus sueños. Pero sin olvidar su encantadora ingenuidad infantil -todo el mundo se reirá delante de la "Estatua de la pubertad"-, ¡el valor de Felicia es mucho más formidable que el de otras jóvenes heroínas!

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