Sam Peckinpah causó un gran impacto con La cruz de hierro (Cross of Iron) en 1977, la única película de guerra del director y una de las mejores películas bélicas realizadas. Una película de violencia extremadamente realista que buscaba y conseguía disgustar a los espectadores, pese a algunos comentarios de la época que acusaron a Peckinpah de glorificar la violencia a lo largo de su carrera.
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En el frente oriental, un escuadrón de soldados alemanes, capitaneados por un duro oficial, se enfrenta a las temibles hordas del ejército ruso. El pelotón germano está liderado por el respetado sargento Steiner (James Coburn), pero también tendrá que hacer frente a las decisiones ambiciosas y suicidas del capitán Stransky (Maximilian Schell), un aristócrata prusiano recién llegado al frente que busca la gloria a cualquier precio.
Adaptación de la obra homónima del escritor Willi Heinreich, Peckinpah encontró muchas dificultades para sacar adelante la película. El guion tuvo que ser revisado varias veces, la financiación inicial resultó ser insuficiente y el rodaje en Yugoslavia tampoco estuvo exento de ciertas problemáticas. Sin embargo, el cineasta conseguiría una película de fuerza implacable, violentamente antimilitarista despojada de grandeza y heroísmo y con una diferencia clave respecto a otras películas sobre el conflicto armado en aquella época. Y es que La Cruz de Hierro fue rodada desde el punto vista de los soldados alemanes.



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