jueves, 13 de junio de 2019

Joan Crawford, un verdadero monstruo sagrado del cine americano

Su vida fue una mezcla fascinante de obstinada voluntad y escándalos, crueldad y glamour. 
Joan Crawford, mujer fatal, en 1932 en Grand Hotel, de Edmund Goulding,
en la que comparte protagonismo con Greta Garbo

Hasta su nombre era inventado

Para escapar de una infancia infeliz y pobre en Oklahoma, Lucille Fay LeSueur comenzó a bailar en Chicago, Kansas City y luego en Broadway. Para una chica bastante ambiciosa, todos los caminos llevan al Metro Goldwyn Mayer. Pero una estrella futura no puede mantener un nombre que hable tanto de su pasado:  "Sueur" se pronuncia como "sewer", "alcantarillado" en inglés. Ganará el concurso promovido en 1925 por la revista Movie Weekly y a petición de la Metro-Goldwin-Mayer, para cambiar el nombre de la futura estrella. Para que hablen de ella... siguiendo sus tentaciones: baila, bebe, toma sus primeras pastillas y coquetea hasta tal punto en los clubes, porque sabe que los escándalos y los chismes que aparecerán en los tabloides es la mejor publicidad. 
Labios carnosos acentuados por un lápiz de labios agresivo, cejas gruesas, pómulos profundos, silueta esbelta: esculpe su imagen a fuerza de obstinación, operaciones quirúrgicas, dietas estrictas y entrenamiento físico. Con la ayuda del gran diseñador de vestuario Adrian, ella inventó, a finales de la década de 1920, el "estilo Crawford": hombros cuadrados, cintura ajustada, glamour y sensualidad. En 1931, Amor en venta (Possessed), de Clarence Brown, la impulsa hacia el estrellato: precisamente la historia de una joven dispuesta a hacer cualquier cosa para alejarse de su condición de proletaria. Joan es intensa. Hay que decir que su compañero fue Clark Gable, su amante en la ciudad.
Joan Crawford y Clark Gable en Amor en venta (1931)

Ella fue una gran actriz

Después de muchas películas exitosas (incluyendo la hermosa Grand Hotel, de Edmund Goulding, donde está magnifica enfrentada la otra gran estrella de la Metro-Goldwin-Mayer, Greta Garbo). En 1944 abandonó su relación de exclusividad con la Metro y empezó a trabajar en varias productoras al tiempo sin llegar a atarse a ninguna: la Warner Brothers, quien la contrata para convertirla en rival de Bette Davis (quien dirá de ella: "Joan Crawford se ha acostado con todos los actores conocidos de MGM, excepto tal vez Lassie"); la Columbia Pictures y, al final de su carrera, la RKO Pictures. Y con Abnegación de mujer o El suplicio de una madre, en España, (Mildred Pierce, 1945), la versión cinematográfica dirigida por Michael Curtiz de una novela de James Cain, interpretando a una madre abnegada, papel por el que gana un Oscar. Fingiendo una enfermedad, la caprichosa no acude a la ceremonia. Y, es por ello, que la ceremonia acude a ella: ¡recibiendo la dorada la estatuilla ... en su cama!
Joan Crawford y Ann Blyth en Abnegación de mujer o El suplicio de una madre (1945)

¿Envejecer? ¡Ni siquiera miedo!

Aunque se está deteriorando, sigue en activo. En 1964, con alrededor de 60 años (¿nació ella en 1908 como dice su biografía oficial?) Evidentemente no, más bien en 1904 o 1906), encarna en El caso de Lucy Harbin (Strait-Jacket, 1964), de William Castle, a una mujer que sale de un un centro psiquiátrico, veinte años después de un doble asesinato. Difícil no ser verse atemorizado por su rostro aún más duro con los años y su actuación. Dos años antes, se había sumergido en la locura y el odio de ¿Qué pasó con Baby Jane? (What Ever Happened to Baby Jane?, 1962), donde finalmente se enfrentaba a Bette Davies en la pantalla. Balance general Dos puntos de sutura para la inoxidable Joan de acero inoxidable, ¡porque su enemiga jurada era aún más dura!
Joan Crawford en El caso de Lucy Harbin (1964)

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