lunes, 5 de noviembre de 2018

Biografías de cine: Josef von Sternberg (V)

(cont.)

Oda a la Dietrich

Luego Sternberg marchó a Berlín para rodar El ángel azul, una colaboración UFA-Paramount, basada en la novela de Heinrich Mann Profesor Unrat. Se había elegido ya a Jannings para interpretar al protagonista, pero Sternberg le dio un giro decisivo al tema de la película al encontrar a la poco conocida (pero no inexperimentada) Marlene Dietrich para darle la réplica. La película sirvió para descubrir no sólo a una nueva estrella: ya que, al trabajar en Alemania, Sternberg pudo dedicarse más a buscar la pura poesía visual que en sus obras rodadas en los Estados Unidos. 
Fotograma de El ángel azul (Der Blaue Engel, 1930)
Los seis títulos siguientes que rodó con la Dietrich se basaron todos ellos en argumentos impuestos por los estudios; pero, en su conjunto, constituyen una obra que desafía y se enfrenta a ese contexto. Quedan como si fuesen películas privadas rodadas de noche cuando el estudio se quedaba vacío. Existen algunos lapsos: Fatalidad y partes de La Venus rubia no son tan buenas como las demás. Sin embargo, y a pesar de todo, constituyen una sola película, que se desarrolla a todo lo largo de comienzos de la década de 1930, como cartas de una misma baraja, y en la que los decorados y la luz resultan igualmente bellos y artificiosos tanto si la historia se desarrolla en África del Norte como si transcurre en Rusia, China o España. Se trata de películas intemporales, tan rápidas y lacónicas que pocos espectadores contemporáneos puede seguir su ritmo, tan delicadas y ambivalentes que incluso una crítica tan perceptiva como Susan Sontag las criticó de "camp".
Marlene Dietrich en La venus rubia (Blonde Venus, 1932)
En comparación Crimen y castigo (Crime and Punishment, 1935), su versión de la famosa novela de Dostoiesvsky, resulta decepcionante, mientras que le musical ambientado en Viena, La princesa encantada (The King Steps Out, 1936), parece estúpido; la epopeya romana, I, Claudius (!937) tuvo que ser abandonada; y el melodrama policíaco, Sergeant Madden (1939) es una película rutinaria. 
Peter Lorre, Tala Birrel y Gene Lockhart en Crimen y castigo (1935)
Pero El embrujo de Shanghai (Shanghai Gesture, 1941), un drama exótico ambientado en una casino de juego representó la resurrección de Sternberg, una obra implacable y refinada, en la que un esteta terminaba entregándose a la tortura. 
Fotograma de El embrujo de Shanghai

Por aquel entonces Sternberg era considerado como un director maldito. Rodó el documental The Town (1944), para el gobierno, la epopeya sobre la aviación Amor a reacción y el thriller oriental Una aventura en Macao (Macao, 1952) para Howard Hughes, y luego The Saga of Anathan (1953), en Japón, para sí mismo y como un insulto a todos los demás. Aunque murió en 1969, pareció adivinar que The Saga of Anathan iba a ser su canto de cisne, pues utilizó toda su imaginación y capacidad de artificio para contar la historia de una isla desierta en la que una mujer se convierte en emperatriz para todos los hombres estúpidos que desean poseerla. El deseo y su negativa constituyen la esencia del arte de Sternberg. 

Akemi Negishi en The Saga of Anatahan (1953)

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