sábado, 3 de noviembre de 2018

Biografías de cine: Josef von Sternberg (IV)

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Mientras era adolescente, y ya en en Nueva York, Jo Sternberg se puso a trabajar. Realizó toda clase de tareas, y fue la pura casualidad lo que le llevó a un taller de limpieza de películas. Cuando supo como cortar y manejar el celuloide, se le contrató para producir películas de entrenamiento para el ejército, trabajo en el que aprendió fotografía. Cuando le llegó su oportunidad, Sternberg dominaba prácticamente todas las artes cinematográficas, algo que no era demasiado bien visto en Hollywood. 
Marlene Dietrich y Josef von Sternberg
Trabajó con los mejores directores de fotografía del mundo, pero ninguno de ellos era capaz de superar su habilidad en el manejo de las luces y las sombras. En los título de crédito de las películas en las que había trabajado como montador, guionista y ayudante de dirección a comienzo de los años 1920, su nombre ya figuraba con un "von" entre el Josef y el Sternberg. 

La primera etapa como director

en 1925 dirigió su primera película, The Salvation Hunters, cobrando a cambio 5.000 dólares, cifra que fue recuperada en una sola noche por la sala de cine en la que se estrenó. Para un hombre que habría de convertirse en tan orgullos y celoso de su intimidad, se trata de una película reveladoramente idealista, sobre una pareja joven y pobre que intenta labrarse un futuro, rodada en escenarios que podrían etiquetarse como "realistas", pero tratados de hecho de manera estilizada e imaginativa. A pesar del exceso de rótulos, algunos de ellos excesivamente literarios e innecesarios, la acción muda mostraba ya la afición de Sternberg hacia el matiz y la sutileza. Supo desde muy temprano que las ventajas de las apariencias sobre la realidad de una películas se pierden si el director no consigue mostrar la forma de pensar de los personajes. Así, ya en su debut, cuando la chica (Georgia Hale) mira al chico (George K. Arthur), encontramos la primera señal de esa sensibilidad de un director que parecía ya estar buscando a la Dietrich.
George K. Arthur y Georgia Hale en The Salvation Hunters (1925)
Inmediatamente después, Sternberg se comportó de tal manera que puso en peligro su éxito en Hollywood, Mary Pickford se sintió tan impresionada por The Salvation Hunters que tuvo deseo de trabajar con él. Pero "por encantadores que fueran, los rizos y los mohines no era para mi", y la estrella tuvo que renunciar a Sternberg y confiar en directores más convencionales y menos autocráticos. En La elegante pecadora (The Exquisite Sinner, 1925), Sternberg se comportó como un auténtico tirano durante el rodaje.
En cuanto a La novia fingida (The Masket Bride, 1925), se limitó a abandonar el proyecto al cabo de unos cuantos días. Luego rodó Una mujer del mar (A Woman of the Sea, 1926) para Chaplin, interpretada por una actriz contratada por éste, Edna Purviance. pero, una vez acabada, Chaplin guardó la película en sus latas y no la mostró nunca., y no se sabe, como dijo Sternberg, porque la actriz estuvo borracha durante todo el rodaje o porque el director se había comportado de manera imposible. 
Fotograma de La novia fingida (1925)
La ley del hampa lanzó definitivamente a Sternberg a la fama. Adaptación de un relato de Ben Hecht, e interpretada por Evelyn Brent, George Bancroft y Clive Brook, fue la primera película de Sternberg en la que aparecía uno de sus clásicos triángulos amorosos. La ley del hampa representó uno de los primeros hitos del cine negro, llena de glamour, erotismo suprimido y violencia. Fue también su película más comercial y marcó el inicio de su colaboración con la Paramount. 
La ley del hampa (Underworld, 1927)
Se vio continuada por La última orden (The Last Command, 1928), un amargo estudio de la aristocracia europea y el pragmatismo de Hollywood, interpretada por la Brent, William Powell y Emil Jannig; la película de gánsters La redada (The Dranet, 1928), el melodrama romántico Los muelles de Nueva York, el mundo contra ella (The Case of Lena Smith, 1929), la historia de una madre soltera, y el thriller Thunderbolt (1929), su primera película sonora. 
Evelyn Brent y Emil Jannings en La última orden (1928)
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