sábado, 30 de septiembre de 2023

La presencia del Mal en los personajes de Woody Allen: pero ¿por qué son tan malvados?

Infieles impenitentes, criminales vanidosos… Como en Golpe de suerte (Coup de chance, 2023), que se estrena en España el 29 de septiembre de 2023, los héroes del cineasta, eterno moralista desesperado, rebosan vicios y crueldad. La prueba del cinco.
En Woody Allen abundan matones, delincuentes y criminales: estos “monstruos en su estado más puro” que el novelista Truman Capote describe tan bien en su fresco inacabado, Answered Prayers: The Unfinished Novel. Woody acaba de pintar uno, muy frío, muy elegante, muy maquiavélico en Golpe de suerte, su última película rodada íntegramente en francés. No es el mejor, por supuesto, pero donde Lou de Laage, a través de su encanto y talento, iguala a los grandes "personajes de Allen" de antaño: Diane Keaton, Mia Farrow, Charlotte Rampling, Judy Davis, Cate Blanchett... Woody es un moralista desesperado. como su ídolo cinematográfico, Ingmar Bergman, que tenía esta extraordinaria profesión de fe masoquista: “Nacemos sin propósito, vivimos sin comprensión y morimos destruidos.»" Lo suficiente como para pegarse un tiro.
¿Un ser humano contrae el mal como contrae un virus, o este virus se esconde dentro de él, indetectable, indestructible, esperando el momento de brotar? ¿Está el hombre, bueno por naturaleza, corrompido por la sociedad, como defiende Jean-Jacques Rousseau? ¿O se parece al Stavrogin de Dostoievski, admitiendo en  Los demonios (1871): "No era el crimen en sí lo que amaba, sino esta alegría que me proporcionaba la dolorosa conciencia de mi propia bajeza"? Algunas respuestas de Woody Allen.

Judah Rosenthal en Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanors, 1989)

Es, en cierto modo, el “paciente cero” del cineasta. Todos los demás asesinos que pintará posteriormente serán variaciones de esta figura representativa del Mal, banales y aterradoras. Judah Rosenthal (Martin Landau) es mayor, oftalmólogo y es rico.Es hijo de un rabino estricto que le repetía día tras día: “Los ojos de Dios están en todas partes”, lo que le traumatizó para siempre… Hoy Judá se cree honesto y, salvo algunas faltas, ¡él es ! A él también le gustaría serle fiel, pero es un fracaso: desde hace algún tiempo tiene una aventura con una mujer (Anjelica Huston) que, por pasión o por soledad, se aferra a él y amenaza con contárselo a su esposa, a riesgo de poner su vida patas arriba. ¿Que hacer? ¿Confesar todo y ser perdonado? ¿O pedirle a su hermano que liquide a la amante? Falsamente impasible, Woody sigue la progresión del Mal en este hombre que, por la noche, habla solo. Acerca de Dios: “Un lujo que no puedo permitirme”.  Respecto a la ley: “¿De qué me sirve si impide que se me haga justicia? Por supuesto, muestra su remordimiento, una vez que ha ejecutado el crimen que, por cobardía, hizo cometer a otro. Pero también – ¿quién lo hubiera pensado? – el perdón que acaba concediéndose con total impunidad. Porque un buen día, Judah Rosenthal se despierta responsable, pero no culpable. Liberado, entregado... Listo para vivir, feliz, el principio del fin de su vida.
Martin Landau y Woody Allen en Delitos y faltas (1989)

Larry y Carol Lipton en Misterioso asesinato en Manhattan (Manhattan Murder Mystery, 1993)

El asesinato regenerará así a Abe Lucas en Irrational Man (2015). El matrimonio Lipton también vuelve a la vida gracias a él... Ciertamente, Carol (Diane Keaton) y Larry (Woody Allen) son demasiado sabios, demasiado chic, demasiado "Upper West Side" para cometer un asesinato, pero el de su antiguo vecino les fascina. Ella, sobre todo, que, escapando de la monotonía de su vida, multiplica las audacias y los desatinos (registra hábilmente el apartamento del presunto culpable, ¡pero olvida sus gafas debajo de la cama!). Y como su marido resulta demasiado tímido para seguirla, arrastra a su atractivo mejor amigo (Alan Alda) a su investigación... Moraleja de Misterioso asesinato en Manhattan, una comedia amoral que comienza con un extracto de Perdición (Double Indemnity, 1944), de Billy Wilder, y finaliza con un homenaje a  La dama de Shanghai (The Lady from Shanghai, 1947), de Orson Welles: un buen crimen puede cambiarte la vida. Siempre que lo confirmes a través de un servidor proxy...
Diane Keaton y Woody Allen en Misterioso asesinato en Manhattan (1993)

Chris Wilton en Match Point (2005)

No se parece en nada a Judah Rosenthal. Preferiría tener el físico de Montgomery Clift en Un lugar al sol (película en la que, evidentemente, Woody se inspira, pero ni decirlo). Sin embargo, el ex tenista, que entró en la alta sociedad británica gracias a su matrimonio, el jovencísimo, muy guapo y muy ambicioso Chris Wilton (Jonathan Rhys-Meyers), se ve sumido en el mismo dilema: este tórrido romance que no tuvo fuerzas para evitarlo con esta suntuosa criatura americana (Scarlett Johansson)... ¿Cómo podría haber adivinado que esta bomba sexy, una vez embarazada, se volvería tan amenazante como la desafortunada Anjelica Huston en Delitos y faltas? Entonces llega la solución: la mata. Y como lo hace mal, casi lo acorrala un policía londinense necesitado que resuelve sus investigaciones mientras duerme. Pero –y esto hace de Match Point una obra maestra de la ambigüedad– el destino se burla de la moralidad. Sólo lo inesperado gobierna nuestras vidas. El azar es el rey. Para Woody, nuestro destino depende de una tirada de dados. Cara o cruz. El azar. Y el de Chris Wilton, en este caso, en un anillo de bodas tirado y encontrado que, en lugar de culpabilizarlo, lo declara inocente.
Jonathan Rhys Meyers y Scarlett Johansson en Match Point (2005)

Ian y Terry Blaine en El sueño de Cassandra (Cassandra's Dream, 2007)

Ya no estamos en la rica Nueva York sino en el muy pobre Londres. Y Judah Rosenthal se dividió. En El sueño de Cassandra, el asesinato es casi idéntico: una molestia, de nuevo, que el tío de la familia, un mafioso rico, pide a sus dos sobrinos que eliminen, a cambio de dinero... Curiosamente, es el más tímido de los dos hermanos, el que creíamos frágil, Ian (Ewan McGregor), que resulta permeable al Mal: ​​el crimen que comete, una noche, en una calle desierta, le importa poco, ya que le permitirá marcharse a América con esta conquista que cree que es demasiado buena para él. Es el otro hermano el que se enamora: Terry el cínico, Terry el jugador, Terry el encantador (Colin Farrell). No ha leído  Crimen y castigo, pero, sin saberlo, aquí está copiando a Raskolnikov:“Entraré, me arrodillaré y lo contaré todo”, le dice sinceramente a su hermano, por que el remordimiento lo asfixia. ¿Cómo podemos evitar que este loco acuda a la policía? Un asesinato siempre lleva a otro...
Tom Wilkinson, Ewan McGregor y Colin Farrell en El sueño de Casandra (2007)
Abe Lucas en Irrational Man (2015)
Es el peor de todo, sin duda. Porque los hermanos Blaine, Chris Wilton e incluso Judah Rosenthal no estaban orgullosos de los asesinatos que fueron "obligados" a cometer o instigar. Abe Lucas (Joaquin Phoenix), ¡sí! Debido a que mató a un ser -según él- dañino, este profesor de filosofía de repente se considera un benefactor de la humanidad. Es más, se convierte en un hombre nuevo y casi perfecto: adorable cuando era desagradable, inteligente cuando era pedante, sexualmente atractivo cuando era casi impotente. Con su habitual perversidad, Woody nos empuja imperceptiblemente, en Irrational Man, ponernos del lado de su seductor manipulador, para disculparlo, si no justificarlo. Deseando, en cualquier caso, que escape de la justicia... Hasta que la alumna favorita del profesor Jill Pollard (Emma Stone) nos devuelve al buen camino. Estábamos a punto de convertirnos en cómplices del Mal. ¡Por los pelos...!
Joaquin Phoenix y Emma Stone en Irrational Man (2015)

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