lunes, 25 de febrero de 2013

L'Orfeo de Claudio Monteverdi


Portada de L'Orfeo de Monteverdi;
publicado en Venecia en 1609 
por Ricciardo Amadino
La fábula de Orfeo (título original en italiano, La favola d'Orfeo) es una ópera en un prólogo y cinco actos con música de Claudio Monteverdi y libreto en italiano de Alessandro Striggio el Joven. Se trata de una de las primeras obras que se cataloga como ópera. Fue compuesta para los carnavales en Mantua. Fue estrenada en la Accademia degl'Invaghiti en Mantua en febrero de 1607 y el 24 de febrero del mismo año en el Teatro de la corte de Mantua. Fue publicada en Venecia en 1609. En el siglo XX fue reestrenada en una versión en concierto en París en 1904. En España se vio por primera vez el 23 de junio de 1955 en Barcelona, en el Jardí dels Tarongers de la Casa Bartomeu.
En Florencia en el año 1600 se celebra la boda entre María de Médicis y Enrique IV de Francia. A esta boda asisten Vincenzo Gonzaga, duque de Mantua y pariente de la esposa, y su corte. Allí asistieron a la representación de Euridice de Jacopo Peri. Supuestamente, entre los asistentes se encontraba Claudio Monteverdi, miembro de la corte de Gonzaga. Debido al éxito de la obra de Peri, Gonzaga pidió a Monteverdi componer una ópera basada en el mismo mito y siguiendo el estilo musical de la escuela florentina.
La fábula de Orfeo o, abreviadamente, el Orfeo, destaca por su poder dramático y su animada orquestación. Monteverdi utilizó una plétora de instrumentos, poco usual para la época: violas, violines, flautas, oboes, cornos, trompetas, trombones, claves, arpas, dos órganos pequeños. El Orfeo es uno de los primeros ejemplos de la asignación específica de ciertos instrumentos a ciertas partes; a pesar de que los compositores de la Escuela de Venecia venían ejecutando esta práctica por casi dos décadas, con diferentes niveles de precisión, la instrumentación de esta obra es particularmente explícita. Monteverdi junta la monodia acompañada con coros, conjuntos vocales renacentistas y con una orquesta de cuarenta instrumentos. Por tanto, esta obra, comparada con las de Peri y Caccini, que habían sido los pioneros de la Camerata fiorentina, es mucho más destacable tanto por su variedad como por su continuidad y por su interés musical. Para Peri y para Caccini, la ópera era, ante todo, literatura, por lo que la instrumentación no era tan importante.
Las óperas de Monteverdi se han catalogado como barrocas tempranas, o pre-barrocas. Para el momento, la música del norte de Italia transitaba entre el estilo renacentista tardío y el barroco temprano, y los compositores vanguardistas como Monteverdi, combinaban las tendencias estilísticas que se utilizaban en los círculos musicales más importantes como Florencia, Venecia o Ferrara.
Puede considerarse como una obra maestra de la historia de la música, porque consolida la ópera, que se desarrollaría mucho más durante el Barroco. Actualmente es una de las óperas más antiguas del repertorio, aunque no está entre las más representadas; en las estadísticas de Operabase aparece la n.º 72 de las cien óperas más representadas en el período 2005-2010, siendo la 29.ª en Italia y la primera de MonteVerdi, con 55 representaciones.
Entre las personas presentes en el estreno de Eurídice de Jacopo Peri en octubre del año 1600 estaba un joven abogado y diplomático de carrera de la corte de los Gonzaga, Alessandro Striggio, hijo del bien conocido compositor del mismo nombre. No está claro en qué momento Striggio comenzó su libreto de Orfeo, pero el trabajo ya lo había emprendido evidentemente en enero de 1607. En una carta escrita el 5 de enero, Francesco Gonzago le pide a su hermano, entonces destinado en la corte florentina, que obtuviera los servicios de un castrato de alta calidad de entre el personal del Gran Duque, para una "obra con música" que se preparaba para el Carnaval de Mantua.
Las principales fuentes de Striggio para su libreto fueron los Libros 18 y 15 de la Metamorfosis de Ovidio y el Libro Cuarto de las Geórgicas de Virgilio. Esto le proporcionó el material básico, pero no la estructura para un drama escénico; los acontecimientos de los Actos I y II están cubiertos por sólo 13 versos en las Metamorfosis. Para ayudar a la creación de la forma dramática, Striggio bebió en otras fuentes—la obra de Poliziano del año 1480, la de Guarini Il pastor fido, y el libreto de Ottavio Rinuccini para la obra de Peri Eurídice. El musicólogo Gary Tomlinson señala las muchas similitudes entre los textos de Striggio y Rinuccini, señalando que algunos de los discursos en el Orfeo "corresponde estrechamente en contenido e incluso en las palabras a sus correspondientes en la Eurídice". La crítico Barbara Russano Hanning escribe que los versos de Striggio son menos sutiles que los de Rinuccini, aunque la estructura del libreto de Striggio es más interesante. Rinuccini, cuya obra había sido escrita para las festividades de una boda Médicis, se vio obligado a alterar el mito para proporcionar un "final feliz", adecuado a la ocasión. Por contra, debido a que Striggio no estaba escribiendo para una celebración formal de la corte, podía ser más fiel al espíritu de la conclusión del mito, en el que Orfeo resulta muerto y desmembrado por enfurecidas ménades o "bacantes". Eligió, de hecho, escribir una versión algo atenuada de este sangriento final, en que las bacantes amenazan con la destrucción de Orfeo pero su destino final se deja envuelto en duda.

Libreto

Orfeo con su viola,
por Cesare Gennari
El libreto publicado en Mantua en 1607 para coincidir con el estreno incorpora el ambiguo final de Striggio. Sin embargo, la partitura de Monteverdi publicada en Venecia en 1609 por Ricciardo Amadino muestra una resolución totalmente diferente, con Orfeo transportado a los cielos a través de la intervención de Apolo. Según Ringer, el final original de Striggio fue utilizado casi con seguridad en el estreno de la ópera, pero no hay duda de que Monteverdi creía que el final revisado era estéticamente correcto. El musicólogo Nino Pirrotta señala que el final de Apolo formaba parte del plan original para la obra, pero no se representó en el estreno debido a la pequeña habitación que albergó el evento no podía contener la maquinaria teatral que requería este final. La escena de las bacantes fue una sustitución; las intenciones de Monteverdi fueron restauradas cuando esta limitación se eliminó.
Cuando Monteverdi escribió la música para Orfeo tenía ya antecedentes sólidos en música teatral. Había estado empleado en la corte de los Gonzaga durante 16 años, gran parte de ellos dedicados a interpretar o arreglar música escénica. Los elementos a partir de los cuales Monteverdi construyó la partitura de su primera ópera - el aria, la canción estrófica, recitativo, coros, danzas, interludios musicales dramáticos- no los creó él, como ha señalado el director Nikolaus Harnoncourt, pero "él mezcló todo ese conjunto de posibilidades nuevas y viejas en una unidad que era verdaderamente nueva". El musicólogo Robert Donington dice, de manera similar: "[La partitura] no contiene elemento alguno que no existiera antes, pero alcanza su completa madurez en esa forma recientemente desarrollada... Aquí hay palabras directamente expresadas en música tal como [los pioneros de la ópera] querían que se expresaran; aquí está la música expresándolas... con la plena inspiración de un genio."[Monteverdi manifiesta las exigencias orquestales al comienzo de su partitura publicada, pero de acuerdo con la práctica de la época no especifica su uso exacto. En aquella época era habitual permitir a cada intérprete de la obra libertad de tomar decisiones locales, basándose en las dotaciones orquestales de las que disponían. Estas podían ser muy diferentes de un lugar a otro. Más aún, como señala Harnoncourt, los instrumentistas podían ser todos compositores y se esperaba de ellos que colaboraran creativamente en cada representación, más que limitarse a interpretar un texto prefijado. Otra práctica de la época era permitir a los cantantes embellecer sus arias. De algunas arias Monteverdi escribió una versión sencilla y otra ornamentada, como es el caso de "Possente spirito" de Orfeo, pero según Harnoncourt "es obvio que donde él no escribió adornos no quería que se cantase ninguno".
Cada acto de la ópera trata de un elemento individual de la historia, y cada uno acaba con un coro. A pesar de la estructura en cinco actos, condos conjuntos de cambios de escena, es probable que Orfeo se adecuara a la práctica estándar de los entretenimientos cortesanos de la época y se interpretara como una entidad continua, sin intervalos o bajadas de telón entre los actos. Era costumbre en aquella que los cambios de escena se produjeran a la vista del público, estos cambios se reflejaban musicalmente a través de cambios en la instrumentación, la clave y el estilo.

Instrumentación

Partitura de 1609:
la lista de instrumentos
que escribió Monteverdi está a la derecha.
Para poder analizarlo, la investigadora Jane Glover divide la lista de Monteverdi en tres principales grupos de instrumentos: cuerdas, metales y continuo, con una serie de artículos adicionales que no son de fácil clasificación. El grupo de cuerdas está formado por diez miembros de la familia del violín (viole da brazzo), dos contrabajos (contrabassi de viola), y dos violines pequeños (violini piccoli alla francese). Las viole da brazzo están en dos grupos de cinco componentes cada uno, dos violines, dos violas y un violonchelo. El grupo de metal contiene cuatro o cinco trombones (sacabuches), tres trompetas y dos cornetas. Las fuerzas de continuo incluyen dos clavicordios (duoi gravicembani), un arpa doble (arpa doppia), dos o tres tiorbas, dos órganos de tubos (organi di legno), tres violas da gamba graves, y un regales o pequeños órganos de caña. Aparte de estos agrupamientos hay dos flautas dulces (flautini alla vigesima secunda), y posiblemente una o más cistros—no incluidos en la lista por Monteverdi, pero sí en las instrucciones en relación con el final del Acto IV.
Instrumentalmente, los dos mundos representados dentro de la ópera están retratados de una forma distintiva. El mundo pastoral de los campos de Tracia está representado por las cuerdas, los clavicordios, arpa, órganos, flautas dulces y tiorbas. El resto de los instrumentos, principalmente metales, se asocian al Inframundo, aunque no hay una distinción absoluta; las cuerdas aparecen en algunas ocasiones en las escenas Hades. Dentro de este orden general, los instrumentos o combinaciones específicos se usan para acompañar algunos de los personajes principales -Orfeo por el arpa y el órgano, los pastores por el clavicordio y la tiorba, los dioses del Inframundo por trombones y el regal. Todas estas distinciones y caracterizaciones musicales estaban conformes con las tradiciones establecidas de la orquesta renacentista, de las que el gran conjunto de Orfeo es típico.
Monteverdi instruye a sus intérpretes en general que "[interpreten] la obra tan simple y correctamente como sea posible, y no con muchos pasajes floridos o extenderse". A quienes tocan instrumentos de ornamentación como cuerdas y flautas les aconseja "tocar noblemente, con mucha invención y variedad", pero les advierte que no exageren, porque entonces "no se oye más que caos y confusión, ofensiva para el oyente." Puesto que no hay un momento en que toquen los instrumentos todos juntos, el número de intérpretes requeridos es inferior al número de instrumentos. Harnoncourt indica que en época de Monteverdi el número de intérpretes y cantantes juntos, y las pequeñas habitaciones en las que se tocaba, a menudo significaban que la audiencia a duras penas superaba al número de intérpretes.

Argumento

Tras una tocata instrumental de metales en RE Mayor con carácter estruendoso, aparece la Música, haciendo alabanzas de los presentes e instándolos a guardar silencio, mientras se narra la historia de Orfeo, hijo del dios Apolo y la musa Caliope.
Acto Primero
En un prado en medio del campo, ninfas y pastores celebran con alegría el día esplendoroso en que se casarán el mítico cantor de la Tracia, Orfeo, y su amada, la ninfa Eurídice; cantan uno de los pasajes corales más representativos de la época, «Lasciate i monti».
Orfeo relata cómo se enamoró de ella y ésta responde con el mismo ardor. Luego va con sus compañeras a recoger guirnaldas de flores. Pastores y ninfas continúan con sus danzas y alegres cantos, mientras reinan el regocijo y la felicidad.
Acto segundo
Rodeado por los pastores, Orfeo entona un canto a la naturaleza y cuenta cómo perra corría por los sombríos bosques antes de haberse enamorado.
La alegría se interrumpe cuando llega la Mensajera, quién le anuncia a Orfeo que una serpiente mordió a su amada Euridice causándole la muerte.
La propia Mensajera lamenta tener que dar semejante noticia. Orfeo decide descender a los infiernos a rescatar a Eurídice (al descenso voluntario al infierno se lo denomina catábasis), entonando un desesperado lamento.
Acto tercero
Orfeo llega a la laguna Estigia acompañado por la Esperanza, Pero ésta le anuncia que no puede llevarlo mas allá porque vio grabado en la piedra el texto que cita a la Divina Comedia de Dante: "Abandonad toda esperanza los que entráis".
Caronte se niega a darle paso en su barca, pero Orfeo logra dormir al vigilante con su arpa, y robándole la barca cruza la laguna entrando directamente en el infierno. Mientras, un coro de espíritus infernales celebra al Hombre, esa criatura que no intenta ninguna empresa en vano, y contra el cual la Naturaleza no sabe armarse.
Acto Cuarto
Orfeo ha llegado a los infiernos, y con su canto logra emocionar a Proserpina.
Ésta le ruega a Plutón que le permita a Orfeo recuperar a su amada Eurídice,pa haciendo referencia a su antiguo amor, por el cuál él la raptara y la llevó a los infiernos.
El dios reconoce también haberse conmovido con el canto de Orfeo, y finalmente acepta y permite que Eurídice le siga, con la condición de que Orfeo no vuelva la mirada a su amada hasta que hayan salido del infierno.
Orfeo parte de los infiernos seguido por Eurídice. Cuando llegan a la superficie Orfeo mira atrás para ver si Eurídice realmente le sigue, pero al hacerlo a Eurídice todavía le queda un pie dentro del inframundo y se empieza a desvanecer y un espíritu, ministro de Plutón, le amonesta:”Roto has la ley, e indigno eres de gracia”. Orfeo intenta seguirla, pero es expulsado del infierno. El coro cierra el acto con esta observación: “Venció al infierno Orfeo y fue vencido por sus propias pasiones”.
Acto Quinto
Orfeo regresa al campo de Tracia lamentando su soledad, vagando sin rumbo y llorando su amor perdido.
El eco repite su lamento trágico y Apolo, dolido por el sufrimiento que aqueja a su hijo, desciende del Olimpo y le dice que lo acompañe al cielo, donde encontrará la bella semblanza de Euridice en el sol y en las estrellas.
Padre e hijo cantan un alegre dúo, mientras ascienden al cielo donde alcanzaran la alegría eterna.

Orfeo y el arte

Las representaciones plásticas del mito de Orfeo son muy abundantes. En pintura, Rubens, Durero, Émile Lévy y Émile Jean Baptiste Philippe Bin realizaron obras con el nombre de La muerte de Orfeo. O Camille Corot (1861),  Emille Levy (1866). El simbolista Jean Delville plasmó su Orfeo muerto. En escultura Auguste Rodín Orfeo y Eurídice saliendo del infierno, 1893.
También Platón habló de este mito en sus obras, alimentando la postura que muchos otros han seguido, y es que realmente los dioses no pensaban devolverle a Eurídice, sino que le ofrecieron un espejismo, ya que creían que no merecía reencontrarse con ella ya que no había sido capaz de morir por amor, como Alcestis lo hizo en lugar de su marido.
En la poesía latina, Orfeo aparece en el libro cuarto de las Geórgicas de Virgilio:

 [463]' 'Orfeo, buscando el consuelo de su amor desgraciado en la cóncava lira, 
te cantaba a ti, 
dulce esposa, a solas en la playa solitaria, a ti te cantaba, 
cuando llegaba el día, a ti, 
cuando el  día se marchaba.''
Y en el libro undécimo de Las Metamorfosis de Ovidio. Fragmento: (Traducción de Vicente López Soto, realizada a partir del texto latino, y que publicó la Editorial Juventud S.A. en Barcelona en el año 2002).
"Orfeo se estremeció por la segunda muerte de su esposa, como el que, lleno de espanto, vio las tres cabezas del perro, llevando encadenada la de en medio y al que no abandonó el terror hasta que la naturaleza quedó convertida en roca; como aquel Oleno que tomó sobre sí la falta de su esposa y quiso aparecer culpable, del mismo modo también tú, ¡oh desdichada Letea, confiada a tu belleza!, en otros tiempos corazones muy unidos, ahora piedras en la cima del monte Ida. El barquero impide [a Orfeo] que pase por segunda vez, a pesar de que éste ruega y lo desea; sin embargo, se sentó siete días en la orilla, abandonando su persona y los dones de Ceres; el amor y el dolor de su corazón y las lágrimas fueron su alimento. Quejándose de que los dioses del Erebo eran crueles, se retiró por fin a las alturas del Ródope y del Hemo batido por los aquilones. Por tercera vez, Titán había acabado el año cerrado por los peces, habitantes de las aguas, y Orfeo había rehuido todo contacto con las mujeres, ya porque había sufrido, ya porque había empeñado su fe; pero muchas anhelaron unirse al poeta, numerosas las que se dolieron al ser rechazadas. Fue él el que enseñó a los pueblos de la Tracia a dirigir el amor hacia los tiernos jóvenes y a recoger la breve primavera de esos años y sus primeras flores."
En lengua española, aparece en la lírica de Góngora. Francisco de Quevedo le dedicó el poema Un Orfeo burlesco:
 Orfeo por su mujer,
dicen que bajo al Infierno;
y por su mujer no pudo
bajar a otra parte Orfeo.
Dicen que bajó cantando
y por sin duda lo tengo,
pues en tanto que iba viudo,
cantaría de contento.
Montañas, riscos y piedras
su armonía iban siguiendo,
y si cantara muy mal
le sucediera lo mesmo.
Cesó el penar en llegando
y en escuchando su intento,
que pena no deja a nadie
quien es casado tan necio.
Al fin pudo con su voz
persuadir los sordos reinos;
aunque el darle a su mujer
fue más castigo que premio.
Diéronsela lastimados,
pero con Ley se la dieron:
que la lleve y no la mire,
ambos muy duros preceptos.
Iba el delante guiando,
al subir; porque es muy cierto
que al bajar son las mujeres
las que nos conducen, ciegos.
Volvió la cabeza el triste;
si fue adrede, fue bien hecho;
si acaso, pues la perdió,
acertó esta vez por yerro.
Esta conseja nos dice
que si en algún casamiento
se acierta, ha de ser errando,
como errarse por aciertos.
Dichoso es cualquier casado
que una vez quedó soltero;
mas de una mujer dos veces,
es ya de la dicha extremo.

Y Juan de Jáuregui desarrolló por extenso el mito en un poema en cinco cantos, en 1624.
Rainer Maria Rilke publicó en 1923 Los sonetos a Orfeo (Sonette an Orpheus).
XIX
Aunque veloz el mundo cambie
como formas de nube,
lo terminado cae
a su tierra natal.

Sobre este cambio, este andar,
más libre y más extenso,
dura aún tu pre-canto,
dios de la lira
Rainer Maria Rilke, Sonetos a Orfeo

Uno de los que escribieron acerca de esto fue Ángel González, que en 1925 publicó Apotegma:
No hay otra solución:
si de verdad amas a Eurídice,
vete al Infierno.
Y no regreses nunca.

El mito de Orfeo como historia de amor trágico y el canto de un héroe inmortal, y su intensidad emocional ha inspirado óperas a lo largo del tiempo, comenzando con Euridice de Jacopo Peri, en 1600. Christoph Willibald Gluck se basó en la historia para su clásica Orfeo y Eurídice (1762) y revisó Orfeo (1770). Con Orfeo en los infiernos (1858), Jacques Offenbach creo una opereta basada en este mito.
Y no podía faltar tampoco en el cine:
  • Jean Cocteau realizó una trilogía cinematográfica basada en el mito:
    • La sangre de un poeta (Le sang d'un poète, 1930). Experimental y surrealista ópera prima de Jean Cocteau, poeta, novelista y autor teatral, que se sintió atraído por el cine de vanguardia. Fue el Vizconde de Noailles, famoso mecenas, quien financió su primera película. Aclamada por parte de la crítica, pero también tachada de pretenciosa y egocéntrica, retrata una personal incursión en los miedos y obsesiones de un poeta, su relación con el mundo que le rodea y la eterna preocupación por el problema de la muerte.




    • Orfeo (Orphée, 1950). Premios BAFTA: Nominada a mejor película. Orfeo es un poeta obsesionado con la Muerte (la Princesa) de la cual se enamora. Un día los esbirros de la Muerte matan a Eurídice, la esposa de Orfeo, y éste decide seguirla hasta el Inframundo para rescatarla. 

    • El testamento de Orfeo (Le testament d'Orphée, 1959). Un poeta ve que se acerca la hora de su muerte y decide hacer balance de su vida y de su obra. Entre sueños de inmortalidad y ansias de renacimiento irá desfilando una serie de surrealistas personajes, en un preciso análisis de las inspiraciones, fobias y obsesiones del artista.

  • Marcel Camus dirigió la película Orfeo negro (Orfeu negro, 1959). Oscar: mejor película de habla no inglesa; Festival de Cannes: Palma de Oro. Ambientación del mito griego en el carnaval de Río de Janeiro. La bella Eurídice visita la ciudad brasileña en vísperas de su famoso carnaval, invitada por una prima que vive en los arrabales. Hasta allí llega en un tranvía cuyo conductor, un guitarrista llamado Orfeo, queda prendado de sus encantos. Sin embargo su relación se verá empañada por las sospechas de su celosa novia. 

  • Más allá de los sueños (What Dreams May Come, 1998) de Vincent Ward. Oscar: Mejores efectos visuales. La historia de esta película está muy influenciada por el mito de Orfeo, tanto es así que podemos considerarla casi como una representación moderna del mito clásico.
  • En 1999, Carlos Diegues dirigió Orfeo (Orfeu). Remake de la anterior, basada en la obra teatral Orfeu da Conceiçao, de Vinicius da Moraes. Un joven responsable de una modesta escuela de samba, situada en los suburbios de Río de Janeiro, se enamora locamente de Eurídice, recién llegada al barrio. Las luchas entre las mafias locales y la policía, así como las maquinaciones de otra joven enamorada, impedirán que su amor sobreviva. La música de la película es Caetano Veloso.




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